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domingo,
14 de
mayo de
2006 |
En Foco. Otro round por la carne
La larga pelea por el precio de la carne se ha transformado en una de las batallas políticas más duras y complejas del presidente Néstor Kirchner. El pedido de desplazamiento de María del Carmen Alarcón como presidenta de la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados se convirtió en una muestra del impacto que un conflicto económico tiene en la superestructura política.
Desde hace más de un año el gobierno intenta acordar una canasta de cortes cárnicos, de alto impacto en el IPC. Se encontró frente a un sector tan complejo que ese módico objetivo se convirtió en una peligrosa aventura.
El caso Alarcón no sólo es una muestra de esta escalada. Sacó a la luz los roces entre las distintas entidades agropecuarias y puso en discusión una serie de conceptos que dentro de lo que se denomina generalizadamente "el campo", muchas veces se repiten con cierto abuso.
En el primer caso, quedó claro el diferente posicionamiento de las cuatro grandes entidades del sector frente al gobierno de Kirchner. Diferencias que no son novedosas sino constitutivas y que, en todo caso, se alternan según las afinidades políticas del período. Esta vez le toca a Federación Agraria cargarse la defensa de la política del presidente y, en este tema puntual, negarse a respaldar a Alarcón en su pelea con el presidente del bloque de diputados justicialistas. La otra entidad con poder de movilización dentro del sector, CRA, recoge la adhesión de los heridos de esta política, al costo de agitar una deliberación interna que pone en aprietos a sus propios dirigentes.
Pero el caso Alarcón también pone en discusión la premisa del sector agropecuario sobre la necesidad de tener una representación propia a través de "agrodiputados". Más allá de la veta que algún legislador se permita explorar como forma de dar su perfil a su mandato, y las ventajas que eso puede tener para un conjunto de actores importantes en la economía, es excesivo pretender una representación legislativa sectorial. Los diputados pueden votar a favor o en contra de un proyecto, pero sus mandantes son los ciudadanos, incluidos los que son productores. No el "campo". Por otro lado, si es verdad que hay una tensión histórica entre campo e industria, cabe preguntarse si es posible analizarlas con conceptos tan generales como "la industria sabe hacer lobby y el campo no". Un poco más de detalle en ese análisis seguramente permitirá encontrar casos de ganadores y perdedores en ambos sectores frente a distintos modelos económicos. Más todavía, quizás se encuentre siempre a los mismos.
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