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 domingo, 19 de febrero de 2006  
Astrología: un sueño antiguo (II)

Poco tiempo después de la difusión de las teorías de Claudio Ptolomeo se desarrolló en el imperio romano la escuela filosófica neoplatónica, cuyo máximo exponente fue Plotino (205-207) quien reconoció el profundo vínculo existente entre cielo y tierra. Aunque el concepto de libre albedrío no fuera todavía definido, fue Plotino quien atribuyó al ser humano la facultad moral que le permite plasmar la propia vida.

La interpretación del lenguaje de los astros, signos reveladores de la sabiduría divina, favorecía ese objetivo. Esta fue una reacción al absurdo determinismo de los adivinos de la Roma decadente que habían hecho de la astrología una creencia fatalista donde el hombre se transforma en esclavo de las fuerzas astrales.

Luego de la caída del imperio romano de Occidente (476), la cultura y la vida intelectual de la civilización grecorromana se detuvieron; este período de inacción cultural en Occidente coincidió con un florecimiento de las artes y las ciencias en Oriente. Los árabes tradujeron del griego y del persa muchos libros de ciencia antigua, y recibieron estudiosos que llegaron a sus tierras y construyeron un observatorio astronómico en Bagdad. Gracias a ellos la astrología regresó nuevamente a Occidente volviendo a ser motivo de interés y de estudio (cátedras universitarias de astrología se dictaban en las universidades de Bolonia, París, Salamanca y Tubinga).

Los árabes trasmitieron sus conocimientos en la Península Ibérica durante su ocupación (siglos VIII-XV). En la corte de Alfonso X El Sabio (siglo XIII) se tradujeron obras fundamentales de astrología. Autores como Abu Masar, Alkinidi y Abram Ben Ezra documentaron en la cultura árabe y hebrea del Medioevo elementos matemáticos de la astrología.

El cristianismo en sus inicios necesitó adaptarse a las creencias profundamente arraigadas de antiguos cultos paganos, y a la tradición astrológica de la cual tomó muchos símbolos. En el calendario cristiano los nombres de los días de la semana mantuvieron su relación con los cuerpos celestes. ¿Cómo fue elegido el 25 de diciembre como nacimiento del Salvador si aún no es posible probar que sea el día preciso? La coincidencia del 25 de diciembre con el solsticio de invierno en el hemisferio norte corresponde a la fiesta pagana del "Sol invictus", dios de la luz, instituida por el emperador Aureliano (270-275).

La celebración de la fiesta de la luz estaba en relación con el momento del año en el cual la luz del Sol comienza a aumentar, terminando en junio en el solsticio de verano. El Sol invicto estaba destinado a triunfar sobre las tinieblas del mal, y era celebrado en esa misma fecha en la figura de Mitra, divinidad indo-iraní. En el Concilio de Nicea los cristianos se pusieron de acuerdo sobre la fecha del nacimiento de Cristo, en el solsticio de invierno, y el de su resurrección en el equinoccio de primavera para promover una alternativa a las fiestas paganas. Ambas celebraciones están relacionadas con el año solar.


Religión y magia
En el Renacimiento la astrología conservó su carácter ambiguo entre religión y magia, sobre todo por la gran influencia de los textos herméticos, y el descubrimiento de escritos antiguos que eran reinterpretados en clave esotérica. En ese período se iniciaron búsquedas en las bibliotecas de toda Europa para descubrir manuscritos que el Medioevo había ignorado, o conocido de manera indirecta. Sin embargo, la novedad de esta búsqueda de lecturas no se encuentra sólo en la cantidad de autores clásicos estudiados en la Edad Media, sino en la actitud particular que los humanistas tuvieron con estos autores.

Las iglesias católica y protestante creyeron ver en la mitología astrológica del Renacimiento una reminiscencia de los dioses griegos y romanos. Rechazada la conciliación entre astrología y teología cristiana, según la interpretación neoplatónica de los movimientos astrales como causas instrumentales o "signos" de la divinidad, la astrología fue condenada por la iglesia de Roma como superstición y contraria al libre albedrío. También Lutero la condenó como una versión pagana del "albedrío servil", semejante a la idolatría.

La tendencia a la racionalización y al materialismo en los métodos de investigación provocó una dura polémica contra la astrología. Sin embargo continuó siendo practicada en gran parte de las cortes de Europa porque la mayoría de la gente creía en el influjo de los astros; el prestigio de los astrólogos creció notablemente y a ellos recurrían papas, reyes, príncipes y hombres de estado.

Kepler (1571-1630) fue un ilustre astrólogo. Es famosa su predicción donde advierte a "quienes tienen poblaciones bajo su autoridad de evitar cualquier medida que pueda provocar reacciones violentas, y de tener al pueblo controlado porque en mayo de 1618 comenzarán complicaciones políticas importantes". Precisamente en ese mismo mes ocurrió la Defenestración de Praga que fue el inicio de la Guerra de los Treinta Años (es interesante subrayar que en estos momentos estamos frente a una configuración astral semejante a la de aquella guerra que tuvo motivos religiosos).

Galileo (1564-1642), Tomás Campanella (1568-1639), Tycho Brahe (1544-1601), dedican amplio espacio en sus estudios a la astrología. Goethe (1749-1832) la incluyó en el grupo de las ciencias humanas, y Federico Schelling (1775-1854) valorizó en su obra filosófica la herencia astrológica del pasado sosteniendo el principio de "la unidad de todos los opuestos y de la armonía que actúa en el mundo de las fuerzas heterogéneas".


Situación actual
Pruebas estadísticas llevadas a cabo en La Sorbona y en la universidad de Berlín han confirmado la correspondencia entre una situación astral y una determinada facultad humana. Desde el campo de la psicología, Jung define a la astrología como una doctrina de "tipos astrológicos", capaz de hacer consciente las motivaciones inconscientes en la tipología simbólica de la psiquis colectiva. Según esta teoría, la astrología sería una teoría psicológica de los signos planetarios entendidos como "arquetipos", o sea un simbolismo que percibido en su integridad estaría en relación estrecha con la verdad secreta y profunda del ser humano.

Actualmente, un relativismo generalizado en la cultura, la creciente globalización, el intercambio de los valores y la disolución de la "sabiduría unitaria" complican los principios astrológicos. Sin embargo, se está verificando un verdadero "salto de cualidad" gracias al apoyo que ofrecen nuevas ciencias como la psicología, la antropología, la astrofísica, la biología y la semiología. En las nuevas concepciones astrológicas el libre albedrío, el pasado, el presente y el futuro estarían íntimamente ligados a los contenidos que la conciencia puede transformar. El futuro en cierto sentido es ya "presente", espera sólo que nuestra conciencia proceda a iluminarlo.

Ana María Seghesso

Estudiosa de astrología

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