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 domingo, 21 de agosto de 2005  
Negocio brillante. A dos semanas del vaciamiento de Tiffany
Puntos oscuros de una pesquisa
Aún no se determinó el verdadero monto del botín. En tanto, se profundiza la hipótesis del autorrobo

El pasado domingo 7 de agosto, autores desconocidos vaciaron tres cajas fuertes de la joyería Tiffany, ubicada en Mendoza 1086 y propiedad de Enrique Ariosti. En un primer momento, el comerciante denunció a la policía que le habían llevado 50 mil dólares, 10 mil euros y 80 mil pesos en billetes; 12 relojes Rolex cuya numeración no fue precisada; 800 anillos de platino; oro blanco y brillantes; lingotes de oro fino, cadenas y monedas de oro. Además, en las cajas había dos revólveres y una escopeta. Todo eso fue valuado en 500 mil dólares por el comerciante. Pero hasta ayer, en el juzgado de Instrucción 5, a cargo de María Luisa Pérez Vara, la víctima del hecho no había presentado ningún registro escrito que permita saber ciertamente que ese fue el verdadero botín.

A eso se suman otras dudas que en la recorrida hecha por este diario entre joyeros de calle Maipú fueron fortalecidas (ver página 35). Los ladrones ingresaron al comercio por una puerta lindante que conduce a la planta alta de la propiedad e hicieron dos boquetes: uno en la pared y otro en el entrepiso de la joyería, cuya alarma no funcionó. Para los pesquisas fue muy preciso el lugar del agujero realizado por los delincuentes. ¿Cómo sabían con exactitud el lugar donde estaba el entrepiso?, se preguntan. Y exhiben las pericias que dejaron en claro que el boquete fue hecho desde el propio interior del comercio hacia afuera.

Además, no entienden cómo un comercio en el cual había tantos valores no haya tenido una alarma por monitoreo sino una común cuya batería, casualmente, estaba averiada. "Yo tengo un taller de porquería y pago 30 mangos por mes para tener una alarma monitoreada y este tipo ¿no la puede pagar?, se preguntó una de las fuentes consultadas por este diario en el microcentro joyero.

Otro elemento que siembra dudas en el robo a Tiffany es la presencia de un oficial de policía que cubre adicionales custodiando el local. El agente estuvo ausente del local entre la 1 y las 22 del domingo del robo. Cuando se fue todo estaba bien, cuando volvió la joyería había sido vaciada. Mientras en la seccional 2ª, Ariosti dijo que ese policía era "de extrema confianza y como un hijo" para él, en los Tribunales manifestó dudas sobre su persona y en los próximos días deberá enfrentarlo en un careo.

"Para mí hay dos posibles hipótesis, pero ambas ligadas al autorrobo", confió un joyero con muchos años en el mercado rosarino consultado por el golpe a Tiffany. "O licuó mercadería empeñada que no tenía ningún tipo de respaldo o se quedó con algún paquete que tenía en consignación".

Lo cierto es que para los pesquisas de la Unidad Regional II el botín robado a Tiffany fue sacado rápidamente de la provincia. "Se está trabajando, atando cabos y afinando algunas hipótesis. Sabemos que alguien lo robó pero no dejamos de pensar que el golpe puede haber sido orquestado por el propio dueño del local", aseguró un pesquisa.

El nombre de Enrique Ariosti siempre apareció vinculado a hechos turbios. En la edición del 27 de septiembre de 1994, La Capital lo mencionó como uno de los hombres desplazados del Modín, el partido que lideraba Aldo Rico, de quien el comerciante era hombre de extrema confianza. Por aquel entonces se produjo un cisma partidario cuando un grupo de militantes copó la sede rosarina de la agrupación política en rebeldía contra las autoridades, a las que acusaron de encaramarse de modo fraudulento en la conducción al mando de Ariosti.

Tras ello, en 2001 el joyero protagonizó un confuso hecho cuando salió armado a la calle corriendo y disparando contra dos presuntos ladrones que quisieron asaltarlo en su local. Fue el 18 de enero de 2001 y los tiros alcanzaron a dos peatones que sufrieron heridas leves mientras los maleantes subían a un auto estacionado muy cerca de allí sin llevarse nada.

"Eso no fue un intento de robo. Ariosti le compró a los gitanos un Mercedes Benz y lo pagó con tres o cuatro cheques sin fondo. Cuando los tipos vinieron a reclamarle, él los sacó a los tiros", confiaron un joyero y un investigador policial que aseguran que "el tipo vive al límite".
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