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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
El técnico tiene
cosas por resolver
Si lo de ayer en Ginebra le ocurriera en una de las semifinales del Mundial de Alemania 2006, sería realmente traumático. Es que faltaban sólo cinco minutos y parecía todo controlado. Inglaterra sólo podía llegar con los largos pelotazos de Beckham para un movedizo Rooney y estaban apagados, bien neutralizados, los otros mediocampistas con gol: Lampard y Gerrard. Pero el seleccionado de José Pekerman no tiene resuelto la sincronización y relevos ante pelotas cruzadas que caen al área chica.
Igualmente, hubo cosas positivas. Los ingresos de Maxi Rodríguez y Demichelis, especialmente, le dieron oxígeno a un mediocampo que en partidos anteriores extrañó mucho a Mascherano.
La clave sigue siendo el lúcido Juan Román Riquelme, tan talentoso como discontinuo. Aunque el despliegue de Esteban Cambiasso, acompañado por incansable trajinar de Juan Pablo Sorín, disimuló las reiteradas lagunas del ex Boca. El jugador de Villarreal es un excelente organizador, pero llega poco al área adversaria.
Inglaterra tuvo el mismo juego de hace 50 años. Al final resolvió como en aquel partido que filmó la BBC de Londres, en 1951, la tarde gloriosa del arquero Miguel Rugilo, bautizado el León de Wembley, por la cantidad de pelotazos cruzados que descolgó.
Los ingleses aprovecharon la técnica de sus mediocampistas, de buena pegada y nada más. No justificó, tampoco, a su DT, el sueco Sven Goran Erickson, pues cualquier entrenador británico hubiese hecho lo mismo.
Lo que no se sabe es si cualquier otro entrenador argentino hubiera hecho lo que hizo Pekerman en los diez minutos finales y fatales de la tarde suiza, en los que no supo cómo hacer para bajar la persiana al partido.
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