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 domingo, 18 de diciembre de 2005  
Escasa vida social y un físico desproporcionado

Los vigoréxicos tienen pocas relaciones sociales, una baja autoestima y un aspecto físico desproporcionado, debido al desarrollo exagerado de los músculos, según los profesionales que investigan los indicadores sintomáticos de quienes padecen esta afección aún no registrada como enfermedad. La estadística indica que la edad afectada oscila entre los 17 y 35 años y que se registra especialmente en la población de clase media y media alta. Los afectados sufren de distorsión severa de la imagen corporal y obsesión por ella y, en general, se perciben como muy pequeños, porque hay una pérdida de realidad en esa percepción. Presentan una conducta de tipo adictiva y compulsión al entrenamiento; sienten depresión, ansiedad, culpa y malhumor cuando no pueden asistir a entrenarse (por el incremento de endorfinas). Además, tienen tendencia a la automedicación (anabólicos, testosterona y esteroides aminoácidos, entre otros), a modificar la dieta con exceso de proteínas e hidratos de carbono, y a comer pocas grasas. Otra característica es la desproporción del aspecto corporal: tienen cabeza pequeña en relación al cuerpo voluminoso, ya que siempre se preocupan por engrosar sus músculos. Se trata de gente de baja autoestima, que pierde las relaciones sociales por su adicción al gimnasio, y los casos de este tipo de comportamiento se incrementan en época estival.
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