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sábado,
11 de
febrero de
2006 |
Viajeros del tiempo
Un robo audaz. El domingo se llevó a cabo un valiosísimo robo en la calle San Martín 812, casi esquina Córdoba, donde tiene establecido el señor Carlos U. Perret un negocio de joyería y relojería. Ese día, y como acostumbra hacerlo, cerró herméticamente su negocio, y después de la cena se dirigió con su esposa y su suegro a la plaza de Mayo mientras su madre fue a revisar la joyería. Al poner la llave en la puerta ésta cedió por sí sola; ¡estaba abierta! La señora fue entonces a la plaza de Mayo a avisar a su hijo lo que ocurría, sin atinar a dar aviso al agente de facción que se hallaba en la misma esquina. De regreso, el propietario vio un centenar de estuches que contenían alhajas de valor completamente vacíos. El comisario de pesquisas comprobó que la puerta del fondo estaba cerrada por dos pasadores, cadena y llave, y que no había rastros de que alguien hubiera escalado la pared, así que la única explicación era que hubieran entrado por la puerta de calle, que tiene dos cerraduras. Sin embargo, las mismas no presentan signos de haber sido violentadas, por lo que se presume que fueron abiertas con llaves idénticas a las del dueño. ¿Cómo han podido conseguir llaves idénticas? También es de notar que el ladrón arreó con el contenido de 99 estuches, despreciando todo lo demás, y que de la caja de fierro, que imprudentemente se había dejado abierta, se sacó un rico collar de perlas mientras que 1.500 pesos que estaban en un cajón de la misma caja permanecieron intactos, así como también unos 500 pesos de cambio chico que se encontraban en un mostrador. Como se ve, el robo ha sido audaz, y está rodeado hasta ahora del mayor misterio a pesar de las activísmas diligencias hechas para esclarecerlo (1).
Germania Park. Se inauguró el domingo el hermoso local que lleva este nombre, ubicado en las inmediaciones de Sorrento sobre la margen derecha del río Paraná, y al que se podía llegar con vaporcitos que al efecto salían del muelle Castellanos a las 2, 3 y media y 5 p.m. a un precio de 50 centavos el boleto de ida y vuelta. Todos los invitados fueron obsequiados por el señor E. Filippini, propietario del establecimiento, con chopp que se expendía a discreción y que era de la cervecería Germania, una nueva marca que ha tenido general aceptación (1).
Los velillos. Los velos que las señoras acostumbran llevar por la cara constituyen para ellas una multitud de peligros. Aparte del ya conocido de vehículo de varias enfermedades por absorción del polvo de las calles y que al ser aspirado penetra en la boca juntamente con los microbios del tétano, la tuberculosis y el cáncer, el célebre oculista alemán Nogal dice en una revista de Berlín que produce padecimientos en la vista y que las mujeres se estropean así la salud deliberadamente. Ya que no es posible desterrarlos porque a ello se opone la moda, el doctor Nogal preconiza el uso de los velos negros, sin motas y sin mallas poco cerradas (2).
Investigación y realización Guillermo Zinni.
Ver diario La Capital de 1901 (1) y 1903 (2).
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