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domingo,
23 de
octubre de
2005 |
Fernando Meirelles: "La industria farmaceútica mundial
siempre arregló con los gobiernos"
El cineasta desnuda el negocio de los medicamentos en su nuevo filme
Al cineasta brasileño Fernando Meirelles le gusta contar historias marginales: detrás de una historia de amor, una trama de asesinatos y corrupción que es una denuncia del abuso de la industria farmacéutica sobre el Africa menos favorecida. Tras el éxito de "Ciudad de Dios", Meirelles se puso frente a una producción inglesa, "The Constant Gardiner", basada en la novela de John LeCarré que denuncia las prácticas de los grandes laboratorios en el continente negro.
Meirelles viene de un país con mucha experiencia en lidiar con las grandes farmacéuticas, en especial por tratamientos del sida, por lo que es muy sensible a este tema y le atrajo la posibilidad de rodar esta historia.
"He visto cómo presionaban al gobierno brasileño", comentó el director brasileño, y añadió: "Tu negocias con las corporaciones, si ellas no consiguen lo que quieren, recurren a su gobierno para, poniendo impuestos sobre productos brasileños, como las naranjas, obligar indirectamente al gobierno a ceder".
Según Meirelles, peor es en Africa, donde hacen lo que quieren. "La industria farmacéutica, en el mundo entero, siempre negoció con gobiernos -dijo-. Ellos no ponen un producto en el mercado para que el consumidor lo compre. Lo que ellos cobran siempre se negocia con los gobiernos, no con los consumidores".
Aunque no cree que una película pueda tener tanto poder como para cambiar las cosas: "Sólo expone o saca un poco a la luz la realidad de las industrias farmacéuticas".
"La industria farmacéutica tiene una cosa muy positiva, que nuestra vida es mejor por los productos que ellos producen -señaló-. El problema es la accesibilidad a esos medicamentos. Sólo un diez por ciento del mundo puede pagar para tenerlos".
La película tiene dos componentes claros: el político y el romántico. El director afirmó que su intención era darle más importancia al primero, pero después el discurrir de la historia fue otorgándosela al segundo.
"Cuando comencé a hacer esta película yo creía que el thriller político era más importante", indicó el cineasta, y siguió: "Pero después de ver el primer montaje, que eran tres horas, la historia de amor era más emotiva, entonces comencé a cortarla y, al final, es más una historia de amor".
"En general, las películas están hechas desde el punto de vista del primer mundo, de los estadounidenses, de los europeos -aclaró-. Yo creo que es muy interesante mudar la perspectiva, contar las mismas historias pero con otro punto de vista".
Por eso intentó llevarla un poco hacia el punto de vista keniano. "Y me hubiera gustado ir más allá", añadió el director de "Ciudad de Dios". De hecho, creó dos personajes kenianos pero tuvo que cortarlos porque en el montaje final se dio cuenta de que no encajaban bien en el total de la historia.
El hecho de trabajar con un equipo de producción inglés no le impidió hacer exactamente lo que había proyectado. "Realmente pude hacer todo lo que yo quise -expresó-. Inicialmente no iba a haber dinero estadounidense en la película, era sólo inglés. Finalmente entraron unos estadounidenses, pero fueron óptimos, no interfirieron en absolutamente nada".
Finalmente, Meirelles confesó que, pese a rodar en Africa, la dirección del filme le resultó fácil, porque no tuvo que ocuparse de la producción. "Siempre estuve acostumbrado a resolver una cantidad de problemas enorme -admitió-. Esta vez fue diferente, pude concentrarme en los actores, el texto y nada más. Tenía mucha plata, por eso pude hacer lo que quería, muy tranquilo".
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Fotos
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El director de "The Constant Gardiner".
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