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sábado,
13 de
mayo de
2006 |
Dictaron sentencia por la muerte de Ana Rótolo
Lo condenado a 17 años de prisión por el crimen de una profesora
Diego Oscar Fioretti, amigo de la víctima, fue inculpado por el crimen ocurrido en Alcorta en marzo de 2003
María Laura Cicerchia / La Capital
La sangre de la víctima en su auto y los restos de pólvora que quedaron en sus manos cercaron al decorador de interiores Diego Oscar Fioretti como el asesino de Ana Rótolo, la profesora de educación física que apareció asesinada cerca de Alcorta en marzo de 2003. Así lo consideró un juez penal que, en base a esas pruebas, lo condenó a 17 años de cárcel por el homicidio y le impuso la obligación de resarcir en 40 mil pesos a los familiares de la docente, que era su mejor amiga. Lo que aún no está claro claro es el motivo que llevó al homicida a efectuarle tres disparos calibre 38. "Eso es algo que sólo está en la mente de él y que nunca lo vamos a saber", sostuvo Alberto Rótolo, hermano de la víctima, al conocer el dictamen.
El fallo fue emitido por el juez de Sentencia Nº 4, Julio Kesuani, a tres años del asesinato de la docente. Fioretti, de 30 años, fue sentenciado como autor de un homicidio agravado por el uso de un arma de fuego. El juez le impuso 17 años de cárcel al considerar, en su favor, que no registra antecedentes, y en su contra, la modalidad del ataque, el lugar desolado donde se perpetró y la situación de desamparo en que se encontraba la víctima.
Asimismo, hizo lugar a la acción civil interpuesta por los familiares de la mujer a través de sus abogados, Luis Todino y Sergio Dicicco, quienes también pudieron ser parte en el expediente penal. Kesuani les concedió los 30.000 pesos que reclamaban por daño moral y los 10.000 exigidos por la perturbación psicológica que sufrió la madre de la mujer, quien vivía con ella en Alcorta cuando fue asesinada, en las primeras horas del 15 de marzo de 2003.
Ana Rótolo era una docente de educación física de 39 años apreciada en la localidad como organizadora de los carnavales y por colaborar en algunas instituciones. Era divorciada y tenía dos hijos que ahora viven con el papá. Diego Fioretti era su mejor amigo. Trabajaba como encargado en un bar donde organizaba fiestas y manejaba las cajas. Allí, incluso, él le había conseguido a Ana un trabajo como moza. Y animaban juntos fiestas infantiles.
La noche fatídica
La noche del 14 de marzo los dos habían estado en la casa de la profesora mirando una película. A las 22, según contó la hija de la mujer, se fueron en el auto de Fioretti porque él se ofreció a llevarla hasta el bar donde ella se encontraría con unas amigas. Pero Ana nunca llegó. Veinte minutos después de la medianoche la policía encontró su cuerpo en la zona rural de Sargento Cabral, en la banquina de la ruta 90, cerca del cruce con la 18 y a unos 50 kilómetros de su casa. Tenía un balazo en la cabeza, otros dos en la espalda y lesiones en la cara.
Fioretti fue detenido la mañana del día siguiente. "Había venido a darle el pésame a mi madre cuando se lo llevaron preso", rememoró el hermano de la víctima. La pista que condujo a los policías hacia el mejor amigo de la mujer fue su auto. Una pareja había visto el Fiat 128 Europa blanco y con vidrios polarizados del decorador estacionado en el acceso a Cañada Rica. Al costado del auto habían visto a una mujer, muy exaltada, que al parecer discutía con el conductor. La descripción coincidía con el aspecto de Ana.
Al principio Fioretti se negó a hablar. Más adelante declaró que a las 23.30 había dejado a Ana a dos cuadras del bar. Pero a criterio del juez, demasiados testimonios lo contradijeron. La versión del decorador primero fue puesta en duda por una amiga de Ana, a quien le extrañó que la docente se bajara dos cuadras antes del bar cuando sufría de un desgarro en una pantorrilla.
Por eso Kesuani determinó que esa noche, alrededor de las 23, el acusado llevó a Ana hasta el cruce de Cañada Rica donde mantuvieron la discusión observada por los testigos. Luego, según el fallo, fueron hasta el lugar donde "efectuó por lo menos tres disparos a una distancia muy corta y con un revólver calibre 32 largo". Un arma de ese calibre había desaparecido del bar donde trabajaba el imputado.
Al muchacho volvieron a verlo cuando ingresaba a Alcorta por la ruta 90 a eso de las 0.30. A las dos de la madrugada entró a un bar. Pidió un whisky y se encontró con la hija de Ana, a quien le extrañó que Diego le preguntara por su madre "con cara de preocupado".
Más allá de los testimonios, pruebas materiales complicaron la situación de Fioretti. La tierra hallada en las ruedas de su auto es la misma, en sus componentes químicos, que la del lugar donde apareció el cuerpo. Las manchas de sangre que quedaron en el asiento del acompañante se correspondían en un 99,99% con el perfil genético de la docente. Y a Fioretti le dio positivo el dermotest practicado para saber si tenía restos de pólvora en sus manos.
Lo que aún no está aclarado es qué razón lo habría impulsado a matarla. Una versión que se volcó al expediente es que el imputado habría mantenido una relación sentimental con el dueño del bar donde trabajaba, quien a su vez habría estado enamorado de la profesora. Pero no se precisa en la condena (que aún no está firme) si fue ese u otro el móvil homicida. "Yo nunca dudé de que había sido Fioretti, porque cuando lo detuvieron no quiso hablar (planteó el hermano de la víctima). Pero nunca se pudo comprobar por qué lo hizo y el único que sabe lo que pasó es él".
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