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viernes,
28 de
octubre de
2005 |
Y yo que me
sentía orgulloso
El último fin de semana largo llegaron de visita familiares de Mendoza (ciudad limpia si las hay) y deseaban conocer las bondades que brindaba nuestra ciudad en materia de turismo. Luego de recorrer museos, el Monumento, parques y dar una vuelta por las islas, quisieron conocer las playas y tomar un poco de sol al lado del majestuoso río marrón. Los llevé a la Rambla Catalunya y nos instalamos con reposeras y sombrilla a disfrutar del día junto a los niños de mis parientes, que gozaban de la arena y el agua. Hasta ahí todo les había parecido muy lindo e interesante, pero lo peor ocurrió cuando una de las nenas de 11 años tuvo la osadía de querer ir al baño, la madre la acompañó y se encontró con que ambos bares (Caracolas y Cartuja) sólo cuentan con un baño y además como era un día caluroso, con una cola de 30 personas adelante. Se imaginan que, para no hacerse encima, la nena tuvo que ir al río simulando que jugaba. Pero ahí no termina la historia, más adelante fue la madre la que llegó al baño y se encontró con la mugre de todos los que habían pasado delante de ella. No entendían cómo un lugar público donde concurre tanta gente cuente solamente con dos pequeños baños, los que además no son higienizados. A esta altura mi orgullo rosarino ya estaba pisoteado. Pensé que no podían quedarse con esta idea de mi bendita ciudad y los llevé al otro día (domingo) a La Florida, un mundo de gente (dos mangos el estacionamiento y dos mangos la entrada). Acá es distinto les dije, esto es otra cosa, se admiraban de lo grande que era el predio y los chicos disfrutaron lo máximo; pero no podía terminar bien, de pronto sentimos una maldita sed que nos agobiaba a chicos y a grandes, tan natural con la temperatura de ese día. Tomemos algo en alguno de los bares les dije, para qué lo habré dicho, otra vez la vergüenza se apoderó de mí, ningún bar estaba habilitado y cuando quisimos salir a tomar algo enfrente y luego regresar a la playa, la "guardia pretoriana" del lugar nos dijo que si salíamos, al regresar debíamos pagar nuevamente los dos manguitos. De locos. Pregunta: ¿quién controla esas concesiones?
Daniel Bodo, DNI 8.412.787
N de R.: Las concesiones son controladas por la Municipalidad de Rosario y ante deficiencias en el servicio puede dirigirse a la Dirección General de Inspección de Industria, Comercio y Servicio, a cargo de Claudio Canalis. Edificio Aduana, Belgrano 328, TE. 4802900.
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