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domingo,
14 de
mayo de
2006 |
Emprendedores: en el camino
de la autogestión a la empresa
La Fespal 2006 mostró el crecimiento de los microemprendimientos y su transformación en pymes
Fabiana Monti / La Capital
La crisis de 2001 las convirtió -en muchos casos- en la única alternativa de subsistencia. Quienes lograron sortear los malos tiempos hoy las presentan orgullosos como "nuestra empresa". Se trata de los denominados microemprendimientos cuyos titulares se reunieron del 4 al 7 de mayo en la 6º edición de la Feria de Producciones Alternativas (Fespal), una muestra que reflejó la identidad del fenómeno del emprendedurismo en la región.
Las historias son muchas y variadas pero convergen en el asociativismo como la fórmula para crecer o en la superación del camino trazado por sus colegas para repensar nuevas estrategias de acción.
El fenómeno de los microemprendedores parece tener una nueva fase en la Argentina de 2006: el paso de lo micro o familiar a la estructura empresaria. Por caso, aquellas agrupaciones que surgieron detrás de un proyecto innovador, como criar conejos, fabricar dulces, producir aloé vera o cultivar arándanos, hoy comienzan a cobrar formas de pequeñas y medianas empresas (pymes).
La situación se reflejó acabadamente en la Fespal, una muestra que creció al ritmo que fueron desarrollándose estos emprendimientos y que sirvió como punto de contacto para la capacitación, los negocios y los encuentros entre los emprendedores.
Durante cuatro días se mostraron las experiencias de más de 500 expositores de todo el país, y la muestra de su crecimiento fue que en el arranque, la Fespal comenzaron con apenas 50 stands (ver aparte). Y la mayoría de los emprendedores coincidieron en señalar que además de capital, creatividad e ingenio, la perseverancia y "pensar la actividad como una empresa" es la clave para seguir ese desarrollo.
El salto
Por eso, muchas de las uniones que surgieron como microemprendimientos en la actualidad se convirtieron -o están transitando el camino- en pymes, un tránsito que no resulta para nada sencillo.
Luis Milocco, uno de los integrantes de la firma Extraloe señaló que aunque se dedicaba a otra actividad -tenía una empresa maderera- en 1996 vio en el aloe vera una nueva oportunidad de negocio y por eso comenzó a producirlo.
"En principio fuimos cinco socios y empezamos con el cultivo y la extracción, luego armamos un laboratorio", dijo y comentó que "uno de los socios diseñó las máquinas para el tratamiento y así fuimos creciendo".
Milocco explicó que su experiencia le demostró que para crecer "no alcanzaba con realizar la producción primaria sino que era importante la industrialización". Así, lograron la habilitación como planta dietaria, ya que los productos que comercializan se venden en farmacias y dietéticas.
El empresario aseguró que es prioritario plantearse un plan de negocios a un año con objetivos cortos y de fácil medición. "El objetivo de máxima es ser un laboratorio que pueda producir productos dietarios cosméticos y materia prima para la industria farmacéutica y cosmética y poder exportar", sintetizó.
La comercialización
Lo que en algún tiempo surgió como una alternativa de supervivencia y con pocas oportunidades, en esta etapa de reactivación económica los microemprendimientos se convirtieron en una oportunidad para quienes se animaron a transitar ese camino. Por eso, la comercialización tiende a consolidarse en nuevos espacios como la asociación entre productores para la apertura de locales propios, como es el caso de Sabor y Arte Argentino, o juntarse para exportar, la experiencia que encaró Grupo 8.
Este último grupo está conformado por 6 empresas- KHer (gírgolas), Zelda Vorobioff (dulces y productos naturales), Dulces del Jardín (dulces orgánicos), Norma Don (licores y aguardiantes), Apiarios Rey (mieles saborizadas y barras de cereales) y Ruth Sager (mermeladas y almíbares)- que se juntaron para tratar de traspasar las fronteras.
En el rubro alimenticio, y más específicamente las delikatessen, es donde se concentra el mayor número de productores, que empiezan a disputarse tajadas en el mercado interno.
En la historia de Grupo 8 hay mucho en común. Las empresas que lo conforman desempolvaron viejas recetas familiares para convertirlas en productos con valor agregado y dar el paso hacia las especialidades.
"Mi mujer es arquitecta y yo hago instalaciones", contó Jorge Hein, de Dulce del Jardín. "Surgimos en 2002 y hacer dulces fue una alternativa a las profesiones de ambos para salir de la crisis", recordó.
En su búsqueda no sólo encararon lo que mejor sabían hacer -en este caso los dulces- sino que se interesaron por los orgánicos, productos que comenzaron vendiendo a los vecinos y luego fueron tomando un mayor impulso para llegar a la cadenas de panaderías como Nuria y Anabel.
Por otra parte, presentarse en ferias internacionales es una alternativa que los emprendedores comenzaron a explorar y en donde observan los mayores apoyos de parte de organismos oficiales.
De todos modos, no todo es color de rosas para quienes deciden emprender. La mayoría de los actores entrevistados por La Capital coinciden en que en el acceso al crédito está una de las mayores dificultades.
Así lo expresó el matrimonio que conformó la empresa de alfajores Caruñé, quienes comenzando vendiendo a escala casera a la sombra del "corralito" del 2001 y hoy tienen al emprendimiento como un medio de vida. También señalaron que a pesar de las mejoras, la comercialización a veces se torna dificultosa porque se necesita mayor capital para invertir y atender el mercado.
Los emprendedores devenidos en empresarios también hablaron de las trabas que representan las habilitaciones o certificaciones necesarias para exportar.
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Fotos
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La Fespal 2006 concentró a unos 500 expositores. El año que viene va por más.
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