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domingo,
30 de
abril de
2006 |
Qué lo parió. El Negro bromea con la catarata de homenajes que está recibiendo
Fontanarrosa: "Temo volverme una especie de Gauchito Gil"
Habla de su presente, siempre sin perder el humor
Laura Vilche / la Capital
Jueves 27 de abril, 16 horas. El Negro Fontanarrosa está con su mujer Gabriela hospedado en un hotel porteño. Tiene una agenda apretadísima. "Hola, hablo de La Capital, queremos entrevistar al Negro...". La mujer transmite el mensaje y se escucha de fondo: "Tengo que entregar un dibujo en pocos minutos, si lo hacen por mí, los atiendo, si no que me llamen mañana", se disculpa Fontanarrosa.
Viernes 28 de abril, 15 horas. "Hola, Negro. Ya tenemos el dibujo que nos pediste, es un chiste de un hombre y un anciano que hablan de las papeleras en Uruguay". Fontanarrosa se ríe al entender que se le habla de su propio dibujo (publicado el viernes en la página dos de Clarín). "Qué buena idea tuvieron, a mí se me había ocurrido uno muy parecido", ironiza.
Pero eso no es lo único que hizo por estos días el creador de Inodoro Pereyra. Se la pasó firmando ejemplares de su último libro, "El Rey de la Milonga", en la 32ª Feria Internacional del Libro. Y disertó en un colmado Senado de la Nación donde recibió la mención de honor, la máxima distinción oficial por su aporte a la cultura argentina. Una vez más hizo reír a políticos, amigos, colegas, rosarinos de todo tipo y, especialmente, de Rosario Central que lo acompañaron. Le llovieron la notas. Y con este diario no hizo excepciones. Hizo reír y hasta ironizó con él mismo: "Con tanto homenaje y en medio de mis dificultades físicas, temo convertirme en una especie de Gauchito Gil".
-Todo empezó en enero cuando dibujantes te galardonaron en un encuentro de escritores en Cartagena, los rosarinos te recibieron en tu casa con un acto, ahora lo del Senado y se viene otro acto en julio...
-Sí, es medio raro todo, me causa un poco de asombro porque uno debería pensar cuántos otros humoristas se merecen lo mismo. Pero claro, yo publico en un diario masivo, el humor tiene una cosa popular y encima permanentemente trabajo con el fútbol: de cada diez personas que se me acercan, ocho me hablan de fútbol. Hoy (por el viernes) un mozo en Buenos Aires me puso al tanto de lo que se vivió en el partido en Rosario entre Vélez y Newell's.
-Fútbol, mujeres, amigos parecen ser los temas más presentes en tus cuentos.
-Y Rosario, que es el paisaje urbano de muchos de los cuentos de "El Rey de la Milonga".
-Bueno, dicen que los turistas que llegan a la ciudad ya preguntan dónde se lo puede ver al Negro Fontanarrosa.
-¿Sí? Es atemorizante; mirá, con tanto homenaje y en medio de mis actuales dificultades físicas, temo en convertirme en una especie de Gauchito Gil (carcajadas). Se me acercan las señoras, me bendicen. Pero bueno, yo sé que es en base a un cariño terapéutico que me viene muy bien, son cosas gratificantes.
-¿A todo esto, cómo andás de salud? (Fontanarrosa padece desde hace pocos meses una enfermedad neurológica).
-Y, peleando... La gente no deja de decirme "peleala, metele"; en ese aspecto el apoyo es casi conmovedor.
-¿Muchos reportajes esta semana?
-Muchísimos, es que no somos alemanes; la editorial me prepara algunos, yo por mi cuenta doy otros, se superponen y esto es un quilombo. Pero no me cansan porque yo soy periodista y la mayoría de los que me llaman son colegas, amigos, conocidos y uno trata de que el trabajo salga lo mejor posible. Y yo valorizo la comunicación periodística, creo que es una forma de expresión tan válida como un chiste y un cuento. No voy a ir a un programa de entretenimientos a saltar de un trampolín, pero donde pueda hablar y el tema no sea la física atómica...
-En el Senado sí que hablaste y robaste aplausos. ¿Qué pensás, los políticos se rieron porque son políticamente correctos o porque en realidad sos gracioso?
-Un poco y un poco. Porque había amigos y un buen clima, obvio que no le iba a pedir pomposidad al negro Caloi al hablar, estaba mi hijo Franco y Gabriela, mi mujer, que en todo este momento duro con mi salud me ha bancado muchísimo.
-Estuvo divertido y emotivo, pero que Caloi diga que es un mito eso de que las mujeres rosarinas son las más lindas de Argentina, ¿no merece una réplica?
-Yo creo que eso no es una leyenda. Eso sí, aún no le encuentro una explicación lógica. Tal vez sea por la mezcla de razas, la soja, la alimentación, la postura que tienen al caminar por las calles que bajan hacia el río, sacando pecho para estar erguidas.
-¿Te cansa que en los reportajes te pregunten "qué te hace reír"?
-Y, hay cosas que son eternas y se reiteran. Todos los años me llaman de dos o tres revistas para que hable del humor de los argentinos, eso es invariable. Y hay clásicos, como qué me hace reír, cómo nació tal personaje, qué es el humor, por qué hay pocas mujeres humoristas. Uno se siente repitiendo un casette pero siempre digo que peor es laburar en un banco o en el puerto, o como decía mi viejo: "Si eso fuera todo".
-"El Rey de la Milonga" se está vendiendo muy bien. ¿Qué recomendarías: regalarlo, leerlo en el verano, en el baño...?
-Los libros de cuentos cortos míos en realidad son ideales para el verano, no te generan demasiado compromiso. La verdad es que no soy ingenuo, sé que por un lado hay un movimiento mediático en torno mío que beneficia la venta, pero también hay periodistas que lo recomiendan y creo que honestamente.
-Leí una nota por internet que hablaba de tu "vena humorística". ¿Qué es eso?
-No sé che, con tanta cosa médica que me están haciendo lo voy a consultar porque por ahí es lo que me provocó este problema. Es increíble lo que se lee por internet, circula un texto que me lo atribuyen y yo jamás hice. Incluso me llamaron del programa de Susana Giménez para hablar sobre ese texto. Pobre Susana, le fallé.
-¿Qué hubiera pasado si tu hijo Franco te hubiese salido hincha de Newell's?
-Franco salió afutbolístico, y antes que saliera de Newell's, eso es bueno. Que fuera leproso hubiera sido un castigo. El dice que es de Central, pero para quedar bien conmigo. Una vez confesó que lo hacía para no convertirse en un niño de la calle, porque lo hubiera echado a la mierda de casa.
-¿Dónde estabas el 19 de diciembre de 1971?
-En Alberdi, encerrado porque no me aguantaba la ansiedad en la casa donde ahora vive mi vieja. Allí vi ese día por televisión, fue todo un adelanto tecnológico, la palomita de (Aldo Pedro) Poy. Por ese episodio surgió la idea de un cuento que titulé con esa fecha. Quisiera encontrar más seguido ideas de ese tipo.
-Sin embargo muchos leen tus cuentos y dicen: "¡Qué hijo de puta, mirá lo que se le ocurrió!".
-Ese es el mejor elogio que me pueden decir.
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Fotos
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Fontanarrosa, junto a su hijo, durante el reciente homenaje en el Senado.
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