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 domingo, 25 de septiembre de 2005  
Agro. Arranca la campaña de granos gruesos. El maíz caerá entre un 20 y 25 por ciento. Los niveles de precios a futuro desalientan a los productores
La soja encabeza el ranking de los cultivos de verano
Según distintas proyecciones, la oleaginosa podría arrojar una producción de 40 millones de toneladas

Leonardo Stringaro / La Capital

Con una importante reducción en el área de maíz, los productores se preparan para una campaña que volverá a estar inundada por la soja. Era previsible. Después de un año en donde se escuchó un poco de todo sobre lo que podía pasar con la campaña de granos gruesos, los productores encontraron dos razones muy fuertes para confirmar la tendencia que comienza a reflejarse en el mercado. Por un lado, la sensación de que la rebaja del IVA a los fertilizantes llegó un poco tarde. Por otro, la suba de los insumos respecto del año pasado y un precio a futuro por debajo de los 75 dólares, conspiran contra la decisión de sembrar maíz.

Lejos del estímulo que se esperaba para la siembra de este grano, sólo unos pocos productores piensan que el mejor negocio a realizar es convertir el maíz en carne. Simplemente porque la gran mayoría no está en condiciones de llevar adelante este esquema. Conclusión, los principales analistas privados hablan de una baja entre 25 y 30% en el área sembrada de este cultivo. Distinta es la suerte del girasol, teniendo en cuenta que su buena estructura de precios puede estimular a que se alcancen las 2,5 millones de hectáreas proyectadas.

Con este panorama, nuevamente será la soja la que prevalece en la intención de siembra. Es probable, así, que la producción de la campaña 2005/2006 se acerque a las proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda), de 39 a 40 millones de toneladas.


Al mal tiempo
Los resultados de la cosecha estadounidense también inciden en este análisis. Aa pesar de las inclemencias climáticas, está claro que a esta altura la producción no anduvo tan mal y los farmers se alzaron con una campaña cercana a los 270 millones de toneladas, bastante cerca del récord del año pasado, de unas 300 millones de toneladas. Ni las sequías en el mes de julio ni los problemas sufridos en distintos Estados productores pudieron con la tecnología que se viene aplicando al agro, donde el desarrollo de nuevos híbridos, dejaron ver las valiosas propiedades de los granos resistentes a sequías o enfermedades.

Por el lado de la demanda, "estamos frente a un incremento de consumo de soja increíble en cuanto a la velocidad que el cultivo tiene año tras año", explicó Ricardo Bacarín, vicepresidente de la consultora Panagrícola. Desde su punto de vista, "hay que ser muy claro y decir que nadie va a sembrar maíz con la perspectiva segura de tener un quebrando económico y la poca señal del gobierno por cambiar el esquema de presión tributaria aplicada al campo".

El analista considera que con un nivel de retenciones lineales se está impidiendo una flexibilización entre cultivos. Esto porque probablemente el gobierno aún sigue pensando que si baja un poco las retenciones al maíz, podría sufrir presiones de muchos productores que pedirían que también se bajen para la soja.

Más allá de medir esfuerzos y hablar de rotaciones, el gobierno sabe claramente que el maíz en términos de exportaciones jamás le podría aportar al país lo que le da la soja. Al fin y al cabo, se trata de 9 millones de toneladas exportables de maíz contra 40 millones de soja.

Otro factor de análisis pasa por considerar que -al día de hoy-aquel productor que compra maíz con el objetivo de engordar cualquier tipo de hacienda (pollos, cerdos, vacas), está siendo subsidiado por otro productor agropecuario que sufre un perjuicio económico por el solo hecho de sembrar este grano. A manera de ejemplo, el 20% de retenciones que se ahorra el pollero respecto del mercado internacional, compensa ampliamente los derechos de exportación cuando exporta esa carne. Bajo este esquema, muchos productores están financiando una actividad industrial.


El mejor negocio
Más allá de todo esto, nadie duda que el mejor negocio sea convertir los granos de maíz en carne. Sin embargo, pocos se atreven a decir que poner en funcionamiento este tipo de esquema ó unidades son muy costosas y requieren una inversión de tipo estructural que todavía genera incertidumbre y desalienta la idea de establecer un marco para la producción de carne intensiva en la Argentina.

Por otra parte, a nivel mundial, todavía existe un factor suerte. La perspectiva sería peor si la suba del petróleo no hubiese incentivado la explotación del alcohol de maíz como combustible vegetal. A futuro, dentro de las proyecciones que tiene el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda), se está pensando en la producción de etanol por el orden de los 38 millones de toneladas. Esto, sin dudas significa dos veces la producción de maíz (2004) en Argentina y la mitad del comercio mundial de este grano.

Sin el nacimiento de esta nueva industria norteamericana, habría 40 millones de toneladas más de maíz, inundando los canales de comercialización externos, compitiendo con las exportaciones de nuestro país y con un precio aún mucho más deprimido.
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La suba del precio de los insumos fue un factor que desalentó la siembra del cereal.

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