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domingo,
20 de
noviembre de
2005 |
Un especialista en violencia escolar analiza los episodios registrados en Rosario
"Un chico que porta un arma necesita que le devuelvan la infancia"
Para el psicólogo Sebastián Grimblat los conflictos son producto de la descomposición social
Lucas Ameriso / La Capital
"Lo que necesita un chico que porta un arma en la escuela es que le devuelvan la infancia". La afirmación provino del especialista en violencia escolar Sebastián Grimblat, quien "desde hace años" viene advirtiendo sobre la recurrencia de este fenómeno en las escuelas de Rosario. El psicólogo y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) reflexionó en torno a los últimos episodios de agresiones entre alumnos de barrio Cristalería, las amenazas de un padre a una docente de Villa Gobernador Gálvez y el ingreso de un pibe de 14 años a la Escuela Nº609 con un revólver calibre 32 cargado.
-¿Los recientes episodios de violencia son un fenómeno nuevo?
-Vienen ocurriendo y hace muchos años. Mientras se fue descomponiendo el tejido social y el campo público se encogió como un traje, quedó por fuera aquello que se ve como marginalidad. Esto tiene una causalidad muy definida, es a fines de los 80 y es un proceso que se vive a nivel nacional. Es mucha gente que queda por fuera de la sociedad, a merced de un circuito de instituciones que la contiene. Hoy en día vemos que existe una tercera generación de marginales, donde los excluidos ya son abuelos. Y esta población va incorporando tipos subjetivos acordes a la marginalidad.
-¿Y en la escuela específicamente?
-La escuela históricamente fue la abanderada del proceso civilizatorio. Tuvo que lidiar con las diferencias sociales y con la expulsión, pero bajo la promesa de que quienes lograran incorporarse al proceso civilizatorio también lo harían a la sociedad. Los tipos de familia y de barbarie sarmientina no son las mismas que las actuales. En la de entonces estaban en pie todas las instituciones, pero confrontaba con el ideal científico. Esto es lo que Sarmiento refirió como "civilización o barbarie". Ahora no está más este modelo y fue reemplazado por la barbarie anómica. Producto de una descomposición generalizada de los lazos, tanto en el sistema de salud como en el educativo lo único que se logra es mantener la vida biológica. Los espacios educativos son áreas de tránsito y donde los chicos pueden comer. Estas poblaciones marginales concurren a las escuelas sin "estar" en la escuela.
-¿Y este diagnóstico que efectos produce en el sistema educativo?
-Al interior del sistema se viven situaciones atípicas, como la proliferación del embarazo adolescente, alumnos que delinquen, padres que amenazan a los maestros, fracaso escolar masivo y docentes que les temen a los alumnos porque son delincuentes. O sea, una situación atípica generalizada, producto de un proceso de descomposición social.
-¿La violencia no es escolar sino que pasa por la escuela?
-Claro, pasa por la escuela como una forma de atravesamiento, sin que la escuela logre, mediante la pedagogía, alterar este flujo, marcarlo de alguna forma. Los docentes se encuentran con paradojas como la vigencia de la ley federal de educación, que ha transformado la escuela en una pequeña empresa donde se discuten tablas de producción para mantener los chicos dentro de las aulas.
-¿Por qué un chico lleva un arma a la escuela?
-Un chico que juega al fútbol y practica después de la escuela pone los botines en el bolso. Un chico que adopta la delincuencia como forma de vida es una víctima del sistema. Si un chico lleva un arma es porque todo el sistema social se ha descompuesto y ha perdido su condición de niño. Las instituciones que deberían ampararlo no lo hacen. Alguien tiene que sacarle el arma y es el adulto, ya sean padres, maestros o vecinos. En sectores empobrecidos, pero también en la clase media, se ha perdido el lugar del adulto con respecto al niño. Debería ayudarlo a distinguir lo que está bien de lo que está mal.
-¿Falta mucho para que en la puerta de las escuelas se ponga un cartel que diga "prohibido entrar con armas"?
-Debería haber una reflexión grande para saber qué clase de niños van la escuela de hoy. Cuando se descompone el campo público, es la guerra de todos contra todos y todos resultan peligrosos.
-¿Se está diluyendo la infancia?
-Creo que sí, ya no es el niño que debía estar bajo el amparo del adulto, lo que va emergiendo es la idea del niño peligroso. Habría que devolverle la niñez a un chico que lleva un arma, no es un demonio, es un chico. Si lo hace, es porque este contexto lo excede. No hay que ubicarlo enseguida en el lugar del delincuente. Porque sino se genera una paranoia terrible donde cualquier chico es un posible asesino serial. Que haya chicos marginales que usan armas, es la consecuencia de una serie de situaciones y no deja de ser grave.
-¿Sucederá otra vez que un chico vaya armado a la escuela?
-Es la consecuencia de un proceso social histórico y político. Si este escenario genera esto, este tipo de cuadros seguirá existiendo y llevará muchos años de una política coherente y de una inversión en el campo público para desarmar a la niñez y volver a restituir la infancia.
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Grimblat: los espacios educativos más pobres son áreas de tránsito.
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