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lunes,
03 de
octubre de
2005 |
Sofocan a itakazos una revuelta en el Irar
Unos 14 chicos de un pabellón protagonizaron una violenta refriega. Intervino la policía. Un menor resultó herido
Un grupo de internos del Instituto de Rehabilitación del Adolescente de Rosario (Irar) protagonizaron ayer una revuelta en la que se quemaron colchones y se provocaron diversos daños en las instalaciones. Los incidentes, que se extendieron durante cerca de tres horas, fueron sofocados tras el ingreso al predio de una decena de efectivos del Comando Radioeléctrico y la Guardia de Infantería. Uno de los policías efectuó disparos con su escopeta y un chico recibió una descarga de perdigonada de goma que impactó en un hombro y en el mentón.
Fuentes allegadas a la institución de minoridad señalaron que la revuelta tuvo su origen alrededor de las 11 de la mañana, minutos después de que los internos se despertaran. Todo comenzó en el sector A y B un pabellón de dos pisos en donde hay un total de 14 chicos alojados. Los motivos por los cuales estalló el conflicto no eran precisos sino que parecían propios de la problemática del encierro: los menores no tienen nunca claro cuál es el plazo que deben transcurrir privados de la libertad, debido a que los jueces que entienden en sus causas pueden mantenerlos detenidos como medida de seguridad tutelar sin que se les haya dictado una pena.
"Al parecer -comentó la fuente consultada- uno de los sectores ubicados arriba comenzó a realizar exigencias de diversa índole: un par pedían que se les agilizaran las salidas en libertad, otros directamente decían que en la entidad no se los escucha".
Rebelión en dos plantas
El pabellón donde explotó el incidente tiene una amplia nave en la planta baja -el sector A- y un pasillo superior -el sector B- desde el cual, enrejado mediante, se puede contemplar la zona inferior. Tanto arriba como abajo hay habitaciones -celdas- en las cuales duermen los chicos. Los que reaccionaron estaban en ambas plantas
Todo se inició cuando en la zona superior quemaron colchones y frazadas y rompieron una reja. "Se les ordenó que cada uno se encerrara en su habitación pero entonces se engancharon algunos del sector de abajo", indicó el portavoz.
Tras la quema de los colchones los chicos, según fuentes del área de la Dirección del Menor, la escaramuza ganó en intensidad: varios ocupantes del sector inferior rompieron unos bancos de cemento saltando sobre las puntas y utilizaron los fragmentos del hormigón arrancado como cascotes contra las rejas y paredes. También rompieron las llamadas puertas de inspección, que son de chapas y dan a una zona donde están los desagües, para posteriormente levantar los caños.
Uno de los empleados del instituto recibió un cascotazo en la espalda. Como el fuego no estaba extinguido y el conflicto se atizaba las autoridades del Irar, que no contaban con medios para sofocar la guardia ya que el personal del destacamento interno no utiliza armas, pidieron refuerzo policial.
Al ingresar los efectivos del Comando hubo al menos siete disparos de escopeta con balas de goma. Un chico de 17 años resultó con heridas en el omóplato y el maxilar. "Fue revisado por el médico del Irar -aclaró la fuente- y determinó que no había necesidad de internarlo porque la herida era muy superficial".
Hacia las 14.30 la protesta se diluyó, aunque el predio siguió siendo custodiado por efectivos policiales. El pabellón quedó con destrozos evidentes y con las paredes ennegrecidas por el humo. Al declinar los desmanes algunos de los chicos estallaron en llanto. Por la noche, según la fuente del Irar, seguían recibiendo atención psicológica. Uno de los chicos más afectados por la angustia era uno que había colgado una sábana del enrejado del piso superior y amenazaba quitarse la vida si no le extendían un permiso para una salida transitoria.
Los motivos esgrimidos por los chicos para la revuelta no encontraban una unidad: algunos decían que reaccionaron por estar "verdugueados", o por no tener novedades de sus causas, o por no salir más tiempo al patio. No es incomprensible una reacción así más allá de la ausencia aparente de un detonante puntual: los jóvenes están encerrados en un lugar horrendo, dicen sentir que los jueces se desentienden de sus causas y que no soportan ignorar por cuánto tiempo estarán en prisión. Esas condiciones, indican especialistas en menores en conflicto con la ley penal como Emilio García Méndez, son propicias para generar revueltas y colocar en graves riesgos físicos y psicológicos a los internos.
Según el vocero consultado, la protesta no se expandió a otros sectores del instituto, donde ayer había 35 chicos internados. Anoche todos los que se encuentran en el sector A y B estaban encerrados en sus celdas y hundidos en silencio.
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Fotos
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Un sector del Irar idéntico al lugar de la revuelta.
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