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 domingo, 19 de febrero de 2006  
Ramón Fruto goza de libertad condicional tras cometer un homicidio
Reconstruir la vida después de la muerte
Hace tres años asesinó a su mujer en forma "involuntaria". Hoy, quiere limpiar su nombre "ante la sociedad"

Eduardo Caniglia / La Capital

Ramón Fruto está quebrado y casi no puede disfrutar de la libertad condicional que le otorgaron hace un mes. Tampoco parece reconfortarlo demasiado que nuevamente esté trabajando en la sucursal de un conocido supermercado, en el barrio porteño de Boedo. El recuerdo de su esposa, a la que él mató en forma accidental, sobrevuela en su cabeza. Habla con parsimonia y describe con detalles lo que ocurrió la madrugada del 19 de noviembre de 2002 en su casa de Mendoza al 6500. Y asegura que su mujer falleció porque la pistola calibre 6.35 que él se había colocado en la cabeza en medio de una discusión se disparó en forma involuntaria cuando ella forcejeó para quitársela.

Así lo entendió un juez de sentencia y un tribunal de alzada. Ramón fue condenado a cuatro años y medio de prisión por la figura de homicidio culposo agravado por el uso de arma de fuego por el juez Ernesto Genesio. Después, la Sala III de la Cámara Penal confirmó la sentencia. Y el 9 de enero último salió en libertad condicional porque cumplió las dos terceras partes de la sentencia en la comisarías 14ª de barrio Belgrano y 31ª de Zavalla.

Después de ser excarcelado, Ramón, que tiene 34 años, recibió la primera buena noticia. Quienes se la dieron fueron sus ex empleadores, los dueños del supermercado Coto, donde trabajaba al momento del trágico suceso. Fruto se desempeñaba en una sucursal rosarina y le propusieron que regresara pero en el barrio porteño de Boedo. Aceptó y ocupa el puesto de encargado de rotisería. "Me plantearon dos opciones. Una era que continuara trabajando y la otra que arreglara un retiro voluntario. Yo elegí trabajar", comentó.

La historia de Ramón y Graciela Susana Meza comenzó en 1999. Ya hacía 10 años que él había llegado a la Capital Federal desde Formosa -su lugar de nacimiento- cuando la conoció en una sucursal del súper, donde se inició como cadete. El ya se había separado de su primera esposa, con la que tuvo cinco hijos. Y Graciela venía de un proceso de divorcio similar. De la nueva relación nació una hija que en la actualidad tiene 5 años y vive con su abuela materna en el Gran Buenos Aires.

Ramón dice que a través de esta nota en La Capital quiere "blanquear su situación legal frente a la sociedad". Y recuerda lo que pasó una fatídica noche de hace tres años en la casa que ocupaban en barrio Belgrano. "Esa noche yo tenía que terminar el toldo de una verdulería que íbamos a instalar los dos (por Graciela). Como ella no había comprado los materiales salí con unos amigos a comer una pizza. Llegué tarde y comenzamos a discutir. Ella me dijo que me iba a dejar y que volvería a Buenos Aires. Yo le pregunté por qué, si habíamos decidido juntos abrir el negocio. Ella no entendió cuando le dije que era la primera vez que salía solo. Insistió con que se iba a ir sola a Buenos Aires. Y entonces le dije: te voy a demostrar que te quiero. Agarré la pistola del placar y me la puse en la cabeza. Yo estaba seguro de que no tenía balas porque se había caído el cargador. Ella intentó sacármela y forcejeamos. Pero el arma se disparó. Después me enteré que tenía una bala en la recámara", memoró Fruto en el estudio jurídico de Luis Alberto Todino, uno de sus abogados.

La mujer se desplomó al suelo y, desesperado, el empleado sólo atinó a salir corriendo y pedirle al propietario de una heladería vecina que llamara a la policía y a una ambulancia. "Se me escapó un tiro", le dijo al comerciante con angustia. Fruto dice que vio a su mujer malherida, pero creyó que había sobrevivido. Cuando ya estaba detenido en la seccional 14ª, un policía le comentó que había fallecido. "Tuve una crisis de nervios e intenté suicidarme cuando me lo dijeron", afirma.

El empleado de Coto negó que haya gozado de privilegios mientras estuvo detenido en la comisaría de Marcos Paz al 6600, como afirmó una agente de esa repartición ubicada a sólo 100 metros de la casa donde se perpetró el drama. "Lo que se dijo es mentira. Yo hacía tareas de limpieza y de mantenimiento porque me trataban bien. Lo dijeron por una interna de ellos. El problema era con otras personas porque yo era la parte débil", comentó Ramón. Aunque admitió que estaba alojado "solo, en la oficina del cabo de cuarto".

-¿Cómo piensa reconstruir su vida?

-Tengo que seguir luchando por mí y por mi hija. Y creo que voy a levantarme.

Por su parte, el abogado de Ramón indicó que "lo que le pasó (a Fruto) fue una fatalidad que le puede ocurrir a cualquiera. Por eso mi cliente quiere aclarar su situación legal ante la sociedad".
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Ramón Fruto recordó que la noche de la tragedia familiar se puso el arma en la cabeza y su mujer intentó quitársela.


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