|
sábado,
27 de
agosto de
2005 |
"Hay que apuntalar la investigación y la docencia de manera conjunta"
Según la especialista Adriana Chiroleu, para jerarquizar la enseñanza hay que resolver los salarios
Se suele decir que además de la enseñanza y la extensión, otra de las actividades que debe atender la docencia universitaria es la referida a la investigación. De hecho, y según detalla el libro de reciente aparición "Ciencia y Tecnología en la UNR, presente y futuro", para el período 2004-2007, los proyectos de investigación en curso en la universidad rosarina ascienden a los 1.944, entre los acreditados por la propia casa de altos estudios, y los financiados por el Conicet y por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
"Creo que hoy lo que hay que apuntar a seguir el camino de la jerarquización de la investigación", señala la docente e investigadora de la UNR Adriana Chiroleu, quien desde hace varios años se especializa en temas vinculados con la política y gestión de la educación superior argentina, y agrega que para lograrlo es necesario revisar, entre otras cosas, el sistema de evaluación y la remuneración que se obtiene mediante el programa de incentivos a los docentes investigadores creado en 1993.
-A más de una década de vigencia de este sistema de incentivos, ¿cuál es el balance que hace de su funcionamiento?
-En realidad el programa se inicia, y estaba en sus objetivos, para jerarquizar la labor académica. Este era el perfil con el cual surge, al menos formalmente. Pero en realidad, si hablamos de balance, una de las cuestiones más claras que aparecen es el hecho de que el programa de incentivos ha introducido cierta tergiversación en lo que son las jerarquías internas en la vida académica, que tradicionalmente estaban referidas a los cargos (de profesor titular, asociado, adjunto, etcétera), a las dedicaciones, y a la investigación, por ejemplo, en alguna institución prestigiosa como puede ser el Conicet. Pero el nuevo sistema introduce otra forma de jerarquización que tiene que ver con las categorizaciones desarrolladas a partir de una serie de ítems que son discutidos a nivel del Concejo Interuniversitario Nacional (CIN), y que en líneas generales supone la introducción de una lógica diferente. Y cada vez que se desarrollan estas categorizaciones la discusión dentro del mundo académico es muy importante, porque no siempre se acuerda con lo que ellas establecen.
-Entre múltiples conflictos desatados, además de las permanentes subejecuciones de fondos, se desataca la reciente exclusión de los docentes con dedicación simple del cobro del incentivos...
-Lo que pasa es que desde los primeros tiempos del programa se había hablado que se requería una dedicación part time o exclusiva para acceder al mismo. En la UNR hasta hace poco tiempo también los simples cobraban, pero al cambiar la reglamentación oficial, sucedió esto, que supone marginar a una parte muy importante (si pensamos que el grueso de los docentes tienen dedicación simple), no de la posibilidad de investigar, sino de obtener algún tipo de retribución económica por esta tarea. De cualquier manera, creo que el eje no hay que ponerlo acá, sino en la necesidad de aumentar las dedicaciones docentes. Porque la situación de la UNR no es igual al resto de las universidades del país. Hay universidades chicas en donde más de la mitad de la planta docente tiene dedicación exclusiva o semiexclusiva. Es decir, hay lógicas institucionales diferentes en las universidades. Y me parece que con una dedicación mayor evidentemente las tareas de investigación van a tener mejores posibilidades de desarrollarse.
-De hecho a nivel nacional, 6 de cada diez docentes tienen dedicación simple...
-Sí, digamos que en todas las instituciones y en todas las universidades creo que hay un porcentaje que tiene que ser simple, porque es gente que ejerce su profesión (abogados, médicos, etcétera) y que de alguna manera vuelcan todo su conocimiento y experiencia en la universidad. Pero creo que es importante que efectivamente se profesionalice la labor de los académicos, porque supondría un nivel de posibilidades de desarrollo y de trabajo totalmente diferentes. La profesionalización académica en América Latina data de la década del •60, y en el país se da recién a partir de los •80, en donde se empieza a reconocer esta necesidad. Pero hoy con estos porcentajes que estamos manejando de dedicaciones simples es muy difícil pensar en una profesionalización plena. Y además, tengamos en cuenta la relación entre cargos y personas, porque muchas de esas dedicaciones simples pertenecen a una misma persona que ejerce la actividad docente en distintas facultades. O también combinan esos cargos simples con la docencia a nivel terciario y secundario, generando el profesor "taxi", que va de un lado a otro, y que recibe por toda esa actividad un salario muy magro.
Blanquear el salario
-A poco de lanzarse el programa de incentivos a los investigadores, y pese a las críticas en torno a la dinámica que implementaba el "Estado evaluador", más de 19 mil docentes se incorporaron al mismo, fenómeno explicable en parte, a que este consistió para muchos en una forma hacer frente a los flacos salarios de entonces. ¿Cuál es su lectura al respecto?
-Sin duda, el incentivo es interpretado como un sobresueldo, o la complementación de los magros salarios que cobran los docentes. Desde esta perspectiva creo que lo importante sería blanquear el salario, y que este efectivamente contenga los incentivos docentes. En general, estos programas que surgen a partir de la década del •90 introducen esta lógica diferente dentro de la universidad que generaron una serie de conflictos bastante importantes. Del lado positivo, uno tiene que reconocer como elemento favorable que ha engendrado el reconocimiento, en muchos docentes, de la necesidad de investigar. Ahora, también ha provocado otra serie de cuestiones negativas que han sido estudiadas por distintos investigadores en el país. Por ejemplo, hay un trabajo de Sonia Araujo (Universidad, investigación e incentivos: la cara oscura) sobre los efectos de los incentivos en materia de formación de conductas de simulación. Esto significa que si antes se publicaba un libro, ahora se publican artículos, porque toda la evaluación tiene que ver con una cuestión meramente cuantitativa. Otro tema son los lapsos de evaluación, ya que hay disciplinas, como la historia, en donde el trabajo de campo lleva mucho tiempo, y por ende no se puede evaluar fácilmente cada año, porque no hay progresos significativos.
-De hecho varios especialistas hablan que esta dinámica del paper, esta necesidad de publicar, en algunos aspectos ha sido contraproducente, por las temáticas abordadas (atadas a los criterios de evaluación), por el sentido del investigar (para rendir cuentas y sumar al currículum) y porque relegaba la actividad de la enseñanza a un segundo plano. ¿Coincide con estas apreciaciones?
-Creo que hay una retroalimentación entre docencia e investigación que es muy interesante y que me parece favorable. Y considero que hay que apuntalar las posibilidades de desarrollar ambas funciones de manera conjunta. Pero yo no pondría tanto el énfasis en la cuestión de redacción de papers, la "papermanía", sino en la de redacción de informes. El tiempo que en este momento pierden los docentes llenado formularios, a los que no les encuentran la lógica, es enorme. Y puedo asegurar que es algo muy desgastante, porque además son horas que se utilizan en eso en vez de producir. Con respecto al tema de las evaluaciones, puedo decir que al ser solamente cuantitativas generan su propia trampa. Porque si lo importante son los números, cuantos papers y artículos presentás, lo que no se evalúa es la calidad de los mismos o si, por ejemplo, en esta simulación de la que hablábamos, un mismo artículo aparece dos veces con nombre distinto.
-¿Qué cambios se deberían operar para transformar la investigación docente?
-Considero que el hecho de jerarquizarla me parece fundamental. Y que creo que lo que hay que apuntar es a precisamente seguir por ese camino. Pero si queremos jerarquizar la investigación lo primero y fundamental es atender al tema de los ingresos. Con salarios dignos vos podés tener un nivel de exigencia en materia de desarrollo de la actividad académica mucho más profundo. Y con los niveles salariales actuales esto es imposible. Por eso la necesidad de blanquear los incentivos es importante como punto de partida. Y mejorar los procedimientos de categorización y evaluación, porque tal como están no funcionan. En realidad, lo que uno percibe ahora, y en términos formales, es un crecimiento del número total de investigadores, pero lo que no se evidencia con tanta claridad es que la calidad de las producciones efectivamente hayan mejorado. Y esto no puede pensarse que está ligado a una falta de voluntad de trabajo por parte de los académicos, sino precisamente al funcionamiento del sistema que realmente es perverso.
M. L.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
Adrian Chiroleu, especialista en educación superior.
|
|
|