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viernes,
28 de
octubre de
2005 |
Si queremos lo más,
intentemos lo menos
Como es de conocimiento público, hace ya un tiempo, a través de La Capital, se ha instalado en la sociedad rosarina la importancia y el derecho que la misma tiene para ser (según la iniciativa) capital del Poder Legislativo de la Argentina. Digo, en otras palabras, estamos hablando del traslado del Congreso nacional a la ciudad de Rosario. Estas líneas bajo ningún punto de vista quieren confrontar con tan importante debate de alto vuelo político. Pero sí se nos hace imprescindible dejar expresado lo siguiente: 1) con la autoridad moral, a partir de su decanato en la prensa argentina, que posee La Capital y su incidencia en una vasta región del país, la constituyen en actor irreprochable de la discusión en ciernes. 2) Enancados en tan noble iniciativa, muchos hombres y mujeres del ámbito político han expresado tener coincidencias con el fin que el proyecto persigue. Ahora bien, si diputados nacionales, provinciales, intendentes, concejales, funcionarios públicos, etcétera, están dispuestos a luchar por el traslado del Congreso nacional, ¿cómo puede ser que con la misma energía no se trabaje para que Rosario tenga una delegación de diputados acorde con la magnitud de nuestra ciudad? La casa de la democracia no puede tener como recepcionista a personal policial (esto no va en desmedro del trabajador del orden). La institución más democrática debe estar abierta a la consulta de los ciudadanos. No es culpa de nadie en particular, somos todos responsables, pero debemos dejar en claro que nuestra propuesta es que diputados debe formar parte del gran Centro Cívico que la provincia está desarrollando en la ex Jefatura. Esto, es bueno aclararlo, se puede realizar con costo cero.
Oscar A. Daniele, secretario general Federación Empleados Legislativos de la República Argentina,
DNI 13.174.956
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