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 miércoles, 19 de octubre de 2005  
Los menos se hicieron más y armaron la fiesta

La sensación fue rara porque no jugaba el dueño de casa. Todos los hinchas que ocuparon anoche las populares y las plateas del Coloso eran visitantes. Tal vez hubo algún camuflado hincha rojinegro que hizo fuerza por una victoria de Tiro Federal, pero si fue así pasó desapercibido.

Por la salud del fútbol rosarino todo se vivió como una fiesta. Otra vez la cordura le ganó por goleada a los malos augurios.

Los simpatizantes de Central cubrieron con cánticos folclóricos la tribuna del Palomar y los tirolenses, más austeros en el cotillón y banderas, mostraron su hidalguía en la popular del hipódromo.

La hinchada canalla tomó con total indiferencia al partido de anoche. Sus plegarias tenían un destinatario a futuro: el clásico con Newell's a la vuelta de la esquina por el Apertura. Hasta calentó motores pensando en ese choque cada vez que Cafasso y Aquino (dos ex leprosos) participaban del juego, y un coro de silbidos acompañaba sus movimientos.

El otro indicador de cara al trascendental partido fue cuando todos los auriazules empezaron a entonar el clásico "cada vez nos falta menos para volvernos a ver".

Recién sobre el final del primer tiempo, cuando Tiro Federal lo metió en el arco a Central, el minúsculo grupo de hinchas dejó de lado su docilidad. Vio que el trámite invitaba a no asumirse inferior y se animó al grito desenfrenado. Entonces sonó con fuerza "a estos p.... les tenemos que ganar". Si bien fueron apenas unos minutos, sirvieron para demostrar el sentimiento de pertenencia de un barrio de la ciudad que hoy se codea con la elite del fútbol argentino.

En sintonía con lo que entregaba su equipo adentro de la cancha, el complemento extendió el momento de gracia de los simpatizantes tirolenses. Los goles del ex volante leproso Rodolfo Aquino y del ex canalla Javier Cámpora (no gritó ninguno de los tres tantos y pidió perdón a la hinchada) inflaron el pecho de los que de antemano eran inferiores. Merecían ese festejo porque estaban disfrutando del primer triunfo en primera y en las propias narices de un rival que hasta hace un año veían por televisión.

Todo lo que vino después sirvió para darle un marco más transparente a un partido que se jugó más en los medios de comunicación que en las propias tribunas.

Más allá que hubo un vencedor y un vencido, Tiro Federal y Central dejaron bien parada a Rosario. Se respetaron como dos instituciones unidas por una porción geográfica, que demostraron a esos que presagiaron una noche con intrusos que se puede convivir en paz.

Y ahora eran ellos, los que se animaban a arrodillarlo. A cargarlos con la ironía del que se siente grande por una noche. Por eso hubo espacio para el grito "un minuto de silencio para Central que está muerto".
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