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domingo,
30 de
abril de
2006 |
Yo creo: "Pasiones que ilumina la ópera"
Ricardo Luque / Escenario
"Match Point", la última y exitosa película de Woody Allen, revela la profunda pasión que el cineasta neoyorquino siente por la ópera. Ya el primer encuentro del protagonista, un tenista retirado dispuesto a todo por lograr una posición social acomodada, con la que será la mujer de su vida transcurre en el Royal Opera House de Londres. En uno de los palcos, mientras suena un aria cadenciosa y delicada, cruzan la primera mirada, esa que es tímida pero también intensa y, sobre todo, cargada de deseo. La música marca el pulso de un encuentro que, a medida que avanza la historia, se revela pleno de claroscuros, como la vida misma. Romance, ambición y traición cobran la justa dimensión dramática que exige la trama en las evoluciones, a veces relajadas, otras exasperadas, de las obras de Verdi, Rossini y Donizetti que matizan el filme. Ahí están la vigorosa arremetida de las cuerdas cuando, en el pasillo del teatro, el protagonista le arranca un beso a la mujer que le quita el sueño y que, si se descuida, también le quitará eso por lo que tanto ha luchado y que no esta dispuesto a perder por nada del mundo. Es en ese contrapunto entre el drama que ahoga el corazón del hombre que duda entre la pasión y el dinero y la lírica que cobra vuelo desde el escenario donde las palabras del poeta inglés Colley Cibber adquieren su real dimensión. Sí, el bardo tenía razón, "La ambición es el único poder que puede luchar contra el amor". Y ganar, agrega sabiamente Woddy Allen, desde la pantalla. Se entiende bien porque la película está construida con la perfección de una obra maestra, también porque la ópera ejerce una seducción irresistible. En la Londres de "Match Point", como en la Rosario de "Madame Butterfly". Porque, hay que decirlo, no hay que hacer largos viajes para disfrutar el arte del bell canto. Acá nomás, a la vuelta de la esquina, las virtudes y miserias aldeanas, que no son mejores ni peores que las de la "high society" británica, bien podrían ser iluminadas por la obra de Puccini que engalana la cartelera de El Círculo. Y hasta se podría soñar con robarle un beso, en los pasillos del teatro, a la mismísima Scarlett Johansson. Tanto así puede la ópera encender nuestras pasiones.
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