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Apuesta al rock

Gustavo cerati se anima a levantar el volumen de su música en "Ahí vamos", el disco más potente del ex Soda Stéreo

Pedro Squillaci

Anunciar la llegada a un lugar, o a un no lugar, suena como un aviso. La advertencia de que esa presencia no será idéntica a otras, que tendrá otro aire, distinta fuerza, un nuevo espíritu. Claro, tratándose de Cerati, lo que no cambiará es la esencia. Y quizá allí radique lo valioso de "Ahí vamos", el disco solista más rockero del ex líder de Soda Stéreo.

Pasado y presente confluyen en un trabajo que en lo temático aborda amores, desamores, despedidas y encuentros. Y precisamente, el mejor encuentro es el que protagoniza con Richard Coleman, un ex compañero de Fricción, un grupo de culto del pop dark de los •80 en cuya gestación participó Cerati, y aquí aflora la química de esa mixtura.

No fue casualidad que Cerati eligiese a Coleman para participar en este disco. Aunque para muchos el ex líder de Fricción sea poco menos que un desconocido, tiene mucho que ver en la vida de la voz de Soda, y, para ser más preciso, en su pasado rockero.

El disco remite en variadas ocasiones a esos días de inocencia musical de sus comienzos. Es por eso que Charly García y Luis Alberto Spinetta, referentes indiscutibles del rock en castellano, son aludidos en este material. García en la letra de "Crimen", la balada mejor cantada del CD, en la parte de "en llamas me acosté", que evoca al disco "Estaba en llamas cuando me acosté" (1995), en el que Charly repasa los hitos rockeros de otros autores que alimentaron su pasión por el género desde su infancia.

Spinetta aparece más sutilmente, pero también está allí, omnipresente. Es que el último tema de "Ahí vamos" es "Jugo de luna", una canción en la que Cerati describe un encuentro de sexo oral con su amada. Nada más parecido a "Jugo de lúcuma", en la que el Flaco Spinetta relata la misma situación en la apertura del disco "Invisible" (1974).

Pero más allá de las referencias citadas, el disco también tiene rasgos de la impronta de la más fina esencia de Cerati. En "Amor amarillo", su disco debut como solista, apuntaba a lo introspectivo; en "Bocanada" se regodeó con brillantes melodías barnizadas de arreglos sofisticados que sobrevivieron en un desparejo "Siempre es hoy". Ahora, Cerati habla del instinto de conservación, acusa el paso del tiempo, propone que "durar es mejor que arder" y hasta sugiere "estirar la cuerda" (¿de la vida o de la guitarra?) pero lo pide sólo "como una excepción".

El muchacho que alguna vez fuera el embanderado de los raros peinados nuevos de hace 20 años atrás, hoy se anima a componer una letra junto con su hijo Benito en "Adiós"; se pone místico en "Dios nos libre" y en "Médium", y no puede ocultar su presente glamoroso al citar a Shakira entre los agradecimientos del disco.

Ese mosaico es también el hoy de Cerati, un fino músico de rock que jamás se permitiría desafinar ni salir a la calle sin un touch de producción, porque sería escapar de su lógica. Todo ese contexto también está de alguna manera en "Ahí vamos".

"El fin de la pasión es que lo oculto se vea" canta mientras Coleman estira la cuerda de la guitarra eléctrica. El amor aparece como un objeto recurrente en la lírica de Gustavo Cerati. Incluso en su tema más híbrido, "Bomba de tiempo", ideal para bailar en una rave, pero con un cierre que incluye una distorsión como para salvar el honor rockero que conceptualiza al disco.

Con todo, aciertos y errores, "Ahí vamos" redondea un buen disco sin llegar a ser un gran disco. Que se hace disfrutable, sobre todo en la primera mitad, y que transpira calidad. Algo que identifica a Gustavo Cerati y lo coloca en un lugar de prestigio en la música de estos tiempos.