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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
Leon, con aires de Gaudi, reyes y santos
En la ciudad española vibra el alma de hombres bravíos. Monumentos y edificios emblemáticos
Aurelio Alvarez
Cautiva por presencia. Llegar a León hipnotiza nuestra atención y, no más poner pie en ella, dan ganas de desandar sus calles con espíritu jacobeo, más allá si uno lo ha hecho como parte -o no- del Camino de Santiago, que lo es. Sencilla su gente e incomparables sus monumentos que nos reciben con una bienvenida a cada paso que damos.
En pleno centro de la ciudad, la plaza Santo Domingo sobresale por una fuente circular que constituye su mejor seña de identidad. Entre los variados edificios que la circundan, un moderno centro hotelero y un amplio y vistoso inmueble de ladrillo rojo visto que en su exterior está salpicado por llamativas conchas peregrinas, en clara alusión al camino compostelano.
Diferenciada del resto de edificios, la iglesia de San Marcelo, patrono de la ciudad, se exhibe tal como fue erigida en el siglo XVI. En ella se guardan las reliquias del santo, centurión romano decapitado en Tánger a fines del siglo III por abrazar la fe cristiana.
Cerca de allí, otra plaza, más pequeña. Allí nos espera un encantador "castillo de hadas", obra del arquitecto catalán Antonio Gaudí, que hoy en día se conoce como Casa Botines, su primer propietario, y donde funciona una entidad crediticia. De inspiración medieval, exteriormente es de piedra caliza y en la parte central de su fachada destaca un llamativo San Jorge, de pie, matando al dragón.
Podemos sentarnos a admirar tanta belleza en un banco cercano, aunque uno de sus extremos se halla permanentemente ocupado por un destacado señor ataviado con sombrero. Es Gaudí, inmortalizado en singular escultura, trazando los planos del edificio Botines.
En uno de los laterales de la misma plaza abre sus puertas el famoso Palacio de los Guzmanes, actual sede de la Diputación Provincial, de forma trapezoidal y fachada en piedra de sillería. Por su costado más transitado se abre en suave pendiente la popular Calle Ancha, que conduce directamente a la catedral. A su vera se despliega una sucesión de hermosas casas particulares que dignifican la vía. En su mayoría son construcciones de estilo clásico, del siglo XIX y principios del XX, con una gran riqueza decorativa en balcones y miradores, e incluso con incrustaciones cerámicas.
La Calle Ancha, por la que ingresamos en la zona antigua, delimita dos sectores: a nuestra derecha el popular Barrio Húmedo y a la izquierda, el Romántico. La visita al primero es obligada. El nombre, lejos de aludir a la meteorología o desperfectos de infraestructura, se debe a innumerables bares distribuidos por pintorescas callejuelas donde habrá que tomar vinos de la tierra acompañados de las inefables "tapas", tradición que arracima amigos y anticipa suculentas comidas en mesones gastronómicos. Como dice el dicho: "Quien no vino a León a beber vino, no se sabe bien a lo que vino".
Estamos en el corazón de la histórica León que recuerda en los rótulos que dan nombre a sus calles quiénes fueron sus viejos ocupantes, gremios de sangre judía: Platerías, Azabachería, Zapaterías, Carnicerías, Santa Cruz.
En el punto más alto de la ciudad se asienta la catedral leonesa, la "Pulchra Leonina" que mejor simboliza la respetable majestad de la historia local, terminada de construir en el siglo trece. Prodigio gótico, milagro de piedra y luz, en su interior además de la recomendada visita al museo, se pueden disfrutar de sus casi 1.800 metros cuadrados de vidrieras que producen un efecto estético inolvidable cuando el sol las atraviesa, aunque también los leoneses aconsejan maravillarse con su iluminación nocturna.
Frente a la fachada norte, la Casa de la Lonja, soberbio edificio de granito y trazas medievales, actualmente convertido en museo.
Desde la plaza de la catedral, y a través de silenciosas callejas que conforman el viejo León más típico, o bien regresando por el Barrio Romántico, podremos llegar hasta la Real Basílica de San Isidoro. Si optamos por la primera vía, impactarán las impresionantes murallas de época romana. Todavía se sostienen diversos hitos defensivos de la vieja Muralla Legionaria, que envolvía a León para protegerla de los ataques enemigos y que sufrió sucesivas restauraciones.
Una de las joyas insignes de la ciudad es la real basílica de San Isidoro, datada en el siglo XI. En su interior acoge el célebre Panteón de los Reyes, donde se guardan los restos de veintitrés personajes regios. Es imperdible su museo por las innumerables piezas que allí son exhibidas.
Desde esta basílica, por sus calles adyacentes, nos acercamos al antiguo hospital jacobita. San Marcos constituye una de las obras más destacadas del Renacimiento español, construida hacia 1531. Actualmente se ha convertido en un Parador de cinco estrellas, rodeado de la plaza homónima, amplio espacio en el que se sitúan 16 originales fuentes ornamentales.
Desde allí podemos admirar el actual y modernista polígono "Eras de Renueva", en donde se ubica el auditorio Ciudad de León, inaugurado oficialmente hace tres años por el príncipe Felipe de Borbón.
Dejamos San Marcos, y entre la margen del río Bernesga y esbeltos miradores de modernas casas, nos acercamos hasta la monumental fuente de Guzmán el Bueno, rodeada por una vistosa glorieta. La fuente está dedicada a la memoria de don Alonso Pérez de Guzmán, llamado "El Bueno" por su valiente y brava defensa del sitio de Tarifa. Prefirió entregar antes el puñal con el que dar muerte a su propio hijo en poder de las tropas enemigas, que rendir la plaza que le había confiado el rey Sancho IV.
Además del moderno puente que cruza el Bernesga, allí comienza otro ajardinado paseo que lleva el llamativo nombre de "Papalaguinda" y donde también concluye la avenida principal Ordoño II, centro de acreditadas firmas comerciales.
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