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 sábado, 01 de abril de 2006  
Editorial
Mujeres y trabajo

La igualdad entre los géneros, aunque cada día que pasa es mayor en la sociedad occidental, aún está lejos de haberse plasmado. Un relevamiento efectuado en esta ciudad reveló la disconformidad de muchas mujeres y las dificultades que enfrentan, pese a que no son pocos los hombres que las ayudan y hasta asumen, en el hogar, el rol protagónico.

Apesar de que, como bien se dice, los tiempos han cambiado y los añejos estereotipos sociales son hoy parte destacada en el repertorio del olvido, las modificaciones que se han producido en torno de la inserción femenina en el mercado laboral -si bien resultan tan elogiables como perceptibles- no alcanzan para concretar la tan reclamada igualdad entre los géneros.

En blanco sobre negro, las mujeres rosarinas se sienten en desventaja con respecto a los hombres, de acuerdo con datos de un estudio que en el mes de octubre pasado realizaron el Area de Investigación de Opinión Pública de Comunicación Social y el Area de la Mujer de la Secretaría de Promoción Social de la Municipalidad. Es que a pesar de que cada vez son más los varones que colaboran en las tareas hogareñas, y hasta resultan muchos aquellos que por distintas circunstancias asumen sin complejos y con éxito el rol protagónico en su casa, aun continúan en pie -sobre todo en los sectores más bajos y más altos de la pirámide social- los antiguos y cuestionables prejuicios en torno del "rol natural" de la mujer.

En función de estos prehistóricos conceptos que no pocos hombres -pero también mujeres- todavía sostienen de modo consciente o inconsciente, la división de tareas se ejecuta de acuerdo con el sexo de la persona.

En los hechos, esta situación repercute en que muchas féminas hacen una suerte de "doble jornada" laboral: en el empleo -son cada vez más, por vocación o necesidad, aquellas que trabajan- y luego en el seno de su propio hogar. De acuerdo con los datos del relevamiento oficial efectuado en esta ciudad, un cuarenta y cinco por ciento aseguró que pasa su "tiempo libre" nada menos que ocupada en tareas domésticas.

Otro elemento que merece seria consideración es la diferente naturaleza que posee el vínculo con los hijos: mientras muchas mujeres afirman que no trabajan más horas como consecuencia de las obligaciones que conlleva la maternidad, este no parece ser obstáculo para el sexo opuesto: sólo el cinco por ciento de los consultados lo ve como una dificultad. Dentro de las estructuras laborales, la desigualdad se vislumbra en que son escasas las mujeres que acceden a cargos jerárquicos dentro de las empresas.

Lo curioso, sin embargo, es que los varones no perciben la asimetría: ocho de cada diez ven a la situación como pareja.

Pero no pueden caber dudas de que, si bien las cosas están mejor en el espinoso terreno de la desigualdad entre los géneros, todavía se puede -y se debe- seguir mejorando. La dirección social en tal sentido es correcta: los nichos que resisten la positiva tendencia son cada vez menos y enfrentan cada vez mayor resistencia.
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