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 domingo, 21 de agosto de 2005  
La lucha,el cumpleaños y el testamento

u Febrero de 1945 en el búnker de Berlín. La caída del III Reich era cuestión de semanas. "Hoy me resulta increíble pensar que a esa altura todavía creyéramos en la confianza de Hitler en la victoria. Pero las dudas comenzaron a invadirme a medida que los rusos se acercaban cada vez más. Había terribles historias de la gente de los pueblos que habían caído en sus manos", relata Junge en su libro. "A estos animales incivilizados (por los rusos) no se les puede permitir arrollar Europa. Yo soy el último baluarte contra ese peligro. Si existe la justicia nosotros prevaleceremos y algún día el mundo entenderá de qué se trató esta lucha". Estas palabras de Hitler resultaban, entonces, más cercanas a lo que estaba ocurriendo en los dos frentes de la guerra. Sin embargo, Junge cuenta que en el escritorio de Hitler estaba colgado un gran retrato de Federico el Grande, de quien el Führer citaba algunas frases. •El comandante que envía su último batallón a la lucha será el victorioso', pero siempre tenía presente la batalla de Kunersdorf (1759) donde Federico había sufrido una gran derrota militar.

u 20 de abril de 1945. El último cumpleaños de Hitler. Los primeros tanques del ejército soviético entran en Berlín. Dentro del búnker, Hitler recibe regalos de cumpleaños y el saludo de su círculo íntimo que le promete ser leal hasta el final pero le suplica que abandone la ciudad. No lo acepta y se mantiene bajo tierra. Sale por última vez del búnker y en el parque que lo rodea condecora a niños de las juventudes hitlerianas por su destacada lucha contra los tanques rusos. "¿Estaba decidido a confiar en esta clase de defensa?", se preguntaba una cada vez más temerosa Traudl Junge. Dos días después, la mujer y los hijos de Goebbels se mudan al búnker. Junge recuerda así ese instante: "Fui a darles la bienvenida a los chicos mientras la esposa de Goebbels fue directo a ver a Hitler. Las cinco niñas y el único varón estaban contentos. Eran felices de estar junto al tío Hitler". No sospechaban nada de lo que les ocurriría muy pronto.

u 26 de abril de 1945. El último dictado. Traudl Junge recuerda así un momento clave: "El Führer se acercó y me preguntó si había descansado bien. Me dijo, con voz cansada y débil, que luego tenía algo para dictarme. Me pregunté qué sería. Hitler estaba preparado para recibir a los invitados a cenar: Goebbels y su esposa, sus otras secretarias y algunos oficiales. Había champagne y ya eran las ocho de la noche. ¿Sería su despedida? Pero, sorpresivamente, me dijo que era el momento del dictado. Fuimos a la sala de conferencias y cuando estaba a punto de sacar la funda de la máquina de escribir me dijo que no la usara y que tomara notas en taquigrafía. Puso sus manos sobre la gran mesa ya vacía, sin mapas ni planos de calles. Su mirada estaba fija y perdida. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones. De repente dijo sus primeras palabras: •Mi testamento político'. Mis manos comenzaron a temblar. Yo iba a escuchar lo que habíamos estado esperando desde hace días: una explicación de lo que había ocurrido, una confesión de culpa o tal vez una justificación. El documento final del Reich de los mil años debería contener la verdad contada por un hombre que ya no tenía nada más que perder. Pero mis expectativas no fueron satisfechas. En un tono de indiferencia, casi mecánicamente, Hitler volvió con las acusaciones, las demandas y las explicaciones que hoy todo el mundo conoce. Me sorprendí cuando me dictaba los nombres del nuevo gobierno. No entendí qué estaba ocurriendo. Si todo estaba perdido, si Alemania estaba siendo destruida, si el nacionalsocialismo estaba muerto para siempre y si el Führer no veía otra salida que el suicidio, qué se supondría que harían los hombres que designaba. El dictado había terminado. Me pidió tres copias a máquina y se levantó de la mesa donde se apoyaba. Tenía una cansada y extraña expresión en sus ojos".
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Hitler y el marido de Traudl.

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