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domingo,
14 de
agosto de
2005 |
Educación sexual: respuestas que son vitales
La sexualidad está presente en todas las etapas de la vida, desde que nacemos hasta que morimos, dado que somos una especie sexuada. Se manifiesta en todos los niveles escolares y en múltiples formas. Desde bromas, conversaciones, actitudes, conductas hasta preguntas directas a los docentes. Frente a estas, la escuela como institución suele tener respuestas por lo menos paradójicas.
Cuando un alumno pregunta, investiga, quiere saber más sobre cualquier asunto, porque es intelectualmente inquieto, suele ser valorado positivamente por sus docentes. Pero si el tema que lo motiva es la sexualidad, la actitud del docente suele ser diferente. Surgen dudas sobre si corresponde o no contestar, cómo o cuándo hacerlo, si debe contar con autorización de las autoridades de la institución o de los padres.
Esta respuesta escolar es también una forma de impartir educación sexual, desde la duda y muchas veces desde la negativa. Que el docente no pueda aprovechar estos emergentes representa un empobrecimiento del vínculo con sus alumnos, además de desperdiciar oportunidades educativas y formativas ante necesidades vitales de sus educandos que resueltas a tiempo podrían evitar problemas en un futuro no muy lejano.
Situaciones como la descripta se deben a un sinnúmero de factores. Por ejemplo, la falsa antinomia sobre quiénes deben dar educación sexual: si los padres o la escuela. Digo falsa antinomia pues no se trata de que deban ser unos u otros. Ambos deben ocuparse de esa tarea.
Otro de los motivos que hacen que las preguntas sobre sexualidad de los educandos sean por lo menos incómodas, es la falta de formación docente. Esta formación se adquiere en cursos específicos sobre sexualidad humana, que tienen la particularidad de que a todos nos alcanza existencialmente, nos involucra e implica. En cursos que ayudan a efectuar una revisión crítica de nuestra propia sexualidad, a fin de clarificar los valores en que se fundamentan nuestras propias conductas y actitudes, y que nos permitan comprender al otro, aunque piense diferente.
Juan Impallari
Psicólogo
www.kinsey.com.ar
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