El cazador oculto

"Una reina en la noche de El Cairo"

Ricardo Luque / Escenario

Ella se siente la reina de la noche. Y, aunque usted no lo crea, hay un grupete de trasnochados, que se acomodó estratégicamente junto a una de las mesas, que cree que lo es. Son movileros, que como gusta cantar el Nano Serrat, se jactan de ser lo peor de cada casa. A la cabeza está Pablito Procopio, que con sus anteojos con marco de metal tiene un aire intelectual ideal para una velada en El Cairo. ¿Nadie le avisó que el reloj biológico le atrasa? Se ve que no, sino hubiera dejado en casa ese sueter con olor a naftalina que hacía estornudar a cada uno que tenía el coraje de acercarse a saludarlo. Ella, que como buena anfitriona le dio la bienvenida con un beso en la mejilla, tuvo un repentino ataque de alergia. A su lado estaba Angelito Granato, que disimulaba bajo un amplio impermeable claro esos rebeldes kilitos de más que pese a sus denodados esfuerzos no hay Dios que se los haga bajar. Lo curioso es que no llovía, como ella se encarga en aclarar, sin que hubiera necesidad. Igual que Horacio Ríos, que ensaya una curiosa explicación sobre por qué lucía un impecable traje azul marino Yves Saint Laurent ¡sin corbata! "No se lo ponía desde el casamiento...", lo excusa Kitty Cabruja, que con los cachetes inflados por su intempestivo fanatismo por las medialunas de grasa quedó igualito a Quico. "Sí, sí, sí", asiente con la mirada ella, que se muere por contar lo ricas que son las facturas de Funes, pero se queda callada por respeto a la llegada del intendente. Miguel Lifschitz, que desde las elecciones se ríe como si hubiera compartido la tarde recostado sobre la hierba junto a Bob Marley, llega a horario, pero sin saber con certeza a dónde ni para qué. Alejandra Mattheus, que desde que volvió de vacaciones luce la piel tersa y radiante como si se hubiera sometido a un tratamiento de rejuvenecimiento de la doctora Aslan, se encarga de ubicarlo. Presentación del programa del Centro Audiovisual Rosario, que emitirá Canal 5. Suerte que fue ella y no Gastón Sosso, que afectado gravemente por una sobredosis de rayos catódicos anda sin rumbo y con una camisa amarilla Sossotex, que rapiñó de la tienda de su tío Elías. Ella, la cándida Sonia Marchesi, lo mira extrañada. Con su "Ojo de pez".