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 domingo, 14 de agosto de 2005  
[Lecturas]
La gestación de un escritor
Crítica literaria. Pútrida patria, de W. G. Sebald. Anagrama, Barcelona, 2005, 228 páginas, $ 57.

Jorge Carrión

Cómo llegó Sebald a ser Sebald. A esa cuestión responde la lectura de los ejercicios de crítica literaria que Anagrama ha reunido en "Pútrida patria". Ensayos sobre literatura y que, en rigor, son una selección de dos libros de ensayos académicos ("Die Beschreibung des Unglücks. Zur österreichischen Literatur von Stifter bis Handke", de 1985, y "Unheimliche Heimat. Essays zus šsterreichischen Literatur", de 1991). En el ecuador exacto de esas dos fechas -1988- se inscribe, precisamente, "Del natural", la primera obra de creación del escritor alemán. Por tanto, "Pútrida patria" permite observar qué leía y cómo leía en la época en que se gestaba su mundo literario.

En un contexto histórico en que muchos deseaban ver muerto y enterrado al Autor, Sebald reivindicaba su presencia histórica: la importancia tanto de su biografía como de su psique, ambos expresados tanto en textos públicos e íntimos. Los artículos de "La descripción de la infelicidad" -primera parte del volumen pergeñado por Anagrama- examinan patologías como la histeria, la paranoia o la esquizofrenia en el marco de la sociedad burguesa, en Schnitzler, Kafka, Canetti, Bernhard y Handke. Freud es el teórico más invocado en esta sección. La literatura penetrada por el psicoanálisis.

En la segunda parte del libro, "Pútrida patria", es la ideología lo que se somete a examen. Cómo en la literatura en lengua alemana de los dos últimos siglos se filtra el contexto socio-político en que fue producida. Cómo se representan la noción de patria -no sujeta a fronteras tradicionales- y los movimientos a ella relacionados: exilio, emigración, nacionalismo, integración, duelo. Aunque no se cite a Marx y en cambio sí a Benjamin, o precisamente por ello, resulta obvio que la mirada apunta a las superestructuras y a la práctica de la Realpolitik. Tan sólo en el texto sobre Herman Broch se pueden encontrar elementos de análisis lingüístico; en el resto predomina la disección sociológica y política mediante el comentario de argumentos y escenas clave de obras de Franzos, Kafka, Roth, Améry o Handke.

A su condición de profesor universitario hay que atribuir su focalización en la literatura austríaca. Me refiero a que en sus libros de creación Sebald exploraría el ámbito europeo sin limitarse a una única tradición nacional; pero en esta primera etapa intelectual sus plataformas de difusión eran exclusivamente académicas -filología germánica. Los papers abarcan desde 1972 hasta 1989, es decir, desde que su autor tenía veintiocho años hasta que, a la edad de cuarenta y cuatro, acababa de publicar "Del natural". No es casual, si continuamos observando la cronología, que los primeros textos sean los más neutros y los últimos, en cambio, los más personales. Su disección ideológica de la estética kitsch y mistificadora de Herman Broch se fecha en 1986 y es un claro antecedente de su demoledora crítica a la vida y obra de Alfred Andersch, recogida en "Sobre la historia natural de la destrucción" (1999). De 1988 es el artículo sobre Jean Améry, cuya postura radical sintoniza con la de Sebald, y que aparecerá posteriormente como uno de los autores homenajeados en "Austerlitz" (2001). De 1989 son, finalmente, "Hacia el este, hacia el oeste (Aporías de las historias del gueto alemanas)" y "Un kaddisch para Austria. Sobre Joseph Roth", dos textos fundamentales para entender el proyecto que se estaba fraguando en el cerebro de Sebald y que son la semilla de los importantes libros que publicaría en la década siguiente.

Su análisis del mundo judío en lengua alemana que durante el siglo XIX y principios del XX era esencialmente contradictorio (víctima de persecución y voluntad de integración), mientras se acercaba su aniquilamiento, transparenta no sólo una fascinación, sino sobre todo una empatía. Va a haber en la obra sebaldiana un trasfondo constituido por las historias de ese mundo. Un interés visceral por testimoniar lo que él ya sólo pudo conocer a través de palabras e imágenes. Emigraciones, afán de totalidad, viajes, ilusiones, suicidios. No es casual que en los dos artículos de 1989 se citen las mismas viejas fotografías en blanco y negro: las que Roman Vishniak tomó de los guetos de la Europa oriental. Tampoco es casual que se citen los trabajos sobre fotografía de Barthes ("toda foto lleva inevitablemente el signo de una muerte futura") y de Sontag ("el equivalente moderno de las ruinas artísticas"). Las imágenes aún no forman parte de la escritura de Sebald, pero lo harán muy pronto. Aún no estamos ante el estilo de Sebald, pero sí ante su inmediata prehistoria. El lector asiste a un momento privilegiado, irrevocable: el escritor al borde del trampolín, a punto de dar el salto definitivo.
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Sebald. Un escritor hoy insoslayable.

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