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sábado,
17 de
septiembre de
2005 |
Editorial
El país muestra firmeza ante el FMI
El reciente discurso presidencial en la ONU fue una nítida ratificación del nuevo rumbo asumido por la Argentina en su relación con los organismos financieros transnacionales: fuerte cuestionamiento combinado con riguroso pago de las obligaciones contraídas en el pasado. El respaldo español debe ser evaluado como altamente valioso.
El viaje del presidente Néstor Kirchner a los Estados Unidos para participar de la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas en Nueva York se constituyó en una oportunidad ideal para la reafirmación de la nueva estrategia argentina en su relación con el Fondo Monetario Internacional: las duras críticas lanzadas por el primer mandatario a las políticas de la entidad financiera, combinadas con el pago puntual de los servicios de la deuda externa —“desendeudamiento”—, se presentan no sólo como un ostensible cambio de rumbo en relación con el pasado sino como un abierto desafío al todopoderoso organismo transnacional. El trasfondo del escenario es el intento del país por construir una alternativa sustentable para su desarrollo sin apelar a las recetas ortodoxas cuyo fracaso tanto dolor les costó a los argentinos.
Queda claro que la a esta altura indiscutible reactivación de la economía se ha transformado en la carta fuerte que pueden dar vuelta sobre la mesa los funcionarios nacionales: los pronosticados cuatro años de crecimiento consecutivo por encima del cuatro por ciento —algo que no ocurre en el país desde hace cien años—, el aumento del 9,1 por ciento del producto bruto interno (PBI) en el primer semestre del año, los veintisiete mil millones de dólares de reservas en poder del Banco Central, el lento pero verificable descenso del desempleo y una inflación que si bien preocupa puede ser vista casi como lógica en el marco del auge del consumo interno son bazas poderosas, sobre todo si se tiene en cuenta que semejante éxito no llegó precisamente de la mano de los consejos ni gozó del respaldo concreto del Fondo.
Kirchner fue explícito al respecto en el mensaje que leyó ante los jefes de Estado de todo el globo. “Lamentablemente, en el proceso de recuperación no contamos con la ayuda del FMI, que sí apoyó y financió hasta semanas antes del colapso al régimen de convertibilidad”, disparó el presidente. Sin embargo, tal contundencia a la hora de condenar no impide que desde el default se hayan pagado trece mil quinientos millones de dólares al FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Un elemento que le añade importante significación al discurso presidencial fue que lo pronunció ante la atenta mirada de George W. Bush.
En ese marco de abierto pero respetuoso enfrentamiento resulta de extremo valor el apoyo expresado por España, cuyo mandatario —el socialista José Luis Rodríguez Zapatero— afirmó: “El FMI debe tener más confianza en la Argentina”.
No resultará sencillo reformular la relación con el Fondo bajo parámetros nuevos. La combinación de firmeza conceptual y estricto cumplimiento de las obligaciones se erige como una ruta que promete conducir al objetivo anhelado: consolidar la senda del progreso argentino, con recetas argentinas.
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