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domingo,
30 de
abril de
2006 |
[Lecturas]
Volver al futuro
José Luis Cavazza / La Capital
Novela. La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq. Alfaguara, Buenos Aires, 2005, 440 páginas, $ 39.
Michel Houellebecq es un novelista provocador. Casi como Jean Paul Sartre hace 40 años. Primero escribió sobre el intercambio desigual en materia económica y sexual en "Ampliación del campo de batalla", luego sobre las supuestas consecuencias nefastas del relativismo hijo del mayo francés del 68 en "Las partículas elementales" y sobre la barrera infranqueable que separa al islam y la libertad sexual en "Plataforma".
Ahora, con "La posibilidad de una isla", el escritor francés se interna en un terreno peligroso: juntar varios temas espinosos, como la clonación humana, el miedo a la muerte, el desprecio por la vejez, el deseo de eternidad, el terror frente a la pérdida de la potencia sexual, la alta peligrosidad de las religiones ("la religión es una secta que ha triunfado", dice el protagonista) y el amor bajo sospecha. Todo esto propuesto a partir de un doble relato, el de un humorista cínico (Daniel1) que triunfa a inicios del siglo XXI y el de su clon (Daniel25), que comenta la vida de su antecesor dos mil años más tarde.
El nuevo libro de Houellebecq es una novela futurista pero que habla del pasado -tal cual podría describir el diario personal de cualquier mortal- y que dispara varias conclusiones nada optimistas, como por ejemplo que el amor y libertad son términos radicalmente antinómicos. Este es el mundo contemporáneo que pinta esta especie de Zaratustra posmoderno y para clase media, un presente que determina un futuro neohumano o mejor antihumano. Es decir, vamos de mal en peor. Una perogrullada del tipo filme de ciencia ficción clase B, pero que en la pluma de Houellebecq se convierte en una novela con una problemática que hoy obsesiona a la gente. Encima, la ambigüedad ideológica con la que está propuesta la historia es tan fuerte que termina por convertirse en la única verdad posible: es decir, la humanidad va camino a desaparecer y que el elohismo será la religión del futuro.
Todo un astro
A Houellebecq se lo considera el "Zidane de la literatura francesa", porque la editorial Fayard pagó 1,3 millones de euros en 2004 para ficharlo en sus filas y su última novela, "La posibilidad de una isla" ganó el premio Interallié, el último en la temporada literaria otoñal francesa. En esta obra, el protagonista -un humorista millonario y cuarentón- cuenta los últimos años de su vida, sus relaciones sexuales y amorosas con Isabelle y con Esther, y su contacto con una secta -los elohimitas- cuyos miembros aseguran que el ser humano alcanzará la inmortalidad. Con Isabelle, una guapa mujer que bordea los 40 años, editora de revistas femeninas, se va a vivir a las costas españolas. Este hecho que podría ser el despegue hacia una etapa de felicidad, es sin embargo lo que convertirá a Daniel1 en un hombre decadente, cuando la propia Isabelle lo abandona porque reconoce que ya no es objeto sexual de otros tiempos. En una playa, Daniel conoce a una pareja de veraneantes que termina por convencerlo de asistir a un evento organizado por los elohimitas, una religión, con profeta incluido, que a primera vista tiene como intención promover el amor entre parejas, a pesar de que el profeta llega a tener hasta 15 mujeres, libre de hijos. Sin embargo, detrás se esconde algo mucho más complejo: la intención de clonar a los "elegidos" que forman parte de dicha religión, para asegurarles de esa manera la eternidad.
El segundo amor de Daniel es Esther, una madrileña de 18 años, actriz de películas pornográficas. En este momento de su vida, el protagonista se interna en los vericuetos de la organización sectaria más que por convicción por desencanto de su vida afectiva: el sentimiento de pérdida, ya que siente que Esther se le escurre de sus manos, lo mismo que su propia juventud y potencia sexual. Al final, deviene el abandono y lo que queda es apenas la promesa de vida eterna, aunque sólo sea la de transformarse en un pobre y solitario clon.
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