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 domingo, 21 de agosto de 2005  
Itinerario borgeano: las casas de Jorge Luis
Recorrido por Buenos Aires que rescata la poesía y los textos del escritor a partir de los sitios que visitó y habitó

Vilma Lilia Osella

Cuando Leonor Acevedo y Jorge Guillermo Borges se casaron en 1898, se mudaron a la casa de los padres de Leonor: allí nació Jorge Luis, el 24 de agosto de 1899. La vieja casa, hoy a cargo de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, se encuentra en Tucumán 840. Allí comienza un paseo cultural que recorre los rincones de Buenos Aires que conocieron e inspiraron al escritor. Las casas pueden rastrearse en el mapa de Buenos Aires o ser recorridas con guías iniciadas en el itinerario borgeano.

En Memorias de Borges, escrito en Buenos Aires en 1899, el poeta memora: "aquí nací yo, en el corazón de la ciudad, en la calle Tucumán, entre las calles Suipacha y Esmeralda, en una casa (como todas las de ese tiempo) pequeña y sin pretensiones, que pertenecía a mis abuelos maternos".

Con el sabor nostálgico de sus poemas en la memoria, el paseo continúa en la Facultad de Filosofía y Letras, Viamonte 430, donde en 1956 Borges fue nombrado en la cátedra de Literatura Inglesa. En sus palabras: "recibí otra satisfacción al año siguiente, cuando se me designó profesor de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad de Buenos Aires. Otros candidatos habían hecho llegar los informes sobre sus títulos. Yo me limité a enviar la siguiente precisión: Muy inconscientemente me estuve preparando para este cargo a través de toda mi vida. Fui contratado y pasé diez o doce años muy felices en la Universidad" (Las Memorias de Borges).

Puede también leerse en su libro "El otro, el mismo", que escribió en esa misma biblioteca, la angustia que le provoca la creación. "Las traslúcidas manos del judío/ labran en la penumbra los cristales/ y la tarde que muere es miedo y frío./ (Las tardes a las tardes son iguales)./ Las manos y el espacio de jacinto./ Que palidece en el confín del Ghetto./ Casi no existen para el hombre quieto./ Que está soñando un claro laberinto./ No lo turba la fama, ese reflejo./ De sueños en el sueño de otro espejo./ Ni el temeroso amor de las doncellas./ Libre de la metáfora y del mito./ Labra un arduo cristal: el infinito./ Mapa de aquél que es todas sus estrellas".


La biblioteca y la ceguera
En 1955, Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, a la que tantas veces había concurrido de chico con su padre. Por esos años la biblioteca estaba México 564, que es hoy patrimonio de la ciudad y una de las casas de la Sociedad Argentina de Escritores. Allí supo que su ceguera sería casi total en breve tiempo. Fue cuando escribió Poema de los Dones: "Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta declaración de la maestría/ de Dios, que con magnífica ironía/ me dio a la vez los libros y la noche./ De esta ciudad de libros/ hizo dueños a unos sin luz, que sólo pueden/ leer en las bibliotecas de los sueños/ los insensatos párrafos que ceden..."

La Biblioteca Nacional tuvo tres directores ciegos: José Mármol, Paul Groussac y Jorge Luis Borges.

El itinerario continúa en el departamento de la calle Maipú 994, 6º B, donde desde 1944 el poeta vivió con Leonor, su madre. Ella lo acompañó en sus viajes y le ayudó leyendo y tomando notas cuando la ceguera se hizo total. Todo su amor y reconocimiento lo expresa el poeta en la dedicatoria de sus Obras Completas. En este modesto departamento, Borges compuso sus grandes obras durante las décadas siguientes.

Frente al departamento de la calle Maipú, se encuentra la librería La Ciudad, de la cual Borges se hizo un cliente habitual y convocó allí una peña de amigos y admiradores. Allí se reconciliaron, luego de años de silencio, Borges y Ernesto Sábato. A pocos metros de la librería, esta el Hotel Dorá, cuyo restaurante era visitado asiduamente por Borges y María Kodama.

Desde muy niño, Borges sintió una particular y cautivante atracción por los tigres. Según cuenta su madre, sólo conseguía apartarlo de la jaula cuando lo advertía que si no se alejaba le sacaría los libros. En diversos escritos, como en "El oro de los tigres", Borges expresó esta fascinación: "hasta la hora del ocaso amarillo/ cuántas veces habré mirado/ al poderoso tigre de Bengala/ ir y venir por el predestinado camino/ detrás de los barrotes de hierro/ sin sospechar que era su cárcel".

Al tiempo de casarse, los padres de Borges se mudaron a Serrano 2147, cuyos jardines se continuaban con los de la vivienda de la abuela paterna. En esta casa, mamó los recuerdos de las historias y hazañas militares de sus abuelos, mezcla de historia familiar e historia patria y creció escuchando y hablando dos lenguas: el castellano y el inglés de su abuela. El recuerdo de esta casa perdura en su poema "Curso de los recuerdos".

La casa no existe más, pero una placa de la esquina de Borges y Guatemala la recuerda en La Fundación Mítica de Buenos Aires. "La manzana pareja que persiste en mi barrio/ Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga".


Iglesia ortodoxa griega
Borges gustaba de caminar por las calles de Buenos Aires, recorrer los suburbios y los lugares cercanos a su domicilio. En la década del •60, junto con María Kodama, solían visitar la Iglesia Ortodoxa Griega, en Julián Alvarez 1036, para seguir los solemnes rituales y escuchar música. En Música Griega, el poeta cantará: "mientras dure esta música/ seremos dignos del amor a Helena de Troya./ Mientras dure esta música/ seremos dignos de haber muerto en Arbela./ Mientras dure esta música/ creeremos en el libre albedrío/ esa ilusión de cada instante/ seremos la palabra y la espada./ Mientras dure esta música/ mereceremos haber visto, desde una cumbre/ la tierra prometida".

La casa de Evaristo Carriego, en Honduras 3784, es otro de los puntos que propone el tour borgeano. Carriego era amigo de la familia de Borges y compartía con ellos tertulias y almuerzos.

A través de Carriego, Borges comenzó a conocer el mundo de los guapos, el filo de sus cuchillos y el misterio de los duelos a muerte. La imagen de Carriego se entremezcla con los recuerdos del barrio de Palermo. Así lo dice en "Carriego y el sentido del arrabal". "En la calle de Palermo de cuyo nombre sí quiero acordarme y es la de Honduras, vivió allá por los años enfáticos del centenario, un entrerriano tuberculoso y casi genial que miró al barrio con mirada eternizadora".

El paseo termina en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, creada por María Kodama el 24 de agosto de 1988. La actual sede, en Anchorena 1660, comparte una pared medianera con la casa que habitó Borges con su familia entre 1938 y 1943, donde escribió "Las Ruinas Circulares".

Allí se conjuga el presente, el futuro y el pasado de la presencia espiritual de Borges. La casa guarda la posesión más amada por el escritor: su biblioteca y las primeras ediciones de sus libros. Aquí están los objetos que lo acompañaron a lo largo de su vida, sus talismanes, sus cuadros, los trofeos ganados con su pluma, diplomas, condecoraciones, premios y su colección de bastones. En el primer piso se encuentra ambientada la habitación de su casa en la calle Maipú. La Fundación se propone contribuir a que se cumpla el ideal ético de Los Conjurados, "hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y hablan distintos idiomas, que han tomado la extraña resolución de olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades".

El universo borgeano tiene una extensión en la casa de Xul Solar, en Laprida 1212. Xul Solar y Borges fueron grandes amigos. Borges sentía un especial cariño por el pintor y admiraba de él su sincretismo religioso y lingüístico y su capacidad para inventar nuevos lenguajes y juegos. "Por esa escalera he subido un número hoy secreto de veces; arriba me esperaba Xul Solar. Más importante es otra conjunción: la de muchos idiomas y religiones, y al parecer de todas las estrellas, ya que era astrólogo. Había inventado dos idiomas y el panjuego. Cada vez que me lo explicaba, sentía que era demasiado elemental y lo enriquecía de nuevas ramificaciones, de suerte que nunca lo aprendí". Xul Solar le trazó una carta natal, la cual fue donada y se conserva en la Fundación Borges.

También la casa de la avenida Quintana 222 es otro rincón de recuerdos. A partir de 1924, la familia Borges se mudó a esta casa de altos, con rejas y jardín al frente. Aquí funcionó la sede del comité yrigoyenista de jóvenes intelectuales, en el que participaban Borges, Leopoldo Marechal, González Tuñón, Roberto Arlt y Macedonio Fernández.

Durante esos años Borges colaboró en revistas literarias, diarios, publicó ensayos y poemas y proyectó los últimos números de la revista Proa. Ricardo Güiraldes y su mujer eran algunos de los asiduos visitantes de la casa de la calle Quintana. Güiraldes lo recuerda así en "Elogio de la sombra". "Te veo conversando con nosotros/ en Quintana, ahí estás, mágico y muerto/ tuyo, Ricardo, ahora es el abierto/ campo de ayer, el alba de los potros".

En otra casa de Quintana al 263 vivió el escritor entre 1943 y 1946. Adolfo Bioy Casares lo visitaba seguido y juntos iban a bares de Recoleta y a pasear por la veredita como se llamaba, entonces, a la zona de La Biela, en la Recoleta.
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