Dichos que duelen

Es difícil encontrar palabras para describir el dolor que provoca leer las declaraciones de la hermana Raquel Muchut en relación a la situación del chiquito de seis años que fue discriminado en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe por no poder trasladarse por sus propios medios. Duele que tan poca consideración y desprecio surjan de la boca de quien, se supone, eligió dedicar su vida a Dios y al prójimo. Duele pensar que haya gente incapaz de ponerse en lugar del otro, de los otros, esos otros que dice que ama. Señorita Muchut: hay pocas cosas imposibles, y esta, la que le toca resolver (que un nene que se mueve en silla de ruedas pueda cursar con sus compañeros) es de las que afortundamente tienen solución. Solamente hacen falta un poquito de voluntad, un poquito de predisposición y un poquito de comprensión. Ojalá pueda reflexionar sobre sus actos y sus dichos, esos que nos duelen mucho a los que los escuchamos, pero mucho más a la familia de este nene que no sólo tiene que luchar contra las adversidades de la vida que no tienen explicación, sino también contra estas otras, como las que usted les impone.

DNI 22.175.177

N. de la R.: La carta se refiere a la información publicada anteayer por La Capital dando cuenta de que las autoridades del Colegio Guadalupe (Alberdi 338) resolvieron no permitir continuar estudiando en ese establecimiento a un chico de 6 años a raíz de que tiene una discapacidad y debe movilizarse en silla de ruedas. Al enterarse por este diario, los funcionarios del Ministerio de Educación de la provincia reaccionaron rápidamente obligando al colegio a revertir la decisión. Raquel Muchut, representante legal del establecimiento, intentó justificar la actitud diciendo que el edificio tiene muchas barreras arquitectónicas y negó que sea un acto discriminatorio. Pero, en verdad, es difícil encontrarle otro calificativo.