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domingo,
23 de
octubre de
2005 |
El viaje del lector: tres meses sabáticos en Brasil
Apenas arribamos a Natal comenzó el periodo de aventuras que duraría tres meses, donde teníamos como objetivo conocer profundamente todo el noreste brasilero con sus playas y aguas transparentes aptas para la práctica de buceo.
Nos encontramos con un Brasil desprovisto de turistas, que nos permitió conocer más profundamente al nativo y recorrer las ciudades sin el habitual hacinamiento.
Disfrutamos de inolvidables desayunos "en la selva" con macaquinhos queriendo comer nuestras frutas servidas en hojas de palmeras, acompañadas con jugos de frutas exóticas y tropicales como cajú, maracujá, mango y acerola.
El día comenzaba a las 5 de la mañana con la salida del sol y terminaba a las 17 ya entrada la noche.
Hicimos largas caminatas por desérticas playas de arenas blancas donde los coqueiros recortan el horizonte y cajueiros dan origen al fruto típico de la zona. Alternando con las playas, se encuentran los mangues, que son desembocaduras de río donde crecen raíces con abundantes en nutrientes creando el hábitat propicio para cangrejos y ofreciendo a los nativos la oportunidad de mostrar a turistas una zona rica en la creación de oxigeno natural.
Es imperdible recorrer con buggy las dunas móviles de 40 metros de altura en Genipabú o los exóticos paseos en dromedarios por sus playas. Entrando el mediodía, podíamos calmar el agobiante calor con zambullidas en el mar transparente.
Disfrutamos de buceos a 33 metros de profundidad en Joao Pessoa, Porto Gallihnas, Maceió con visibilidad de 20 metros. Los 27º de temperatura del agua permitieron inmersiones sin necesidad de uso del traje de neoprene. Enormes tortugas, pulpos, langostas, manta rayas de 1 metro, estrellas de mar gigantes, distintas variedades de corales nos sorprendieron. Un mundo pacifico donde conviven los colores intensos del mar azul con la flora y fauna marina.
Criaderos de camarones por toda la costa permiten disfrutar innumerables platos con precios accesibles al turista como Bobó y Moqueca de camarón, cazuelas de frutos de mar, pastas con mariscos, Abadejo relleno de camarones, Mar Azul (pescado cocido con banana en cazuela de hierro hace que la comida se tiña de azul). La mayoría de los platos son servidos con guarnición de arroz y farofa (harina de mandioca frita), para reemplazar la ingesta de pan. Sorprende a nuestro paladar el uso de la mandioca frita que resulta crocante y sabrosa. Para no extrañar el asado criollo comíamos Carne do Sol (carne secada al sol con sal, enjuagada con leche y cocida a la brasa) que probamos primero con desconfianza por su tonalidad oscura, resultando tierna y apetecible. Las frutas exóticas como coco, jambo, mamón, piña y toda clase de banana se combinan en los platos típicos y en las ensaladas.
La música tradicional de brasil está presente en los bares donde los nativos muestran en vivo el ritmo que llevan incorporado. En Praia do Jacaré, al llegar el atardecer se agrupaban los veleros y barcos esperando la llegada de Alexandre con su oboe, que entonaba el bolero de Ravel mientras navegaba hacia el muelle del restaurante donde ofrecía su show.
Contrastaba con la belleza del mar y las posadas preparadas para los turistas, el resto de las viviendas humildes que albergan una población empobrecida donde está ausente la clase media. No opaca, sin embargo, esta realidad lo pintoresco de las poblaciones pesqueras que remontan a la dominación portuguesa. Tanto es así que la impronta de su religión quedó plasmada en numerosas iglesias, ya que cada familia de buena posición económica erigía una al Santo de su devoción, encontrando poblaciones como Olinda con numerosas iglesias en un poblado reducido.
La hospitalidad brasilera se hizo sentir en todo momento, donde fuimos bien asesorados y hospedados haciendo nuestra estadía segura y confortable. Luego de dos meses de recorrer el noreste brasilero, el comienzo de la temporada de lluvias nos hizo llegar a Río de Janeiro donde aprovechamos para conocer todas las playas hasta el litoral paulista.
Adrián Alsedá y Verónica Cechini
(ganadores de esta semana)
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Fotos
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Las desérticas playas de arenas blancas invitan al viajero al relax y a realizar largas caminatas.
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