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domingo,
23 de
octubre de
2005 |
EEUU, cerca de un tercer
escándalo político tras
Watergate y Lewinsky
Espectativa por el resultado de la investigación sobre la filtración de la identidad de un agente de la CIA
Klaus Marre
Washington. - El presidente George W. Bush, que ha sufrido una serie de reveses en las últimas semanas, podría estar por enfrentar aún uno de sus mayores desafíos políticos, si la investigación sobre la filtración de la identidad de una agente de la CIA implica a un miembro de la Casa Blanca. La capital estadounidense espera ansiosamente los resultados de la investigación de 22 meses sobre la filtración, que podrían conocerse ya la semana que viene. Las acusaciones podrían implicar a Karl Rove, consejero del presidente, y al jefe del gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Libby.
Las élites políticas de Washington aman los dramas políticos, y la investigación sobre la filtración promete contar con todos los ingredientes necesarios: una agente encubierta de la CIA, una posible participación de la Casa Blanca y un potencial encubrimiento. Pero al igual que los dos mayores escándalos políticos que captaron la atención de los estadounidenses, podría no ser el delito investigado lo que le cause problemas a la Casa Blanca, sino más bien el encubrimiento para no comprometer a la administración.
En el escándalo Watergate, la investigación sobre el espionaje al Partido Demócrata llevó a la caída del entonces presidente Richard Nixon, quien trató personalmente de obstruir la investigación. La investigación sobre los negocios del entonces presidente Bill Clinton en Arkansas llevaron finalmente a descubrir el affaire del mandatario con la becaria Monica Lewinsky, tras lo cual Clinton fue acusado de perjurio y obstrucción de la Justicia.
Obstrucción de la Justicia
Según el diario The New York Times, la investigación sobre la filtración podría terminar también con cargos por obstrucción de la Justicia. El fiscal está centrando sus esfuerzos en descubrir si Rove y Libby trataron de confundir a los fiscales y ocultar su participación. Esto significa que quizá no se presenten cargos en relación con la revelación de la identidad de la agente de la CIA.
En el centro del escándalo se encuentra la revelación de la identidad de Valerie Plame en un artículo periodístico. Plame es esposa de Joseph Wilson, un crítico de la administración de Bush. Después de que EEUU invadiera Irak, Wilson contradijo públicamente las afirmaciones de Bush de que Irak había intentado comprar a Níger uranio, que puede ser usado para fabricar armas nucleares. Esta afirmación había sido una de las justificaciones para atacar Irak. Wilson afirma que el desenmascaramiento de su esposa fue en venganza por sus afirmaciones sobre Irak.
Mientras que en Washington nadie sabe si habrá acusaciones, está claro que la investigación está llegando a su fin. El gran jurado que está observando el caso expira el 28 de octubre. Si bien el fiscal que lidera la investigación podría pedir una extensión, se cree poco probable que lo haga. Esto significa que es bastante probable que se escriba otro capítulo del drama político en Washington. Pero antes de que se conozcan las acusaciones o los acusados, es imposible analizar qué impacto político tendrán.
Expertos afirman que la investigación ya dañó a la Casa Blanca y que el daño es doble: la administración no sólo se ve sacudida por estar implicada en la filtración, sino que la investigación ya preocupa a quienes podrían ser objetivo de las acusaciones. Rove, el arquitecto de las dos campañas presidenciales de Bush, tuvo que comparecer cuatro veces ante el jurado e invirtió un tiempo considerable en prepararse. (DPA)
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Las acusaciones podrían implicar al consejero Karl Rove.
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