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 domingo, 25 de septiembre de 2005  
[Primera persona] Daniel J. Imfeld
La mirada del extrajero
El historiador de Rafaela reconstruye momentos del pasado y la poética de la ciudad a través de la lectura de sus imágenes

Osvaldo Aguirre / La Capital

Las formas de la ciudad que recorremos, por su proximidad, terminan por volverse imperceptibles. Para redescubrirlas es necesario cambiar de mirada, acercarse a ellas con los ojos del viajero, con la curiosidad del extranjero que las contempla por primera vez. Con ese espíritu el historiador Daniel J. Imfeld escribió "Imago mundi urbano", un singular libro editado en la ciudad de Rafaela que reconstruye la configuración simbólica de esa ciudad, en un recorrido donde se integran imágenes emblemáticas, provenientes de fotografías, formas arquitectónicas, obras artísticas y monumentos.

"Toda sociedad -dice Imfeld en la introducción de su libro- produce y se reproduce a través de múltiples imágenes. A partir de ellas se despliega un mundo de lo imaginario y se articulan las distintas formas de representación y de exhibición que confluyen en un proceso de construcción identitaria". En consecuencia las imágenes portan representaciones del mundo y de sus actores y como tales constituyen una fuente de conocimiento para la historia. Con estos presupuestos se presenta "Imago mundi urbano", libro que acaba de publicar el Centro de Estudios e Investigaciones Históricas de Rafaela.

Imfeld, de 49 años, integra ese Centro de Estudios y es también miembro de número de la Junta Provincial de Estudios Históricos. Tiene otros libros publicados: "Piamonteses en el oeste santafesino", donde analizó el impacto de esa colectividad italiana en la cultura regional, "Sujetos y espacios en una colonia agrícola. Rafaela (1881-1910)" y "Un lugar para la memoria. El cementerio en las colonias agrícolas", una exploración de los cementerios como espacios culturales y de configuración social de las colonias.

-¿Cómo aborda en su libro la cuestión de la imagen?

-Trato de tomar la acepción más general de imagen como el modo en que se representa el mundo y el resultado de un complejo en el que confluyen cultura, historia personal, historia social, las experiencias vitales de una comunidad. Por eso le doy importancia a la noción de representación a través de las imágenes, no sólo como mostración sino como el conjunto de formas a través de las cuales tanto los individuos como los grupos y los poderes construyen y proponen una imagen de sí mismos en ese contexto tan especial que es la ciudad.

-¿Cómo se integran esas imágenes en la ciudad?

-Cada ciudad contiene un relato sobre sí misma. A través de las distintas formas de apropiación y uso de los bienes materiales y simbólicos, se construye una narración colectiva. Esta narración constituye una forma de demarcación significativa, que implica distintas formas de apropiación de la espacialidad así como diversas maneras de encarar la historia urbana, a partir de lo que los distintos sectores, en los distintos momentos, proyectan hacia lo público ya sea a través de la fachada de una vivienda, a través de una institución, de una fotografía, de todo aquello donde queda plasmada una imagen.

-¿A través de ese relato la comunidad dice quién es?

-Exactamente, va proponiendo una imagen de sí. Obvio, al ser una imagen destinada a lo público, es una imagen para los otros, donde la comunidad dice lo que quiere ser. Esto tiene mucho que ver con la identidad y sobre todo en el caso de una ciudad como Rafaela, que se forma a fines del siglo XIX en pleno auge del proceso de colonización agrícola, en el centro-oeste de Santa Fe, en una coyuntura económica favorable que posibilita un progreso material bastante rápido.

-¿En esa configuración simbólica de Rafaela hubo un episodio fundante?

-Yo rescato mucho el valor de una fotografía que tomó Ugo Lencioni en 1905. Porque precisamente ese tipo de poblaciones no surgieron de un hecho simbólico como pudo haber sido la fundación de las ciudades de tipo hispánico, como por ejemplo Santa Fe, donde los conquistadores, tras un proceso de apropiación del territorio revestían el momento de la fundación de todo un simbolismo específico. En este caso no hay fundación y por eso se habla de la formación de las comunidades: no hubo un día en particular, no hubo una ceremonia, sino que la ciudad fue el resultado de un proceso de apropiación económica del espacio. En Rafaela hubo una empresa colonizadora que fue la de Guillermo Lehmann, que sacó a la venta una serie de tierras y suscribió contratos de compraventa con los colonos. Poco a poco se fueron poblando las chacras y luego fue tomando forma el núcleo urbano. Sobre todo la llegada del ferrocarril potenció la concentración de actividades en el núcleo urbano. La foto que tomó Lencioni condensa de una manera particular todo esto: el ferrocarril, como esa imagen arquetípica del progreso, cruzando por la mitad de la plaza y al mismo tiempo, al fondo, con la iglesia y las construcciones que rodean a la plaza, hay como un diálogo entre tradición y modernidad. Creo que es la síntesis que ha caracterizado la historia de Rafaela: por un lado una impronta fuerte de valores materiales, propios de la modernidad, y por otro la presencia de cuestiones más tradicionales.

-En su libro también rastrea las señales masónicas que subsisten en Rafaela. ¿Cómo se inscriben esos grupos en el marco que describe?

-Creo que son ellos los que inyectan este entramado de sujetos, actores y valores de la modernidad, con los cuales se va configurando la comunidad. Este grupo proporciona al medio los hombres que van a formar la clase dirigente. En las primeras décadas del siglo XX, en cuanta institución se crea en Rafaela, hay masones. Ellos son los que más allá de las diferencias étnicas son capaces de integrar los valores de la modernidad y una visión del progreso.

-Por otra parte dice que "vivir el espacio engendra el sentido mismo de la existencia". ¿Cómo explicaría esa idea?

-El espacio no es algo neutro. A pesar de la cotidianidad en que se inscribe nuestra propia existencia, el espacio que habitamos, que recorremos, es el resultado de un proceso histórico donde hay conflictos y pujas de poder. Todo eso queda plasmado en la ciudad que transitamos, aunque muchas veces no nos detengamos en detalle ni fijemos la mirada en los aspectos que dan cuenta de ese proceso. Por eso la idea del libro era recuperar la mirada del extraño, la mirada del viajero en la propia ciudad, para descubrir aquello que por verlo todos los días no recibe nuestra atención. Muchas veces, cuando llega alguien de afuera, nos remarca detalles de la ciudad en los que no reparábamos. Queremos recuperarnos como viajeros dentro de nuestra propia ciudad.

-¿Qué parte de la historia provincial no ha sido suficientemente estudiada?

-Aspectos como los que menciono pueden mostrar líneas interesantes. Venimos de cierta tradición donde los aspectos políticos, demográficos y económicos han contado y cuentan con estudios muy importantes. En los últimos tiempos la historia ha abierto el abanico de posibilidades para interrogar el pasado y este tipo de miradas, si bien se ubican en la periferia de la concepción tradicional de historia, pueden aportar algunos aspectos interesantes. Me parece que toda la problemática del siglo XX es algo que también demanda nuevos trabajos, que se han hecho y se están haciendo. pero la complejidad del último siglo requiere de una producción que ojalá pueda intensificarse.
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