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domingo,
21 de
agosto de
2005 |
Opinión
Opinión: "Demasiado tarde para lágrimas"
Orlando Verna / La Capital
La identidad de las ciudades y de sus vecinos se hace de palabras y cosas. Las primeras toman el carácter de mito y se conservan gracias a quienes hacen el esfuerzo de recordar. Las segundas, merecen la atención de quienes tienen la conciencia necesaria para mantenerlas. En este caso, estas cosas son casas. Ellas, pobres, no pueden hablar y por ellas lo hacen quienes tienen la obligación de construir con sus acciones la rosarinidad. Esa misma que vienen a buscar los turistas, procurando las diferencias culturales que separan a los rosarinos de los habitantes de otras latitudes. La construcción de un edificio de nueve pisos en Jujuy y Riccheri no sólo ha irremediablemente roto la armonía arquitectónica del barrio insignia de la ciudad sino que además dispara cuestionamientos éticos. Está claro que el arquitecto José Greco no cometió ninguna ilegalidad al clavarle un puñal de cemento al corazón de Pichincha y que ni la Secretaría de Planeamiento ni la Dirección de Obras Particulares faltaron a sus deberes públicos, según las leyes vigentes. Pero cabe preguntarse si todos ellos desconocen la historia de ciudad, y si la conocen, por qué no la defendieron. Aunque es demasiado tarde para tanto interrogante: nadie podrá recuperar las casonas demolidas ni la identidad de los rosarinos en ese sector histórico. Porque ni uno ni otros comprendieron que el mercado es una lógica antisocial que busca maximizar ganancias sin importarle ni las palabras ni las cosas. Ni entendieron, especialmente los funcionarios municipales, que la política es el mejor remedio contra los abusos del dinero.
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