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 domingo, 04 de septiembre de 2005  
Obsoletos. El 74% presenta fallas estructurales y problemas de uso que afectan de forma "severa" a las viviendas
El deterioro de los Fonavi es tal que en algunos casos ya son inhabitables
La ciudad tiene 25 mil unidades levantadas con este sistema. Una asociación que nuclea a 22 barrios lanza un SOS

Carina Bazzoni y Diego Veiga / La Capital

Todas las mañanas, Silvia Romero tiene que secar el agua que encuentra a la salida del baño, casi sobre el ingreso a su dormitorio. La misma operación que repite todas las tardes, apenas vuelve de trabajar. La mujer vive desde hace 20 años en una de las torres de 10 pisos del Fonavi de Grandoli y Gutiérrez, en la zona sur de la ciudad. Y como la mayoría de sus vecinos ya está cansada de la humedad, filtraciones y goteras que tiene su vivienda. Un problema que, a decir de la Asociación Civil Barrios Fonavi de Rosario, "comparte la mayoría de los complejos" y que a corto plazo "dejará las construcciones obsoletas". Por esto, la entidad viene reclamando que la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo (DPVyU)elabore un proyecto para recuperar los edificios. Un estudio sobre 13 conjuntos arrojó que el 74 por ciento presenta "fallas estructurales y problemas originados en el uso que afectan de manera severa o muy severa a las viviendas".

La asociación de barrios Fonavi reúne a representantes de 22 barrios que, en total, albergan a unas 120 mil personas, más del 10 por ciento de los habitantes de la ciudad.

"El estado de los departamentos es lamentable -se queja su presidente, José Peralta-. Tienen humedad, filtraciones, las cloacas se tapan, los sótanos se inundan, las paredes se electrifican, pasa de todo. En la DPVyU dicen que son problemas de mantenimiento, pero nosotros sabemos que las casas están hechas con materiales de cuarta".

Y a entender de los especialistas consultados por La Capital, los vecinos no están tan equivocados. Si bien todos prefieren apuntar a "los vicios del programa" y sostienen que este tipo de construcciones se levantaron "sin pensar en las necesidades de la gente que las habitaría", también admiten que arrastran "vicios de construcción". (ver página 4)

"Cuando se construyeron los Fonavi no se interpretó la necesidad de la gente que viviría allí, personas de clase media empobrecida que viven de su propio emprendimiento y necesitan una vivienda individual donde poner su tallercito. Si lo mete en el tercer piso de un monoblock, le impide su desarrollo", considera el urbanista Juan Carlos Viotti.

Más crítico, el ex secretario de Planeamiento municipal durante la primera gestión de Hermes Binner, Augusto Pantarotto, apunta a la "falta de inspecciones", como una de las causas del mal estado general. "El Estado, cuando contrata obras, también debe inspeccionar, y si a los diez años los departamentos están en mal estado, por algo será..." dice con cierto dejo de ironía.


25 mil viviendas
En Rosario existen unas 25 mil viviendas Fonavi. La mayor parte (18.500) fue construida por la DPVyU. A esto se suman otras 300 en construcción, 546 que ya fueron licitadas y comenzarán a levantarse a fin de año, y otras 4 mil que se proyecta desarrollar en el marco del plan federal lanzó el gobierno nacional.

Si bien estos complejos han jugado un papel notorio en el proceso de urbanización de la ciudad, ni en la provincia ni en el municipio existe un relevamiento exhaustivo sobre el estado de las viviendas.

El año pasado, la socióloga Hilda Herzer coordinó un trabajo sobre la situación de las viviendas sociales rosarinas en el marco de una investigación desarrollada por la Comisión Económica para América Latina (Cepal).

La atención se centró en 13 torres y tiras de dos y tres pisos, estrenadas entre el 72 y el 96, de distintos barrios y zonas de la ciudad. Y las conclusiones son contundentes: en el 74 por ciento de los casos se detectaron fallas estructurales y problemas originados en el uso que afectan de manera "severa o muy severa" a las viviendas.

Entre los problemas recurrentes se apuntan tanto falencias de ejecución como de uso o mantenimiento. Por ejemplo, estructuras metálicas en proceso de oxidación, grietas o rajaduras profundas en paredes y balcones, rajaduras superficiales, humedades en mampostería, porteros eléctricos sin funcionamiento, pasillos o ingresos sin iluminación, escaleras sin baranda o iluminación o cañerías en espacios comunes sin reparación con pérdidas.

En base a esto, el estudio advierte que "la aparición de ciertas lesiones constructivas propias del paso del tiempo, sumadas a las deficiencias originadas en etapas de diseño y construcción, implican condiciones deficientes de habitabilidad y un aumento de viviendas obsoletas, que aceleran el fin de su vida útil antes del promedio previsto de 50 años".


De premiado a estafado en pocos días
Para quienes viven en los Fonavi, que sus viviendas se degraden en cortos plazos no es novedad. "Cuando me dieron el departamento yo vivía con mi mujer y mis dos hijos en una pieza, así que sentí que me ganaba la lotería", recuerda Juan Carlos Zabala, uno de los vecinos que desde el 83 vive en la torre E-17 del Fonavi de Grandoli y Gutiérrez. Pero la alegría de los Zabala terminó rápido: "A los pocos días nos dimos cuenta de que nos habían estafado: las casas tenían humedad y los sótanos y las fosas del ascensor estaban inundados".

Veintidos años después, en el sótano de la torre de 10 pisos y 43 departamentos se sigue pisando agua, y en las paredes ya no hay manchas de humedad sino que directamente chorrean. "Los azulejos se desprenden, las alacenas de la cocina se caen, las paredes se electrifican y los extractores y las heladeras explotan porque se producen cortocircuitos", enumeran los vecinos.

Muchos cambiaron sus cañerías pero es una tarea vana, las filtraciones vienen del piso de arriba, y los consorcios no pueden encarar una reparación integral porque son pocos los que pagan los 15 pesos mensuales de expensas.

Juan Carlos Antuna vive con sus cinco hijas y un nieto en la planta baja de la misma torre. El olor a humedad se percibe apenas abre la puerta de su departamento. El living está bien pintado, limpio y arreglado, hasta tiene un hogar en una de sus esquinas. Pero la cocina y el baño parecen arrasados: en ambos ambientes las paredes están verdes de moho y en el piso se acumulan baldes para atrapar las gotas que caen del techo.

"Tenemos que vivir así, no nos queda otra", se lamenta el hombre, mientras abre la puerta de los sanitarios donde tuvo que colgar un plástico para no mojarse cada vez que usan el baño.

Con todo, esta no es una postal exclusiva de las unidades de Grandoli y Gutiérrez, sino que se repite "en la mayoría de los departamentos", según aseguran desde la asociación de viviendas Fonavi.

Elisa Altamirano vive en el complejo de Vuelta de Obligado al 4800 (zona suroeste), unos 91 departamentos que se inauguraron hace unos 6 años. Pero "ya hace más de dos que vivimos con rajaduras, humedad y caños que se tapan de nada", señala. No obstante, en estas viviendas esos no son los mayores problemas, sino la provisión de energía eléctrica. "Recién hace cinco meses conseguimos que nos pusieran los medidores de luz", cuenta la mujer.

Un problema de consorcios
El titular de la DPVyU, Juan José Morín, reconoce que en las viviendas en torre "es frecuente que se presenten problemas", aunque los atribuye a la "falta de mantenimiento" y no a falencias en la construcción. "Los adjudicatarios no tienen capacidad económica para pagar las expensas y rápidamente se empiezan a ver inconvenientes en los ascensores, las bombas de agua, las luces de los paliers, o los intercomunicadores".

Por esto, recordó que ya no se proyectan edificios en torre, sino viviendas que "a lo sumo" pueden tener primer piso y dos duplex.

-Viendo el grado de deterioro que presentan algunas construcciones, ¿no se disponen de fondos para arreglar y mejorar las unidades?

-Los fondos Fonavi se usan para construir edificios o viviendas que se ponen como compraventa a disposición de los adjudicatarios, por lo tanto la vivienda una vez que fue entregada y recibida queda a cargo de los adjudicatarios. Por supuesto, la responsabilidad por fallas estructurales que pudieran llegar a existir sigue siendo de la provincia y sigue siendo de la contratista. Ahora, si las fallas que se detectan son problemas de falta de mantenimiento, es una cuestión que cada uno se tiene que hacer cargo.


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El fracaso de los complejos de torres hizo que dejaran de construirse.

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