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 domingo, 19 de febrero de 2006  
Antártida: rumbo al continente blanco
Viaje educativo a bordo del crucero Nordkapp. Científicos a bordo ofrecen conferencias de historia y geología

El Nordkapp es un crucero con capacidad para más de 600 pasajeros pero sólo acepta unos 300 a bordo. Esto es porque en la Antártida no se pueden concentrar más de 100 turistas a la vez. Parte desde Buenos Aires en avión hasta Santiago de Chile y de ahí a Puerto Montt, donde comienzan los fiordos chilenos, una maraña de islotes y piedra que se inician en el paralelo 40 hacia el sur. El barco visita la isla de Chiloé, Puerto Chacabuco, Puerto Edén y al fin Punta Arenas, la ciudad más grande de la Patagonia chilena. Chiloé es imperdible, un destino en sí mismo no sólo por sus iglesias construidas con tejas de alerce y los palafitos -casas típicas edificadas mitad en el agua, mitad sobre tierra- sino también porque bajo un cielo agradablemente plomizo estallan los verdes matizados con retamas y lupines. No hace frío y llovizna, por lo que es habitual ver arcoiris en una región donde llueve más de 200 días al año.

Noruegos, alemanes, canadienses y americanos se esmeran por llevarse una raíz, una piedra, un par de hojas del piso, con la ilusión de apoderarse de una parte del paisaje. Desenfundan la cámara digital casi compulsivamente y filman tamizando todo a través del visor de sus cámaras. Los latinos parecen más acostumbrados a este paisaje algo rústico y sencillo, por no decir pobre.

Hacia mitad del viaje de dos semanas comienzan a verse los glaciares y antes de pasar por el Estrecho de Magallanes y el Canal de Beagle hay que superar las correntadas del Golfo de Penas. La visión de Ushuaia en el horizonte, pero sobre todo el Cabo de Hornos, son las últimas franjas de tierra que se ven en 48 horas. Por delante se extienden los 1000 kilómetros del Pasaje de Drake hasta la Antártida.


Llegando al Polo
Drake es sinónimo de olas y viento. La luz del verano austral se extiende noche y día y se torna molesta hasta que uno se acostumbra. La experiencia es intensa. Los vientos son de 60 nudos y agitan el casco que sostiene las siete cubiertas de 213 metros de largo. El Nordkapp continúa su lenta navegación hacia el Continente Blanco.

El viaje es eminentemente educativo, por eso a bordo hay un grupo de científicos que ofrecen conferencias en áreas como historia, geología, charlas de ornitólogos, botánicos y climatólogos. El sentido del viaje no es el entretenimiento, como sucede con la mayoría de los cruceros en el mundo. De hecho tanto el Nordkapp como su hermano gemelo el Nordnorge (que realiza el recorrido contrario) cuentan con una equipada biblioteca, amplios ventanales y terrazas que crean el marco ideal para dedicarse a la observación de la naturaleza. A través del viaje el pasajero curioso tiene la oportunidad de pisar continente blanco en cinco oportunidades, en cada una de las que se vivencian experiencias y sensaciones únicas en torno a una naturaleza privilegiada y virgen.

Los dos modernos barcos noruegos de Categoría Hielo, construidos en 1996 y 1997, de alta tecnología e instalaciones, aseguran el resguardo que la navegación en estas latitudes del planeta requiere.

La primera parada es en el cráter de un volcán, en Halfmoon Island. En las costas del antiguo puesto de balleneros Whalers Bay se cava un gran hoyo donde los noruegos e ingleses, luego de meterse en las gélidas aguas del océano antártico, se calientan con agua volcánica tibia. A lo largo de los cinco días se desciende en isla Decepción, isla del Diablo, Enterprice Island y Paradise Bay. Hay estaciones inglesas con museo (Lockroy Island), argentinas, polacas, y demás. Los icebergs alcanzan proporciones gigantes. Son monumentos que llegan a tener hasta 100 kilómetros de largo y albergan pingüinos y lobos marinos. Por el mar se divisan ballenas francas y petreles, albatros, gaviotas acompañan la navegación.

El barco cruje contra los hielos y debe cambiar su rumbo más de una vez. Los pingüinos de varias clases son los protagonistas indudables. Aprendemos a diferenciar el Emperador, el Adelia, el pingüino Rey, Papúa, el Macaroni y el Barbijo. Las recomendaciones de la Iaato (International Association Tour Operators) dirigen los movimientos en la Antártida con sumo cuidado.

La Antártida está tan lejos que apenas registramos su existencia. Es más grande que China e India y lo habitan menos de 3.000 personas. Hay sitios donde no llueve desde hace 20 millones de años. El mar es peligroso y frío. El viento cruza la cara incluso en esta primavera donde se disfruta el sol casi permanente. Nunca llega la oscuridad. Todo es un inmenso mapa por recorrer. Son unos 5.542 km desde Santiago de Chile para volver otro tanto hasta Buenos Aires. Un viaje largo y venturoso que será difícil olvidar.
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El viaje dura dos semanas y permite pisar el continente blanco cinco veces. Cada una de ellas es una experiencia única.

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