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sábado,
17 de
septiembre de
2005 |
Recomendado
Una visita cool a la estética pop
"Jazz and '80s" recrea hits de Duran Duran, Phil Collins, Madonna y U2, entre otros, con una impronta jazzera que le da otra nueva mirada a los clásicos
Pedro Squillaci
Es todo un desafío reciclar viejos hits de los '80 en versiones jazzeras. Quizá porque, en principio, aquellos tiempos de raros peinados nuevos (gracias Charly) no suenen tan viejos. Veinte años atrás hubo una corriente estética, sonora y de la moda que no sólo marcó a una generación sino que también se sigue palpando en las calles. Y en la música que está en el aire. Aquí está la prueba irrefutable. Distintas bandas jazzeras le dan una mirada distinta a aquello que tanto sonó, y suena, ya como clásicos, en las FM. Vale la pena ponerse cool por un ratito y disfrutar sin prejuicios un disco que es, sencillamente, una perlita.
El disco se presenta como "Jazz and '80s" y como subtítulo agrega "The coolest and sexiest songbook ot the eigthies". Y algo de eso hay. Este es un material para poner como música de fondo de cualquier fiesta animada (otra vez, gracias Charly), en donde no falten mujeres que peleen contra la balanza y cuarentones que peinen canas.
Seguramente al primer tema alguien dirá: "Pero, pará, ¿este no es el tema de Duran Duran?", "¿y esto no era de Simple Minds?", agregará otro.
Y es así. Los temas se van descubriendo a medida que van sonando. A veces intentan pasar desapercibidos con una trompeta de fondo o una base de contrabajo y batería tocada con escobillas. Sí, son aquellas canciones inolvidables, pero tocadas con otro tempo, otro aire, otro ritmo. Pero con la misma esencia.
"Should I Stay Or Should I Go" es la primera saludable sorpresa. Cuesta creer que The Cooltrane Quartet haya logrado llegar a esto, no por su talento sino por el espíritu del tema. The Clash representaba la rebeldía punk de los primeros 80, y lo reflejaba no sólo en sus letras sino en su forma de tocar de dientes apretados, su look y sus guitarras crudas. Pero aquí es todo suavidad, con un saxo dulzón de introducción y una voz femenina que parte la tierra. Y es bellísimo.
Karen Souza dice presente con "Do You Really Want To Hurt Me", aquella sutileza popera de Cultura Club que ahora se convertirá en una bossa nova, porque sí. Madonna también se recreará en este ritmo brasilero a partir de otra interpretación de The Cooltrane Quartet, que se atreve a "Like A Virgin".
La dulzura de Urselle cae de maravillas para "Purple rain", un tema que tiene la ventaja de contar con la calidad compositiva de Prince. Por si fuera poco, aquí el piano se anima a soltarse bajo un fraseo delicado de la cantante que realza aún más la interpretación. Prince aparece otra vez en "Nothing Compares 2 U", conocido popularmente por Sinnead O'Connor. George White Group toma la responsabilidad de darle color jazzero a esta balada en una versión que por momentos se parece mucho a la original. Si le hubiese faltado el respeto un poco más al tema quizá el resultado mejoraría superlativamente.
Algo distinto pasa con "Boss Don't Cry". El comienzo da indicios que es el tema de The Cure pero después la canción toma vuelo propio gracias a un buen trabajo de Jaime Lancaster. El aire bosseado del intermedio hace pensar que es un primo hermano de aquel ícono de la estética dark. Y lo bien que le hace al disco.
Pretender igualar la sensualidad de Annie Lennox cantando "Sweet Dreams" parecería una tarea descabellada. Pero 48th St. Collective lo logra. Es una hazaña no sólo la interpretación de la cantante sino la combinación del contrabajo bien jazzero y el redoblante con golpe pop.
Dina Eastwood logra que el clásico de Duran Duran "Hungry Like The Wolf" sea el tema ochentoso más cadencioso del disco. Es difícil imaginar a Simon Le Bon, con los ojos pintados y sus cabellos teñidos, cantando el tema original en el video de MTV. Eastwood le encuentra una vuelta de tuerca tan digna a este clásico que se disfruta por igual en ambas versiones.
Y si faltaba un grande ese tenía que ser U2. El poder arrasador de "With Or Without You", del incomparable "The Joshua Tree" (1987), muta en una balada sutil, con voz femenina, piano y escobillas, en la interpretación de Michelle Simonal. No es mejor que aquel, pero es diferente, y es bienvenido.
Esa riqueza de apostar a lo distinto, al riesgo, es quizá el gran mérito de este disco. Para muchos será nostálgico, para los fanáticos de los grupos reversionados quizá no admita comparaciones. Pero esto se trata de disfrutar. Son 12 inolvidables temas de los '80 tratados con el respeto de jazzeros de ley. Una delicia para los oídos.
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Fotos
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La sugerente portada de "Jazz and '80s".
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