Año CXXXVIII Nº 48882
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 21/09
Turismo 18/09
Mujer 18/09
Economía 18/09
Señales 18/09
Estilo 17/09

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 25 de septiembre de 2005  
Filosofía: desafíos de la posmodernidad

Los beneficios de los avances científicos son moneda corriente en nuestra sociedad. En general, la mayoría puede acceder a nuevas tecnologías aplicadas a la medicina para el tratamiento o la cura de enfermedades. Pero este marcado progreso ha llegado a ser preocupante cuando no es usado respetando los límites propios de la naturaleza. Por tanto, la bioética es un nuevo campo que intenta encontrar respuestas a muchos interrogantes surgidos en los últimos tiempos.

La ética es la disciplina de la filosofía que se ocupa de la moral. Etimológicamente significa "costumbre", es decir que la ética era el arte de las costumbres, o el arte del buen vivir.

Comparando dos grandes movimientos históricos, como modernidad y posmodernidad, se podrán analizar las diferentes respuestas éticas que se dieron según las épocas. Esther Díaz plantea que la modernidad se preguntaba acerca de lo necesario, en cambio, la posmodernidad se pregunta acerca de lo conveniente. En la modernidad había que preguntar "¿qué debo hacer?". La respuesta era categórica: actuar según el deber, cumplir con el deber por el deber mismo, sin medir sus consecuencias. En cambio, en la posmodernidad se pregunta acerca de lo instrumental: "¿Qué me conviene hacer?" La respuesta es hipotética: actuar según lo que se desea obtener, sostiene la autora.

Roxana Kreimer señala que los proyectos políticos modernos, basados hegemónicamente en la expansión y el avasallamiento de otras culturas por parte de la Europa occidental, estaban basados en la idea de que existe un bien que debe ser extendido al resto de la humanidad por las buenas o por las malas.

En el siglo XVIII Kant afirma que la ética tiene que ver fundamentalmente con los derechos del prójimo, con las acciones que es menester realizar por deber, aunque no guste ni convenga.

A su entender el único acto ético es el que resiste la universalización de la máxima que lo inspira a la que llama imperativo categórico: actúa de tal manera que lo que hagas pueda convertirse en ley universal.


Efecto ético
Ahora bien, en la posmodernidad, este deber ha perdido vigencia, afirma Gilles Lipovetsky, pensador francés de origen polaco. La obligación ya no es movilizadora de las conductas sino al contrario, ese rol lo desempeña la necesidad de satisfacción del deseo. La abnegación y el sacrificio ya no pesan como ideales de vida. Se exaltan, en cambio, el bienestar, el ego y la satisfacción en el plano individual.

El "efecto ético", señala el autor, es una de las mejores manifestaciones del posdeber. Esta era se asienta en el conjunto de hedonismo, consumismo, individualismo que vive la cultura presente. Y los medios masivos de comunicación aparecen jugando un papel central en la constitución de nuevas valoraciones. Todo debe ser exhibido, y de ser posible, en directo, no importa de que se trate, pues, como señala el autor, en este posmoralismo importan más los hechos que los valores. Lo privado pierde sus límites y se vuelve público.

Hasta la caridad fue adaptada al espectáculo y la publicidad, ya no hay causas nobles sin grandes estrellas, ni colectas sin sonido. El telecaridad es el nuevo sujeto de esta escenografía mediática. En la sociedad del posdeber, el mal se espectaculariza y el ideal está poco magnificado.

Hoy vivimos inmersos en un individualismo extremo, no hay normas universales que valgan para todos, no hay límites claros, y, además, la ciencia se transforma en un arma de doble filo y el hombre no es capaz de tomar conciencia de sus limitaciones.

El surgimiento de la bioética como nuevo campo disciplinar intenta responder o cuestionarse al menos, los problemas que surgieron de experimentaciones con seres humanos o de una biología instrumentada a partir de la lógica del mercado. El hombre cree demasiado en sí mismo y los científicos, específicamente, en su capacidad de cambiar, incluso a la propia naturaleza.

Cabe plantearse hasta dónde es capaz de llegar el hombre con sus deseos o sus ideales en pos del progreso científico. Y, fundamentalmente, preguntarse para qué le sirve enfrentar sus propios límites. El desafío, al intentar encontrar una respuesta, no será con lo desconocido, sino con aquello que enfrenta a diario.

Carina Cabo de Donnet

Pedagoga

www.carinacabo.com.ar
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados