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 sábado, 13 de mayo de 2006  
Un recorrido por viejos comercios y oficios de la Rosario que ya no está
"Atendidos por sus dueños", en el Museo de la Ciudad, rescata las pequeñas fábricas familiares de inicios del 1900

Sombreros a medida, cristales artesanales, sellos personales, y baldosas diseñadas y hechas en Rosario. A esas viejas fábricas, fundadas a principio del siglo XX por inmigrantes recién llegados de Europa y que desaparecieron con la llegada de la primera industrialización, se remonta la muestra "Atendidos por sus dueños"; una propuesta desarrollada con el patrimonio del Museo de la Ciudad (Oroño al 2300) que no sólo recorre esos oficios del 1900, sino que además rescata los procesos de fabricación casi artesanales de esos productos.

"La idea es rescatar ese momento tan especial del país, cuando esas pequeñas fábricas o empresas familiares crecían por doquier y la Argentina abandonaba el modelo agroexportador para comenzar a sustituir algunas de las importaciones", explicó a La Capital el director del museo, Raúl D'Amelio.

Pero no sólo se trata de rescatar el trabajo de aquellos inmigrantes, sino también la relación que establecían con sus clientes. "Había un trato y una familiaridad que se daba por el hecho de que los dueños producían y atendían sus comercios -continuó D'Amelio-. Había algo personal en los productos que vendían, un plus que la producción en serie borra".

Así, los jarrones de la ya famosa Cristalería San Carlos son de los primeros en recibir al visitante. El espacio cuenta la historia de los jóvenes italianos que llegaron desde el puerto de Génova a Rosario en 1947 a bordo del buque Mendoza, y que una vez instalados en San Carlos Centro fundaron su pequeña fábrica.

Es más, allí no sólo hicieron sus primeros productos, sino que además enseñaron el oficio que traían desde Altare, su pueblo en Italia, a los jóvenes santafesinos.

El trabajo con estampas ocupa otro sector de la exhibición, donde aparece la fabricación de baldosas y de sellos de goma. Allí puede verse el viejo catálogo de la fábrica que José Figuerola tenía en Paraguay 929, y donde pueden verse los diseños que aún hoy adornan viejas casas de la ciudad. Y junto a las baldosas, aparece el proceso de fabricación de los viejos sellos de goma, que fueron donados al museo por la familia Pereyra.

Los sombreros a medida son un capítulo aparte, sobre todo porque las tres fábricas que había a fines del siglo XIX en el país sólo cubrían la mitad del consumo de sombreros. Así, la moda se imponía y en las fotos de la época no había hombre con la cabeza descubierta.

Así, la muestra expone antiguas galeras, el tradicional bombín y hasta sombreros hechos con pelo de mono, junto al famoso rancho que hizo furor en los años 20 en chicos y grandes. Además, están los moldes de madera, las hormas, los alisadores, el conformador y el hormillón que eran utilizados por los fabricantes para realizarlos a medida del cliente.

Lo cierto es que diferentes factores a los largo de los años hicieron que la mayoría de comercios y oficios cambiaran, o directamente desaparecieran. El recorrido los trae nuevamente al presente y les devuelve su valor.
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