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 miércoles, 26 de abril de 2006  
EDITORIAL
Conmovedora lucha por aprender

Muchas veces se ha asegurado en esta columna que si bien el fundamento de la crisis que golpeó y aún afecta crudamente al país es sin dudas económico, la educación constituye el espacio clave para iniciar la reconstrucción tan anhelada. Y si bien es por supuesto el Estado el principal responsable a la hora de emprender ese largo camino, los esfuerzos individuales -de tan elevada aptitud ejemplificadora- constituyen otra de las ineludibles piedras basales. Y un ejemplo trascendente es el que acaban de brindar las diecisiete mujeres que recibieron anteayer sus diplomas en un emocionante acto efectuado en la Facultad de Arquitectura tras cumplir con la etapa inicial del Plan Nacional de Alfabetización, luego de aprender a escribir gracias al abnegado trabajo realizado por voluntarios de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

La mayoría de ellas ya ha ingresado en la sexta década de su vida. Pero la edad, lejos de ser un obstáculo para plasmar su objetivo, funcionó a manera de poderoso acicate. Isolina Miranda, de sesenta y cinco años, expresó con contundencia sus sentimientos ante una periodista de este diario: "Di el primer paso y ahora quiero seguir estudiando hasta que Dios diga basta".

La historia que las reúne suele tener puntos de partida similares. En sus orígenes resulta casi siempre posible detectar pobreza, necesidad de salir a trabajar desde muy temprano y familias que si pudieron privilegiar a alguien, lo hicieron con un varón.

Pero ellas no se rindieron y ahora, orgullosas, pueden ayudar a sus nietos a hacer los deberes escolares, firmar y también escribir una carta. Para que este milagro concreto se hiciera realidad medió la invalorable tarea que llevó adelante un grupo de alfabetizadores de la UNR, quienes también debieron poner una buena dosis de esfuerzo para cumplir con un trabajo que reviste no pocas dificultades. Aunque lo que más deba valorarse en este caso es la tantas veces reclamada inserción directa de la comunidad universtaria en la vida de la sociedad y en beneficio de los más humildes.

No hay que bajar los brazos: de la crisis se saldrá con gestos pequeños, con actos cotidianos protagonizados por la gente.
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