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domingo,
04 de
septiembre de
2005 |
Crónica de una tragedia
que había sido anunciada
Hace cuatro años un organismo de gobierno advirtió sobre la posibilidad de un huracán en Nueva Orleáns
La catastrófica inundación de Nueva Orleáns y el saldo de víctimas, que podría llegar a varios miles, no causó sorpresa entre los científicos e ingenieros que hace años especulan sobre el destino de la ciudad en caso de un huracán.
En el año 2001, antes de los atentados del 11-S, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (Fema), que coordina la ayuda para las víctimas de Katrina, mencionó las tres mayores y más probables catástrofes que amenazaban a Estados Unidos: un ataque terrorista en Nueva York, un terremoto en San Francisco y un huracán en Nueva Orleáns.
"Es sólo cuestión de tiempo. Son las 100.000 personas que no podrían irse lo que no me deja dormir por las noches", dijo el año pasado Terry C. Tuller, el director para prevención de catástrofes de Nueva Orleáns. La alerta había estado sonando durante años: tarde o temprano, un huracán de nivel 4 o 5 dirigido directamente a la capital del jazz podría causar las inundaciones que todo el mundo ha visto esta semana, reduciéndola a un estado primitivo.
El tema para los científicos es la ubicación de Nueva Orleáns, una olla situada por debajo del nivel del mar con agua en tres frentes contenida por diques.
En realidad, el debate sobre la vulnerabilidad de Nueva Orleáns ante una catástrofe natural "lleva un siglo", escribió el editor de la revista "Scientific American" Mark Fischetti.Históricamente, el sistema de represas incluyó diques para contener la anual subida del río Mississippi y permitir que la agricultura y la industria se desarrolle en sus orillas.
Pero sin las inundaciones, el delta del Mississippi dejó de recibir su relleno de lodo y agua fresca arrastrados cada año por las corrientes y tormentas del Golfo de México y necesarios para mantener un delicado sistema de pantanos a lo largo de la costa. Los sedimentos naturales también crearon un sistema de pequeñas islas que actuaban como barreras.
Tanto los pantanos como las pequeñas islas se han desintegrado, privando a Nueva Orleáns de su principal defensa.
En 1998, científicos, ingenieros del Ejército, urbanistas y funcionarios de Louisiana presentaron un plan para fortalecer el sistema de represas, que chocó con la resistencia de la economía local y, sobre todo, no recibió el apoyo necesario a nivel local, de estado y nacional para llevarlo al Congreso en Washington. Es más, los ingenieros militares tuvieron que reducir el ritmo de trabajo en las represas porque el gobierno de George W. Bush recortó los fondos. (DPA)
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