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martes,
09 de
mayo de
2006 |
Reflexiones: Seguridad vial
Más comprensión = menos vidas perdidas
Bernardino García (*)
Martes 2 del corriente: sobre ruta 92, un par de kilómetros antes de llegar a Arteaga, mueren dos jóvenes en un choque frontal; Rogelio tenía 24 años y Sergio 32.
Domingo 7 del corriente: sobre ruta 11, a 80 kilómetros de Santa Fe, mueren cinco jóvenes en un choque frontal y una chica se encuentra hospitalizada en estado delicado; Valeria tenía 18 años, Vanesa 20, Lucas 21, Sergio 23 y su hermano Luis 29, Rosalía que se encuentra hospitalizada tiene 17 años.
Por supuesto que hay muchos más, solamente mencionamos dos accidentes en la provincia de Santa Fe entre el 2 y el 7 del corriente donde perecieron siete jóvenes de entre 18 y 32 años. En esa franja de edad se encuentra aproximadamente el 38% de los fallecidos por accidentes viales. En ese lapso de esos cinco días seguramente en el país fallecieron además de los siete mencionados, otras 128 personas, de las cuales no menos de 48 se encuentran en la franja de edad mencionada.
Realmente que fallecieran 55 jóvenes en cinco días, y que nosotros, la sociedad, lo aceptemos como algo inevitable, da escalofríos. Pensemos por un segundo en los padres de Rogelio, Sergio, Valeria, Vanesa, Lucas y en los hermanos de Luis y Sergio, y también en los de Rosalía, que con 17 años se encuentra hospitalizada. Imaginémonos cómo estaríamos si el nombre de nuestro joven hijo se encontrara en la lista.
Pensemos concretamente que si un joven de entre 18 y 32 años muere, la posibilidad más alta es que sea por un accidente vial. La velocidad y el alcohol en el tránsito matan, no es un juego, es más peligroso que el sida y hay muchísimas más posibilidades de morir que en un incendio en un boliche bailable.
Pensar que si la sociedad que componemos entendiéramos que la accidentología vial es evitable, y que si lo comprendiéramos, seguramente exigiríamos que se realice lo que se debe para disminuir esta matanza gratuita y que tal vez si lo hubiéramos hecho los jóvenes mencionados posiblemente estarían vivos.
Por ejemplo, los dos accidentes ocurrieron en rutas y fueron choques frontales. Me pregunto si todos los vehículos tendrían las luces encendidas como exige la ley, y que sirve justamente para visualizar al que circula en sentido contrario y no chocar de frente. ¿Estarían circulando sin exceder la velocidad máxima permitida? Uno solo de los vehículos que no hubiera cumplido esas elementales reglas de tránsito pudo provocar los accidentes mencionados.
Pero a pesar de todo seguimos infringiendo las reglas de tránsito para que nuestros hijos nos imiten y seguimos considerando a aquellos que no llevan las luces encendidas o circulan a exceso de velocidad, y son penalizados por ello, inocentes víctimas de las "trampas cazabobos", sin considerar que no respetar las reglas de tránsito crea riesgos ciertos a otros que circulan en la misma vía.
Por suerte parte de la sociedad, pequeña por cierto, está comprendiendo. Creo que por ello finalmente se efectuarán controles en la avenida Circunvalación y en rutas y autopistas, más allá de aquellos que realizan los municipios y comunas.
Es un comienzo, esperamos que se traduzca en acciones concretas y no sólo en anuncios, y que si aquella parte de la sociedad, conformada por inocentes conductores que exceden la velocidad, se queja al recibir las sanciones, aquella otra parte que son los familiares de los 10.000 muertos por año y aquellos que respetan las reglas de tránsito no permitan que tales quejas debiliten los controles que necesitamos para conducir y conducirnos correctamente.
(*)Miembro del Comité de
Cámaras Asesoras del Consejo Federal de Seguridad Vial
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