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viernes,
23 de
diciembre de
2005 |
Marca con clase y cosecha títulos
El ex defensor rojinegro, campeón con Corinthians, confesó a Ovacion sus ganas de volver a Newell's y dijo que aceptaría con gusto un pase a River
Lucas Vitantonio / La Capital
No le pega para arriba. Cuando el delantero lo encara se planta con personalidad y con clase lo despoja del balón. Sabe ordenar a sus compañeros y tiene criterio para proyectarse con la pelota al pie. Jamás comete faltas con mala intención y es honesto dentro y fuera de la cancha. Estos atributos le permitieron a Sebastián Domínguez convertirse en símbolo y capitán de los equipos donde jugó. En 2004 fue campeón con Newell's y este año acaba de ganar el torneo de Brasil con el Corinthians. Surge un caudillo con chapa internacional.
Seba Domínguez acepta el mano a mano y no esquiva pregunta. Cuenta que su primer año en el fútbol de Brasil fue "positivo" más allá de la lesión que le impidió estar en el último tramo del torneo, confiesa su deseo de volver a Newell's en el futuro para "pelear cosas importantes", reconoce que Américo Gallego fue el técnico que "más lo bancó", admite que en este ciclo de la selección argentina no tiene "chances" y dice que "aceptaría con agrado" un posible pase a River para la temporada 2006.
El ex defensor de Newell's llegó a Corinthians en enero y se adaptó rápidamente al fútbol brasileño. "Salvo la lesión que a fin de año me marginó de las últimas fechas, tuve un buen nivel durante toda la temporada y hasta llegué a ser el capitán del equipo. Además logramos ser campeones de una competencia muy exigente. El primer semestre fue muy bueno porque estaba bien físicamente, luego la pubialgia se agudizó y jugué hasta donde pude", relata.
En Corinthians siempre jugó y lo hizo de líbero y stopper, por derecha e izquierda. Hasta que la dolencia le impidió estar en las instancias finales de la Sudamericana y los diez partidos finales del Brasileirao, donde el Timao en el que también están el ex River Javier Mascherano y el ex Boca Carlos Tevez, se coronó campeón.
A Domínguez le tocó padecer una de las lesiones más comunes y molestas que tienen los futbolistas. "Empecé a tener síntomas de pubialgia en la pretemporada en Brasil. Sentía mucho dolor y paré un mes para ver si me recuperaba. Luego seguí jugando hasta que me desgarré y terminé de romperme el aductor derecho, todo como consecuencia de la pubialgia", cuenta Seba, que hace dos meses se operó en Brasil y ya está en el final de la rehabilitación.
No son muchos los jugadores que dan la vuelta olímpica dos años seguidos en clubes y países diferentes. "No comparo la obtención de los dos torneos porque el de Newell's fue diferente al de Corinthians. En el título rojinegro estuve mucho más feliz, jugué y fui capitán todo el año, me sentí más campeón. Lamentablemente en Brasil me perdí los últimos partidos. Igual todo suma para la foja de servicio", expresa.
Emigrar a Brasil es incursionar en un mundo poco conocido para los argentinos. Pero a Seba se le hizo todo más fácil, ya que los hinchas y compañeros lo recibieron de manera "excelente". Además estuvo con otros criollos como Mascherano y Tevez, con quienes entabló amistad. "Con Javier compartimos la rehabilitación porque él también se lesionó y nos llevamos muy bien. Y con Carlitos estábamos juntos en las concentraciones, y lo aprecio por su humildad y sinceridad, algo que en jugadores de su nivel es difícil encontrar", confía.
En su primera temporada en el exterior encontró diferencias entre el fútbol argentino y el de los pentacampeones del mundo. "Los delanteros de Brasil y Argentina se destacan por la imaginación. Incluso los brasileños están un escalón encima. Están todo el tiempo pensando en hacer una jugada nueva para tener difusión en los medios. Además cuando patean al arco la pelota va casi siempre en dirección a los tres palos y es difícil que salga desviada a la tribuna. Allá no te perdonan y por eso hay tantos goles. La debilidad es que se defiende mal, con pocos jugadores", explica con claridad el defensor que optó por cambiar de bando y ahora jugará para los casados.
Convencido de sus palabras, con ganas de volver a saltar a la cancha y ser la voz que ordene a la defensa de su equipo, Domínguez mira al futuro con una sonrisa y la pelota al pie para salir jugando con clase.
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