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miércoles,
10 de
mayo de
2006 |
Editorial:
Cuando la realidad mejora las expectativas
Así como no hace falta hundir profundamente el bisturí para detectar las ventajas y virtudes de que disfruta la Argentina, tampoco resulta complejo señalar los defectos que integran la naturaleza de muchos de sus habitantes. Entre ellos -sólidamente encarnados en las dirigencias políticas y señalados en su momento por destacados sociólogos o hasta por ciertas letras de tango- se encuentran el sectarismo, el escepticismo, la tendencia a la queja y a dirigir la mirada hacia la parte del vaso que permanece vacía antes que hacia aquella que se encuentra llena. El presente, sin embargo, necesita de una actitud diametralmente opuesta: es que está en juego nada menos que la reconstrucción nacional después de la peor de las crisis. Lo que se necesita, en síntesis, es grandeza: deponer egoísmos, superar diferencias, tender puentes en vez de dinamitarlos.
La concreción del proyecto del tren de alta velocidad que unirá a Rosario con Buenos Aires a partir del no lejano año 2009 merece y debe ser elogiada sin retaceos. Sobre todo por quienes son indiscutiblemente los principales beneficiarios de una obra que muy pocos imaginaban y que ahora ya se presenta como tangible realidad: nada menos que los propios rosarinos.
Y en este caso, como en tantos otros, corresponde dejar de lado banderías políticas y miradas sesgadas por el interés personal o sectorial: la obra que se plantea es de una importancia enorme para la misma ciudad que no mucho tiempo atrás era observada compasivamente como la cuna de los "comegatos" y que ahora, pese a la notoria persistencia de profundos bolsones de pobreza en su seno, se presenta a los ojos de todo el país como el mejor ejemplo de las virtudes del cambio de modelo económico.
El tren es un medio de transporte excepcional, en gran medida responsable de que la Nación haya sido la potencia que supo ser en épocas que hoy parecen remotas. Limpio, económico, silencioso, cuando todo el mundo redescubría sus bondades la Argentina, insólitamente, liquidaba su excepcional sistema ferroviario. Por fortuna, tal visión ya forma parte de un pasado al cual se critica con pesado fundamento.
El nuevo servicio, que también llegará hasta Córdoba, posibilitará durante su etapa de construcción la creación de cinco mil puestos de trabajo directos y veinte mil indirectos, al mismo tiempo que se estima en siete mil quinientos la cantidad de pasajeros que se subirán al tren durante el total de veinte viajes que se realizarán por día.
¿Ciencia ficción? No, aunque no lo parezca. Simplemente, a veces la realidad supera a las expectativas. Pese al escepticismo, pese al sectarismo, pese a las quejas.
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