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domingo,
14 de
agosto de
2005 |
Panorama político
La fiesta del Chivo
Mauricio Maronna / La Capital
La inminente llegada de Néstor Kirchner a Rosario para lanzar la campaña electoral del Frente para la Victoria ha logrado acicatear el ánimo de los justicialistas santafesinos, hasta ahora doblegados por la catarata de análisis políticos, entrevistas y proyecciones que, desde la Capital Federal, ubica a Hermes Binner como "el seguro ganador de las elecciones de octubre". Como el título del libro de Mario Vargas Llosa, Agustín Rossi tendrá el 24 de agosto su fiesta del Chivo.
¿Por qué lanzará Kirchner desde Rosario la campaña nacional cuando todas las especulaciones coinciden en que un triunfo del ex intendente socialista no producirá estragos en la Casa Rosada? El miércoles pasado, al mediodía, cuando el microcentro porteño era un infierno de piquetes, un funcionario de trato directo con el presidente blanqueó ante La Capital el motivo de la decisión. "Está demasiado instalado en los medios que nosotros nos desentendemos del justicialismo santafesino cuando en verdad no es tan así. Pero, cuidado, el presidente no es ingenuo y pretende que quede en claro que no hay lugar para neutrales en el peronismo de la provincia. El tira la primera piedra pero que nadie esconda después la mano", grafica el habitante de Balcarce 50, sorprendido y con poca información de los porqués de la excelente concurrencia a las urnas el 7 de agosto en toda la geografía de la bota, con excepción de la alicaída ciudad capital.
Un encuestador de la Casa Rosada también susurró en los oídos de allegados al jefe del Estado que "en Santa Fe siempre pasa lo mismo: los sondeos dicen que gana la oposición pero al final se impone el peronismo".
El santacruceño es hoy por hoy el dirigente más valorado desde Gato Colorado hasta Teodelina, seguido por Carlos Reutemann y Roberto Lavagna. A diferencia de Binner (quien mantiene un notable índice de imagen positiva en Rosario, zonas aledañas y ciudad de Santa Fe), los tres referentes oficialistas derraman su buena proyección por toda la geografía.
"Hay que dejar bien en claro que los beneficios de los que goza Santa Fe tienen que ver con la política nacional. En Rosario se da la misma circunstancia, pero ahí reconocemos que hay una buena gestión del socialismo. El Lupo ya le dijo a (Miguel) Lifschitz que por más campaña que exista no se olvidará de la ciudad", datea el informante.
Pero, de cara al 23 de octubre, Kirchner sabe que una victoria por más de 20 puntos de su esposa, Cristina, sobre el duhaldismo en provincia de Buenos Aires, más un enjambre de triunfos en Santa Fe, Capital Federal y Córdoba, hará pegar un giro de 180 grados a su figura y al devenir de su gestión.
En Balcarce 50 han puesto la lupa en la alianza y llegaron a la conclusión de que, más allá de la "corriente de simpatía" entre el gobierno y Binner, "la interna socialista no está definida". Y afirman: "Si se repasan todos los proyectos que se votaron en el Congreso, la inmensa mayoría fue rebotada por el PS. Nos sorprende también que haya dos radicales en los primeros cuatro lugares de esa lista: esos directamente se van al bloque de la UCR. Es increíble que el socialismo, con la muy buena capacidad para gestionar que demostró en Rosario, no pueda extenderse territorialmente", puntea el secretario de Estado mientras sus dos celulares no cesan un minuto de vibrar.
Sin embargo, en política lo que hoy es una realidad mañana se esconde en el arcón. El desvelo para el kirchnerismo pasa por la provincia de Buenos Aires, y hacia allí se direccionan los cañones con mayor capacidad de daño. Si el lunes 24 de octubre los medios titulan "Cristina aplastó a Chiche", el desembarco sobre el principal distrito no dejará espacio por ocupar.
Un ex vicepresidente de la Nación dijo el viernes a este diario que "si la crispación de Kirchner no obedece a cuestiones genéticas sino a la necesidad de legitimarse y derrotar a Duhalde, una victoria contundente lo hará cambiar de estrategia. No se puede pelear todos los días contra todo el mundo". Y considera que una buena decisión será convocar a la oposición, abrir un poco más el diálogo con otros sectores y bajar las pulsaciones.
"Admito que no sé de genética", cerró el hombre que puede ocupar un cargo trascendente después del 10 de diciembre.
El dato de que en la provincia el Frente para la Victoria logró más voluntades que la coalición opositora encrespó los ánimos radicales, cuya dirigencia salió con números propios a negar las afirmaciones de la Casa Gris. Si para algo los socialistas le cedieron un inmenso terreno a la UCR a la hora de confeccionar la lista a diputado nacional es para "compensar" electoralmente al interior de la provincia. En este punto, muchos habrán recordado la sentencia del encuestador oficial respecto a los sondeos y la realidad santafesina.
Ahora que el presidente se pone los botines para lanzar desde Rosario la campaña nacional, todos empiezan a mirar a Reutemann. El ex gobernador repite que recorrerá los lugares a los que lo inviten, pero nadie dejará de observar si se calza la mítica campera roja u optará por una tonalidad más neutra. Sabe mejor que nadie cuál es la realidad: "Kirchner tiene todo a favor. Los números cierran, la gente lo apoya y va a ser reelecto sin mayores sobresaltos".
El problema, más que en Reutemann, está en algunos reutemistas que no digieren "tener que hacer campaña por un radical (Juan Sylvestre Begnis)" y que, además, se quedan sin jinetas ni funciones después del recambio legislativo.
Solamente faltan días para que el Lole baje la orden de jugar a fondo para el triunfo del justicialismo, algo que ya se atrevió a decir el ex secretario de la Gobernación Ricardo Spinozzi, tras leer los números de las primarias del domingo pasado en el departamento General López, clave para las chances del Partido Justicialista a la hora de los números finales.
Binner parece no preocuparse por los mandobles que le dispara el justicialismo respecto a su vinculación con la Alianza: de hecho, invitó a Carlos Chacho Alvarez para compartir la presentación de un libro sobre "la búsqueda de consensos".
A no equivocarse: quienes hayan estado con el ex líder del Frepaso algunas horas en Rosario habrán notado que su figura no mereció gestos de reprobación entre la clase media local. "En Rosario nunca me insultaron, la gente sabe que pude haberme equivocado pero también que no soy un corrupto", dijo Chacho mientras repartía besos en la esquina de Presidente Roca y Santa Fe.
La entrelínea pone en escena un interrogante de cara al futuro: Alvarez está cerca de volver a la función pública (aunque él relativiza esa chance) y llegó a Rosario para decir que "Binner representa la nueva política que el presidente impulsa en el ámbito nacional". A su vez, el peronismo espera con ansiedad el aterrizaje del jefe del Estado para poder borrar las dudas sobre el objeto del deseo en Santa Fe.
La cuestión se saldará cuando el escrutinio ponga sobre la mesa los resultados del distrito que el domingo le devolvió una enorme sonrisa a Jorge Obeid.
Con honestidad intelectual debe reconocérsele al gobernador el éxito del nuevo sistema electoral que, aunque perfectible, cumplió su primera etapa con una notable asistencia a las urnas y borró la histeria que generaba la ley de lemas con su carnaval de boletas.
Más allá de ganadores y perdedores, el trazo grueso de la primera parada eleccionaria tiene que ver con el manifiesto deseo de los rosarinos de inclinarse por algo que huela a renovación.
Horacio Ghirardi, Osvaldo Miatello, Daniel Peressotti y Carlos Comi (los más votados) abren el camino para un nuevo espacio generacional. La democracia construye, con pliegues y repliegues, su propio proceso de decantación.
De los dirigentes históricos quedarán los mejores, los que deberán poner las manos en la masa y trabajar para que el menú, al fin, se despoje de los farabutes y arribistas que evitan que se abra un intersticio para que la "nueva política" sea más que un eslogan marketinero de estación.
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