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| sábado,
12 de
noviembre de
2005 |
Cero en todo
Central empató pero sigue sin mejorar su fútbol
sergio Faletto / Ovación
¿Arte de lo impensado? No. ¿Juego Asociado? No. ¿Dinámica de lo imprevisto? No. ¿Combinaciones constantes? Tampoco.
¿Ideas conjuntas al servicio de una estrategia? En absoluto.
El partido de anoche fue mucho menos de lo que el cero a cero final indica. Central volvió a profundizar la amnesia futbolística que viene padeciendo en los últimos tiempos y de la cual deberá salir rápidamente para no repetir el espanto que le ocasionó ayer a sus hinchas en el Gigante, en coproducción con Banfield.
Cuffaro Russo no pudo modificar el rumbo de su equipo y el punto acumulado apenas le alcanza para disimular la ausencia de un patrón de juego. Claro está que no bastó para cambiar el humor de su gente.
El nuevo esquema que utilizó con un volante central, un enganche y dos puntas sólo le sirvió para asimilar el aprendizaje que no se necesita jugar con doble cinco para tener la contención suficiente en la mitad de la cancha.
El orden defensivo fue la única virtud que exhibió la Academia ante un Banfield que sustentó sus avances más en la impronta que en la inteligencia. Y en esta confrontación de fuerzas prevaleció el oficio de un Chamot que se mostró mejor y de un Raldes que recuperó su nivel.
El primer tiempo transcurrió en una verdadera intemperie. La pelota rebotó una y otra vez en la intrascendencia. El común denominador de los 22 y también de los respectivos bancos era la impotencia de tener que jugar y no saber cómo. Pensar en la posibilidad de que una idea pudiera florecer en el centro del Gigante era más difícil que escribir una utopía similar a la de Tomás Moro.
Era tan paupérrimo lo que devolvía el partido que ni siquiera podían acertar un pase con la mano desde un lateral. Y no sólo erraron uno sino que la secuencia se repitió en tres oportunidades. Esta descripción puede parecer exagerada, pero no lo es. Tanto que los hinchas encontraban en el de al lado el mejor entretenimiento a través de una charla, llegando al extremo de hacer caso omiso a lo que sucedía en el campo.
El entretiempo llegó como un alivio, casi como una esperanza de que esta monótona historia pudiera revertirse. Pero no. Lo único que cambio fue que Baldassi sacó las primeras amarillas y que los técnicos introdujeron variantes. Pero el partido siguió tan aburrido como siempre.
El murmullo de los canallas se fue transformando en grito y muchos gritos en insultos. La tardía reacción del entrenador auriazul para hacer las modificaciones exasperó a más de uno. El ingreso de Emiliano Vecchio arrancó los únicos aplausos, pero el pibe poco pudo hacer en apenas la decena de minutos que jugó.
El empate final era una lógica conclusión de lo poco que supieron hacer Central y Banfield. Pero claro que la igualdad dejó conforme al Taladro. Porque a Central lo único que le provocó fue una mayor crisis en un presente futbolístico que no cambia y que no da señales de recuperación. Y que ya jaquea la continuidad del cuerpo técnico.
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Fotos
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Andrés Díaz se lleva la pelota ante la marca de Dátolo.
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