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 domingo, 14 de mayo de 2006  
San Pablo bajo fuego. Decenas de sicarios fusilaron a efectivos policiales en puestos y automóviles de patrulla
Narcos mataron a 30 personas por el traslado de cabecillas
A los ataques sucedieron rebeliones y motines en varias cárceles, en algunas de las cuales tomaron rehenes

Comandos armados de una de las organizaciones criminales más feroces de Brasil lanzaron una serie de ataques simultáneos sobre delegaciones policiales y una ola de rebeliones carcelarias por todo el estado de San Pablo que dejaron al menos 30 muertos, de los cuales 23 fueron policías.

El balance preliminar de las agresiones, motivadas por el traslado a otros presidios de algunos de los líderes del Primer Comando de la Capital (PCC), indica que se trata de la más violenta ofensiva criminal en el estado más rico del país desde una cadena similar de ataques que en 2003 también fue atribuida a ese grupo.

El secretario de Seguridad Pública, Saulo de Castro Abreu, confirmó los 55 ataques que comenzaron el viernes por la noche y finalizaron sólo en la madrugada de ayer.

Explicó que las víctimas son por lo menos 23 agentes policiales, la novia de uno de ellos, un transeúnte y cinco sospechosos de los ataques. Otras 32 personas resultaron heridas durante la acción de los agresores: 15 policías, 15 atacantes y dos transeúntes, dijo Castro Abreu. También fueron arrestados 16 sospechosos, agregó.

Los agresores balearon bases policiales, comisarías y agentes de la policía civil y militar en forma individual. Así, dispararon contra policías que estaban en las calles, en bares o saliendo de sus casas, dentro de coches de la Policía Militar e incluso en una comisaría.

De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública, los ataques son una reacción de miembros del PCC por la transferencia de 765 presos a un penal de máxima seguridad en Presidente Venceslau. Entre los presos se encuentra el principal líder del PCC, Marcos Willians Herba Camacho, alias "Marcola".

Castro Abreu sostuvo que entre los blancos de los atacantes estuvieron patrullas policiales, en cuyo interior había agentes que reposaban, en los barrios de Osasco, Guarulhos y Carapicuiba. Las delegaciones policiales en las ciudades costeras de Cubatao y Guaruja, a unos 80 kilómetros de la ciudad, también fueron atacadas.

Castro Abreu afirmó que además de buscar la intimidación, la violenta ofensiva lanzada por el PCC fue una represalia por el traslado hacia áreas de confinamiento solitario de una media docena de líderes de la organización. La transferencia buscaba quebrar la cadena de comando con los miembros de la banda fuera de los penales.

"Parte de esta campaña de intimidación es la rebelión en curso en 22 prisiones que creemos ha sido orquestada por el PCC", dijo el Secretario de Asuntos Penintenciarios del estado, Nagashi Furukawa. Aclaró que la mayoría de las rebeliones carcelarias no tenían mayor importancia ni las instalaciones habían sido destruidas.

Las acciones criminales urbanas sembraron terror en los vecindarios donde se produjeron y gran parte de la ciudad más grande de Brasil quedó ensordecida por el ulular de las ambulancias y móviles policiales. Hubo múltiples accidentes de tránsito ocasionados por conductores que deseaban escapar de los lugares de los tiroteos.

Uno de los ataques fue secundado por el estallido de una granada y se desconoce si causó víctimas.


Sorpresiva coordinación
Los funcionarios policiales informaron que las decenas de ataques simultáneos fueron realizados con una coordinación que los sorprendió, pues estuvieron sincronizados en un reguero de rebeliones en gran parte de las prisiones del estado.

Castro Abreu afirmó que la campaña intimidatoria ocurría justo cuando la policía redobla sus esfuerzos contra el PCC en busca de aniquilar al crimen organizado.

Las autoridades del estado dispusieron alerta en todas las instituciones de seguridad y aseguraron a la población que no darán tregua al crimen. "Sao Paulo no se doblegará al crimen", afirmó el gobernador del estado Claudio Lembo.

El PCC es uno de los grupos delictivos más notorios de Brasil, que fue fundado en 1993 por reclusos de la cárcel de Taubate, en Sao Paulo. Se lo considera responsable de tráfico de drogas y de armas, secuestros, asaltos a bancos, fugas de presidios y rebeliones carcelarias.

En febrero de 2001, el PCC coordinó una rebelión que se extendió a 28 presidios en todo el estado. El balance final registró la muerte de 19 presos.

Luego, en noviembre de 2003, el grupo desencadenó una serie de ataques sobre estaciones policiales. Durante 10 días, bandas de la organización atacaron más de 50 estaciones policiales con ametralladoras, bombas caseras, escopetas y pistolas. Mataron a tres agentes e hirieron a 12. Dos sospechosos de pertenecer a las bandas atacantes murieron también en esa oportunidad.

Esos ataques fueron aparentemente planeados por jefes encarcelados que trataban de presionar a las autoridades para el mejoramiento de las condiciones carcelarias. (AP y DPA)
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La policía realiza controles de tránsito en busca de los criminales.

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