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domingo,
18 de
diciembre de
2005 |
De lo virtual a lo real
Beatriz Vignoli
La palabra inglesa painting, equivalente en castellano a "pintura", ha reprimido su origen de gerundio: nadie dice un pintando, aunque bien podría.
Para recuperar algo de lo perdido en la traducción, Fabián Marcaccio (Rosario, 1963) se refiere a muchos de sus gigantescos cuadros "maximalistas" como un pintante. No en vano formado en la Escuela de Filosofía en la UNR, Marcaccio ha acuñado un término que es una intraducible traducción literal de painting, no como pintura terminada sino como sujeto de una acción aún en curso. En inglés, lo retraduce como paintant, que a su vez sugiere una mezcla de "pintar y mutante".
"Pintante" implica que la pintura (en presente) pinta. Desde sus tiempos de niño prodigio en el taller de Jaime Rippa, y sobre todo a partir de sus estudios en la estética neobarroca del filósofo francés Gilles Deleuze y el kitsch onírico del alemán Walter Benjamin, Fabián Marcaccio viene concibiendo y trabajando a la pintura como un campo de acontecimientos plásticos. Más que una composición estática, sus obras son campos de batalla donde (y de ahí lo de maximalismo) más no podría suceder. Y de recuperar lo perdido en la traducción precisamente se trata: al no ser concebido sólo como representación sino además como acontecimiento, el pintante de Marcaccio, como antes sus precursores, el all over painting y también el arte abstracto rebautizado como "concreto" por sus autores, ha reformulado la pintura como cosa-en-el-mundo, dando por superado el dualismo entre la representación y lo real. Fragmentos a medio regurgitar de cosas y de signos más o menos familiares (logotipos, ropa, mercancías) emergen entre la materia pictórica, donde, a su vez (según el artista declaró a Katy Siegel en una nota de Artforum), "cada pigmento tiene su propia realidad".
Algunos de estos elementos duros, procedentes del mundo, que aparecen en el cuadro como no masticados ni digeridos del todo por el proceso de pintar, constituyen lo que Marcaccio llamaba "emblemas" en los años 80, cuando empezó a consolidarse el aspecto conceptual de su poética. Ya entonces tomaba sus imágenes de fotos halladas en revistas, como la del "niño perro" de la India, que está en varias de sus pinturas de la época y fue recurrente en una serie de graffiti en las paredes de Rosario, firmados FEM. Hoy, ya tiene hecha una carrera internacional de solidez indiscutible.
ABSTRACCIÓN EXPANDIDA
Lo que cambió drásticamente en los años 90 es su técnica. Aunque ya en los años 80 venía experimentando con siliconas, que le interesaban por su materialidad traslúcida, recién en Nueva York Marcaccio absorbe nuevas influencias, entre ellas la del cotizado pintor matérico Jonathan Lasker, e incorpora nuevas tecnologías. Aunque conceptualmente se le opone por considerarlo "unitario" y no múltiple, Marcaccio nunca se aparta del todo del all over (estilo abstracto americano de los años 50, con manchas que cubrían todo el campo pictórico sugiriendo que éste seguía, infinitamente, más allá del marco) que es parte de la abstracción que él reconoce como sus orígenes: lo que hace es fragmentarlo, hibridarlo... y expandirlo en todo sentido. Es decir: enriquecerlo, abrirlo (repensarlo como "obra abierta") pero también llevarlo a escala monumental. Su "Re-sketching Democracy" (2004), que se vio en el marco de una serie de exhibiciones sobre Barroco y neobarroco en el Domus Artium de Salamanca, "desarrolla sus casi treinta metros de longitud como una lengua recién amputada al filo de la pared", según una reseña del crítico Borja Martín-Andino. Su "Confine Paintant" (2003), un pintante pintado digitalmente, impreso en vinilo, luego terminado con materiales como óleos, siliconas y polímeros en el lugar mismo de su exhibición en la playa de Ostende, Bélgica (entró arena en el cuadro, y quedó), mide 334 metros de largo. La obra con que Marcaccio participó en la edición 11 de la megamuestra Documenta a comienzos de este siglo ya es de tal extensión que él prefiere definirla como un "pintante ambiental".
Volviendo a la filosofía deconstructivista, la noción benjaminiana-deleuziana de "coagular" un flujo (en este caso, un flujo de imágenes) para crear "un pasaje" fue crucial en dicha obra: "Muchas de las imágenes que utilizo están sacadas de Internet", dijo en una entrevista con Pat Binder y Gerhard Haupt. "En un sentido es como captar una porción del material que está fluyendo en la red y petrificarlo en un momento en relación con un espacio y una arquitectura. Es una pintura que de alguna forma crea un pasaje entre lo arquitectónico real y el mundo virtual". Por último, cabe destacar que la densidad de esta "abstracción expandida" que es la obra de Fabián Marcaccio no es sólo estética, sino también política.
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