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domingo,
30 de
abril de
2006 |
Ginecología: Cuestión de responsabilidad
Para una de cada cinco mujeres, ir al ginecólogo es algo que sólo hacen cuando están embarazadas, o bien no lo hacen nunca. Temores, desinformación y falta de acceso a los servicios de salud, según un reciente relevamiento, estarían conspirando contra la posibilidad del control anual que para todas se recomienda.
El Papanicolaou se considera una estrategia de atención básica de la salud para prevenir el cáncer de cuello uterino, ya que con este análisis se pueden diagnosticar lesiones precursoras del tumor.
Cuando la mujer ha cumplido ya 40 años, se impone la necesidad de iniciar el control mamográfico, aunque por la escasez de instrumental y la falta de turnos, suelen diferirse indefinidamente. Las 1776 muertes anuales por cáncer de mama podrían reducirse entre un 30 y un 50% con las nuevas técnicas de diagnóstico precoz.
Estas son sólo algunas de las razones por las que se recomienda que cada mujer haga, al menos una vez por año, una consulta al ginecólogo. Sin embargo, una investigación reciente habría demostrado que el 40 de las mujeres no cumplen con ese control ginecológico anual.
Según la encuesta que lo determinó, realizada y difundida por el Centro Latinoamericano Salud y Mujer -Celsam- la mitad de las mujeres que no cumple con esta precaución básica sólo vio al especialista cuando tuvo hijos, o directamente no lo vio nunca.
Entre las razones alegadas para esa falta de control, según indica el informe, se halló que en primer lugar, las mujeres más jóvenes temen al dolor físico que la consulta médica pueda ocasionarles. "Desconociendo la técnica sencilla y rápida de recolección de una muestra para un Papanicolaou, las adolescentes suelen fantasear que el estudio será cruel y doloroso y lo posponen indefinidamente. Las de mayor edad temen que el médico les pudiera notificar un resultado adverso en sus estudios y prefieren mantenerse en la ignorancia de una supuesta enfermedad antes que recibir, en el peor de los casos, un tratamiento oportuno que les salvaría la vida. Y para ambos grupos de edad, el pudor es muchas veces citado como el obstáculo que les impide concretar la visita".
Sin ayuda
Aun en presencia de una dolencia concreta, muchas mujeres eligen informarse en revistas o por Internet y automedicarse, agrega el informe de la institución, cuyos referentes en la Argentina son los ginecólogos Enrique Bagnati y Diana Galimberti, jefes de los servicios de Ginecología de los hospitales porteños Bernardino Rivadavia y Teodoro Alvarez, respectivamente.
Esa automedicación, aseguran, involucra muchas veces al método anticonceptivo elegido. El 53% de las mujeres que toman pastillas anticonceptivas declaran haberlas adquirido directamente en la farmacia sin receta médica, y el 21% eligió su método por sugerencia de familiares o amigos.
En referencia al dispositivo intrauterino (DIU), un 34.2% de los llamados se motivaron en la necesidad de saber dónde se lo podían colocar gratuitamente, resultando evidente el desconocimiento de la oferta de anticoncepción que propone desde hace tres años el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable en hospitales y centros de salud del país.
El 20,2% de los llamados recibidos durante el año pasado en la línea gratuita de este centro se refirieron a problemas de la salud ginecológica. Flujo, dolor mamario y alteraciones del ciclo son las quejas más frecuentes. "Cuando la profesional que atiende la línea le recomienda asistir al médico para asegurarse un correcto diagnóstico y tratamiento, las mujeres exponen que el sistema público o las obras sociales son burocráticos y se les complica el acceso al turno y a la consulta".
Si consultar al ginecólogo por dolencias físicas de por sí resulta difícil, mucho más arduo es hacerlo cuando el inconveniente se halla en la esfera sexual -falta de deseo, dolor durante las relaciones sexuales, dificultad para lograr el orgasmo, dudas y curiosidades-, a lo que se suma el hecho de que, según remarca el informe del Celsam, "los médicos suelen excluir este tópico de sus preguntas clínicas de rutina". Cuando una mujer se anima a proponer la pregunta a su ginecólogo, en general ya ha pasado mucho tiempo de angustia, y las respuestas suelen estar teñidas de opiniones o experiencias propias del profesional.
Los hijos, la casa, las compras, son citados frecuentemente como los motivos que impiden efectivizar la consulta médica. "Las mujeres están dispuestas a cumplir puntualmente las visitas al pediatra y el calendario de vacunación de sus hijos, pero renuncian fácilmente a sus propias necesidades en materia de salud y prevención".
Los roles rígidos dentro de la familia y una perspectiva de género inequitativa, gravitan muchas veces en situaciones de abandono que muchas padecen. Muchas mujeres adolescentes tampoco tienen en claro que pueden consultar a los servicios de ginecología y anticoncepción desde los 14 años sin la necesidad de ser acompañados por un mayor.
La sexualidad humana no está incluida como materia en la formación universitaria de los médicos y todo depende de las iniciativas personales del profesional ginecólogo por perfeccionarse en este sentido. La consecuencia es que el tema queda eludido.
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