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 miércoles, 16 de noviembre de 2005  
Una competencia de uniformes en el conventillo
La disputa para llegar a ser jefe de Rosario implicó, dentro de la fuerza, campañas de desprestigio entre rivales

Es algo más o menos acostumbrado el despliegue de expectativas cuando entran a danzar nombres para renovar las unidades regionales. Pero la magnitud de refriegas e intrigas esta vez fueron inéditas e incluyeron, en algunos casos, un juego sucio casi jamás visto. La codicia por llegar a la Jefatura de Unidad Regional II empujó a algunos candidatos a romper todas las reglas de camaradería para desbarrancar a los competidores: ventilar antecedentes, ideologías y vínculos que hundieran al contrario fueron parte de un vale todo que terminó por enardecer al gobierno.

La conquista de la sede de Ovidio Lagos al 5200 instaló un peculiar duelo de bajezas. Uno de los oficiales que tenía el camino despejado para ser jefe de Rosario era Raúl Aniceto Morán, un comisario mayor que, según el gobierno, ostenta buenos pergaminos tanto por su formación técnica como por su desempeño en dos departamentales (Casilda y Cañada de Gómez) a las que tomó en estado crítico.

Morán, que parecía número puesto para Rosario, tropezó con un rumor que le pinchó el globo: una campaña de correos electrónicos y mensajes que daban cuenta de una supuesta adhesión filonazi, con apego al uso de uniformes alemanes, a la disciplina marcial y a la celebración de fechas significativas para el Tercer Reich.


Rumores y sorpresas
Cerca de Morán daban cuenta de que este oficial había quedado desarmado ante la magnitud del señalamiento. "Decía que con su trayectoria puede pelearle a cualquier competidor en buena ley, pero que no tiene armas para enfrentar a un fantasma", contaba un allegado a este comisario que será designado en San Lorenzo. "Tal vez me difamen los que saben que conmigo no hay lugar para negocios raros. No tolero acuerdos con delincuentes ni con piratas del asfalto", remarcó Morán, consultado por este diario.

Otro de los que pintaba como candidato a Rosario era el hasta hoy jefe de San Lorenzo, Reynaldo Andrada. Sus adversarios habían preparado una salva de anuncios por si era el elegido: iban a recordar que había sido el jefe de Orden Público relevado en abril de 2001, justamente de Rosario, por las denuncias de recaudación ilegal.
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